—Alfa, ¿podrías hacer que alguien traiga a Belinda a la oficina? —dice Esmerelda—. Nos gustaría verla antes de irnos. —Absolutamente —digo sabiendo que esto es perfecto. Haré que la envíen a mi oficina y luego les diré que su visita ha terminado de manera amable pero directa. Conecto a Atticus para enviarla. Cuando miro de nuevo al Alfa Blane, me devuelve el reloj. Me lo vuelvo a colocar. —Es un regalo encantador que tu padre te dio. Parece algo inusual de él —se ríe. —Tienes razón, por eso lo uso. Mi padre no era de dar regalos o elogios. —Entonces, el reloj es un recordatorio de ese momento que compartimos —unos minutos después, Belinda entra y la atracción que sentía hacia ella antes es diez veces mayor. —Razor, ¿qué demonios está pasando? La quiero y sé que no debería. Ella entra

