Humedezco mis labios con los ojos fijos en Miguel, esbozando una sonrisa apenas al ver que poco a poco comienza despertar y aunque tengo miedo de levantarme de la cama, evito hacerlo al escuchar los gemidos suaves de Valentina que estaba en el otro extremo de la cama.
¿Hice mal en no aceptar? Un beso dejo en la frente de mi novio y aunque siento que debo quedarme inmóvil en mi esquina, decido no hacerlo porque me levanto de la cama para poder moverme creo yo silenciosamente, aunque de eso nada porque ahí estaba mis pies, golpeándose con la tarima de la cama. ¡Maldita sea!
Crují mi cuello, apoyando mi espalda en la puerta cerrada. Agradecí en silencio cuando escuché únicamente suaves ronquidos en el interior de la habitación. Me metí al baño que está justo al lado de la habitación,
