Capítulo 6 parte 1

971 Words
DAMIÁN Irritación. Aburrimiento. Irritación. Aburrimiento. Irritación. Muchas cosas me irritaban y muchas más me aburrían. Desde el pasado en mi juventud donde luché por convertirme en un guerrero de Grecia al servicio del emperador se notó mi antipatía por todo o, mejor dicho, desde mucho antes. Desde que tomé conocimiento de mí mismo y del mundo cruel que me rodeaba me enteré que mis padres me abandonaron, según la historia de la cuidadora que se encargaba de mí y otros niños como yo. Siempre se encargaba de hacernos saber que nuestros padres nos abandonaron porque no nos querían, porque no éramos útiles, porque no servíamos para nada y que a la única que debíamos nuestra lealtad era ella. Con los castigos físicos y psicológicos por no barrer o limpiar adecuadamente quería mantenernos a raya, siempre manteniendo el control, siempre dándonos lo justo para comer, siempre dándonos poco para taparnos y dormir. Nuestra única esperanza era ser adoptado por alguna familia, pero pocos eran los que tenían esa suerte, una suerte que yo no experimenté. Poco a poco le fui perdiendo el interés a todo, no me importaba si me castigaban, si me pegaban, si me dejaban encerrado o si me dejaban si comer, tampoco me importaba si me adoptaban o no porque si no tenías expectativas no podías salir lastimado y así viví muy bien. Los pocos padres que llegaron interesados por mí se retractaban por mi personalidad callada y algo sombría, no me importaba. Con los años fui creciendo acomodándome a mis necesidades, si tenía que fingir sorpresa o alegría para conseguir algo, yo lo haría con gusto. Si tenía que fingir interés hacia algo que no me importaba para poder escalar sin duda lo haría. Es así como llegué a postularme para ser soldado, tras mucho esfuerzo, sudor y lágrimas logré ascender con los años. ¿Pasión por esa profesión? Para nada ¿lealtad y amor al imperio? No existía tal cosa, ese imperio fue el mismo que cerró los ojos y permitió los maltratos de muchas de esas casas de acogida para huérfanos como yo ¿por qué tendría lealtad por un imperio tan vulgar y mafioso? Tal vez en el exterior mi pasión por ascender y mi hambre por conocimiento era señal que un simple plebeyo quería ser útil para su imperio, pero nada de eso era cierto. Mi cerebro y mis habilidades con la pelea y planeación eran útiles para mí y solo para mi bien así que las exploté al máximo, convirtiéndome en uno de los pocos plebeyos que pasó a convertirse en uno de los 36 grandes comandantes. El “señor oscuro”, un comandante frío sin sentimientos en la guerra, cuya espada cortaba silenciosamente al enemigo, matándolos sin piedad, trayendo tras de él la muerte. Ahora que lo pienso, desde antes debí darme cuenta la clase de dios que me llamaría por las cosas que hice. ¿Quién iba a pensar que el dios al que mi cuerpo le serviría como contenedor sería el mismísimo Hades? En un inicio no lo quise aceptar. Ni siquiera era tan creyente en los dioses. Me negaba a aceptar a alguien tan sombrío como yo, pero luego fui aceptando la situación debido a que el flamante dios no hablaba más de lo necesario, solo hablaba cuando necesitaba transmitir un mensaje y si opinaba solo lo hacía cuando era muy necesario, cosa que yo agradecía pues no pensé poder soportar a un dios hablador. – Marcus dice que no encontraron a la gatita, pero lograron liberar a mujeres que estaban siendo retenidas en contra de su voluntad. En los próximos días intentarán borrar las memorias y probarán si alguna de ellas es alguna alma divina. Mis pensamientos sobre mi pasado y mi dios habitante fueron interrumpidos por un frustrado Adrián. Era cierto, hoy era el día que irrumpiríamos los sótanos de Cronos. Adrián y yo hicimos un trabajo rápido y silencioso. No es por presumir, pero nuestro trabajo fue tan bien hecho que esos sótanos parecían no haber sido habitados nunca. También borramos la memoria de las mujeres encerradas, lamentablemente entre ellas no estaba ni Nora ni ninguna otra alma divina que buscábamos para proteger. Sentía irritación al darme cuenta que éramos los primeros en volver a la mansión de César por lo que tomé sin quererlo el trabajo de monitorear la operación, Adrián se encargaría de recibir el mensaje de nuestros hermanos y yo me encargaría de hacer el informe conforme vinieran las noticias. Hasta ahora solo teníamos informe de Marcus quien era contenedor de Ares y de Héctor que era contenedor de Apolo, no me preocupaba por el primero, a pesar de su dios él era el mediador del grupo lo que facilitaría en la comunicación con las mujeres encerradas, el que me preocupaba un poco era Héctor. Él y Kaelus fueron juntos y me preguntaba cómo procederían pues Héctor era muy presumido y Kaelus no entendía los sentimientos de las mujeres, no era que yo sí lo hiciera, pero tenía a Adrián. Como sea, solo nos faltaban las confirmaciones de Lucio, Basil y Caesar. Esperaba que en el transcurso de la noche tuviéramos buenas noticias. Las horas pasaban y mi frustración solo se hizo más grande. Lucio y Basil ya se habían comunicado con nosotros. Solo Basil y su compañero Elías encontraron a una de las almas divinas encerradas, pero al mandarnos una foto de la mujer nos dimos cuenta que no era Nora. Al informarle eso a Caesar quien tampoco había tenido suerte, bueno, no hace falta decir cómo se sintió. No era que yo lo entendiera, el llamado amor del que todos hablaban y al menos hubieran vivido una vez en la vida no era para mí, nunca lo experimente y no es que lo necesitara a estas alturas de mi vida.
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