Capítulo 2: Bautista

1065 Words
El agobio que siento en estos momentos es tan fuerte, que apenas puedo concentrarme. Una parte de mi escritorio está llena de documentos e información acerca de Cian Urquiza y su cadena de hoteles, mientras que la otra parte está llena de facturas medicas que debo pagar «tu puedes Grecia» me digo a mí misma y trato de concentrarme en lo que debo. Miro la hoja con el perfil de Cian Urquiza y de inmediato lo busco en internet para obtener una mejor idea de con quien estaré tratando. El buscador automáticamente me trae varias imágenes de un hombre de cabello rubio oscuro, ojos verdes y facciones elegantes —Lo siento mucho Cian, sé que arruinare tu vida, pero lo hago por mi hijo, eres quien puede llegar a hacerme terminar con todo esto… me falta poco— Le hablo a la foto tal y como si pudiera escucharme. Un golpe en la puerta irrumpe mi momento, y al dar permiso para que pase, allí esta Angelica con un sobre en su mano —Grecia, aquí está la información de tu vuelo, y el señor Sagairi le envía esto— Continua y me entrega el sobre. —Muchas gracias, dile que continuare trabajando en la casa, ¿sí? Nos vemos a mi regreso— Indico y recojo todos los papeles del escritorio mientras que ella se retira para después salir de la oficina y por ende de la empresa. […] Cinco mil dólares, esa si es una suma que no me gusta cargar en efectivo, pero sé que no seguirán tratando a mi hijo si no pago hoy mismo. Rápidamente entro al hospital a toda prisa y una vez más, recorro los pasillos hasta llegar al piso de oncología y una vez allí saludo a las enfermeras que ya me conocen —¿Cómo está mi hijo?— Pregunto cabizbaja. —Es un chico fuerte, lo sabe bien— Se limita a responderme y asiento. —¿Puede decirle a Mariana que venga a cobrar parte de la deuda por favor?— Le pido y asiente. —Ya mismo le diré que venga a verla— Anuncia y sin más preámbulos continuo hasta llegar a la habitación donde esta Bautista junto con mi madre. Apenas abro la puerta, mi madre entrecierra sus ojos —Te dignaste a venir, muchas gracias por no abandonar a tu hijo— Sentencia y respiro profundo. —Mamá, por favor no empecemos, vine a pagar la cuenta y verlo antes de que deba irme de viaje, ¿acaso crees que disfruto estando lejos de él?— Rebato e ignorándola, me acerco a la cama donde esta él y tomo su mano —Hijo, cuanto te eche de menos— Susurro y él sonríe levemente. —Ma, no te preocupes sé que tienes que trabajar para pagar todo esto— Comenta y sonrió forzadamente. —Me encantaría que no tuvieras que estar aquí, que tu vida fuera como la de cualquier chico de 14 años… perdóname— Expreso y él aprieta mi mano levemente. —No es tu culpa— Murmura y de verdad que admiro demasiado su valentía. —Iré a comer algo mientras tanto— Escucho la voz de mi madre y sin más sale de la habitación dejándome sola con Bautista. —Haría lo que fuera por ser yo quien este aquí y no tú— Continuo y acaricio su rostro que es lo más perfecto que existe en esta vida. —Mamá, no digas eso, ya ha sido suficiente con que me tuvieras, yo no sé si otras mujeres tendrían el valor que tu tuviste— —Hijo— Trato de interrumpirlo, pero él niega. —No cualquiera quiere un bebé que es producto de un abuso, mucho menos siendo una adolescente. Mamá, nunca más digas qué harías lo que fuera por estar aquí en mi lugar. Tú ya has hecho lo más importante de todo, tenerme y quererme como lo haces, y no le hagas caso a la abuela, yo sé que todo lo que haces lo haces por mí y por ayudarme a salir de esta maldita enfermedad. Te juro que no te voy a fallar, que voy a luchar hasta el final así sienta que no tengo más fuerzas— Pronuncia y es tanto el amor que siento por él y tanto lo que me duele verlo aquí que me acuesto a su lado para abrazarlo y besar su frente como lo hacía cuando era pequeño. —Te amo hijo…— Susurro. —Y yo a ti mamá— Responde y respira profundo —¿Dónde iras ahora?— Averigua. —Tengo que ir a Madrid pasado mañana, es un negocio grande, uno por el que me pagaran muy bien. Si sale como se espera, podría contratarte una enfermera para que estés en casa con todo lo que necesitas y que solo vengas al hospital para tu quimioterapia— Le cuento. —Mamá, no te presiones tanto, este hospital es muy bueno— Comenta. —Quiero que estés en casa con tus cosas, no es vida estar aquí todo el tiempo— Murmuro. —¿Te vas a cuidar?— Me pregunta haciéndome sonreír. —Siempre lo hago, no pretendo dejarte solo nunca— Digo y me abraza un poco más. —Gracias por amarme como lo haces ma…— Susurra cuando alguien llama a la puerta. —Debe ser Mariana que viene a cobrar la cuenta— Explico poniéndome de pie para ir a abrir, pero antes esa persona lo hace y para mi sorpresa no es Mariana, sino que una chica jovencita de cabello oscuro y ojos grises. —Viniste— Escucho la voz de mi hijo y al voltear para verlo, él esboza una amplia sonrisa. —¿Y tú eres?— Cuestiono mirando a la jovencita. —Lorena… mi hermano esta en este mismo piso y conocí a Bautista por él— Explica y al ver que trae un juego de mesa sonrió. —Un gusto, soy Grecia, la madre de Bautista… yo los voy a dejar para que charlen, iré a hacer algunos trámites— Comento mientras quito los rastros de las lágrimas que amenazaban con escaparse de mis ojos —Hijo, regreso en un rato— Le digo y luego de lanzarle un beso y guiñarle un ojo en complicidad, salgo del cuarto sabiendo que él esta estable.
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