Hubo un pequeño lapso de tiempo en el que Kel no reaccionó, se quedó mirando fijamente a Ross y lo estudió lentamente. Su cuerpo apenas y era visible, lo único que alcanzaba a distinguir eran aquellos labios curvados en una sonrisa gatuna, burlona como su dueño. —Ve-vete —Kel se dejó caer en la cama y comenzó a respirar irregularmente, quería escuchar su voz, aquella voz que seguramente resonaría por todo su cuerpo—. Yo... puedo arreglármelas solito. —Le prometí a tu padre que te cuidaría. —¡Error hermano, puedo cuidarme yo solo! Su cuerpo emitía una luz roja y una voz motorizada repetía una y otra vez que estaba en peligro. Su mente volvió a nublarse y Kel recordó que el efecto de estas cosas era demasiado fuerte, si no expulsaba esas cosas de su sistema entonces la pasaría demasiado