Me di cuenta de que Thaddeus parecía muy abatido. Sabía que se culpaba a sí mismo por mi lesión. Toqué su mejilla y él se inclinó hacia mi tacto. Maze me miraba intensamente, con expresión pensativa. Toqué su mejilla con mi otra mano para que no se sintiera excluido. Él besó mi palma. Me estremecí por estar tan cerca de ambos mis alfas. Fang acababa de llegar a la casa de la manada y estaba ocupado fingiendo preocupación y mirando horrorizado mis radiografías. El olor a los campos de Maze y el olor a la selva de Thaddeus eran tan abrumadores juntos. Eso sumado a los analgésicos me hacían alucinar o algo así. —Hermanita, necesitamos hablar —insistió Fang. No confíes en él. Huh. Sacudí la cabeza. ¿De dónde había salido esa voz? Nadie más la había escuchado. Miré a Thaddeus, que aún tení

