Nacimiento, parto complicado.

1186 Words
Érase una vez, una pareja de matrimonio que deseaban, anhelaban con todo el corazón un hijo varón. Al fin la pareja quedaron embarazados, no quisieron saber del sexo, temían decepcionar sus deseos. Aunque por otro lado, el destino les tenía preparado otra sorpresa, un par de hermosas niñas. Paula Blot se asustó mucho cuando supo que esperaba no una hija sino dos niñas, una gran inutilidad para su matrimonio, pensó con amargura. Su esposo no quería hijos. En todo caso el padre de las niñ*s solo querían un hijo varón para complacer a sus abuelos, todo para la perpetuidad del apellido Garza Blot. Esta situación llevó a tomar extremas decisiones a Paula, tanto que la madre de las niñas recién nacidas se deshizo de sus hijas enseguida, llegando a parar en un orfanato a tan temprana edad. La suerte de las recién nacidas estaba echada, como siempre el mundo siendo tan cruel, varios matrimonios pasaron como en un desfile. Ningún matrimonio quiso tomar en adopción a un par de niñas idénticas, pues a su conveniencia deseaban un hijo o una hija no dos. Podía llevarse a una sola, no a las dos pequeñas, así que tampoco podían hacer eso, serían criticados. Prefirieron dejarlas de lado. La sociedad en el que se rige el mundo, suelen vivir de las apariencias y el qué dirán, las pobres criaturas fueron rechazadas una y otra vez. Cansados de que no las adoptaran, las separan cuando ya tienen más de dos años. Un matrimonio inglés se acercó al orfanato donde se hayaba la mayor de las niñas y se encariñó de inmediato. Corrió con mucha suerte, por que la amaron sinceramente y la llevaron a Estados Unidos a vivir una plena vida. Ella era Líah Michel. Lo mismo ocurrió con la segunda bebé, otro matrimonio formal la adoptó, era una familia de clase media, sin embargo, al poco tiempo de llevarse a la segunda niña, concibieron a su primer hijo, por lo que la pequeña niña a sus tres años y tantos fue devuelta al mismo orfanato. Esta vez, ella traía algo diferente, su propio nombre, Marianela, pero sin un apellido, ella estaba orgullosa de al menos conservar un nombre. Aunque aquella pareja de matrimonio le quitara hasta el inútil apellido. Siempre que se presentara nuevos posibles padres para adoptarlos, Marianela se escondía, no quería ser elegida y una vez más ser rechazada, pues era algo que les recordaban otros. Vivió en aquel Orfanato hasta sus catorce años, luego tuvo que huir de allí, había ciertos dirigentes de dicho Orfanato que no eran buenas personas. Preferiblemente era mejor vivir en las tierras de África rodeados de Leones que entre estas personas malvadas. Marianela aprendió desde temprano a ser perspicaz, a estar adelante dos pasos siempre. A no confiar mas que en ella misma,, a aprender rápido para estar siempre en delantera. En ese Orfanato había corrupción y se practicaba pecados imperdonables. Para cuando Marianela saliera huyendo de estas paredes, que lejos de protegerla la acechaba un monstruo invisible y la acorralaban, sus ojos verían mucho de las cosas que no debería haber visto toda clase de prácticas abominables tras sus puertas dentro. ... Dos años después... Marianela quien ya tenía 16 años, había sobrevivido dos años consecutivos en las calles, no la habían agredido ni físicamente ni sexualmente, cosa que hubiera ocurrido hace mucho tiempo atrás de haber continuado viviendo en dicho Orfanato. Ella dormía a escondidas, para que una vez dormida nadie se le acercara. Así había guardado su integridad intacta, aunque en el grupo de niños y adolescentes abandonados había un chico muy guapo de 17 años, ella no optó nunca por querer probar algo fuera de su alcance mental. Aún conservaba su pureza mental y física. Hasta que un año después... Un grupo de estudiantes universitarios que habían graduado, vinieron a la ciudad donde vivía Marianela, según para disfrutar de unas vacaciones antes de volver y ponerse a trabajar en la carrera que habían terminado en la Universidad. Entre este grupo de veinte estaba el joven graduado en licenciatura en leyes Benjamín Solhonsky, un apuesto e inexperto joven abogado. Sus compañeros, quienes eran mayores, experimentados y muy malintencionados llegaron a la conclusión que les encontrarían a una mujer fácil de vida alegre y se la daría por esta noche. Buscaron a un Gánster de la zona, para que le consiguiera una jovencita hermosa, quien a su vez ya se había dado cuenta de la presencia de Marianela, la había vigilado por más de dos semanas, sabía sus rutinas, e Incluso supo cuál era el escondite de la joven Chica. La atrapó a la pobre chica asustadiza, le vendó los ojos, la llevó al hotel, esta noche, habían dr*gado con algo en su bebida a un joven graduado en licenciatura de leyes para hacerle romper a él mismo los moldes de la ley. Este era Benjamín Solhonsky. Después de que con la ayuda de una maquillista le cambiaran a la jovencita, todos querían estar en el lugar del correctisimo doctor en leyes, Benjamín Solhonsky. Con pesar la empujaron a la habitación, a ella le había puesto algo de sulmifero para adormilarla, para que no saliera corriendo de la habitación de hotel. Benjamín Solhonsky quien ya tenía los efectos del dopaje, ya no aguantaba más, menos al ver a una niña tan hermosa y casi semidesnuda, él era cierto que no había experimentado el sexo con su novia actual, ya que ámbos habían decidido esperar para ese momento. Lo cierto era que las personas solían mentir, las personas con poca ética moral como supuestos amigos con disfraz estaban haciendo todo esto para dañar la reputación del hijo del abogado más famoso, el bufete jurídico de Nueva York. La envidia corroe hasta el alma más pura, lo que se tenía que pasar pasó lentamente o quizás rápidamente. Era bastante raro, en el pasado, sus compañeros intentaron hacer esta treta, sin embargo él mostró resistencia y fuerza de voluntad, pero hoy fue distinto, parecía que él mismo quería sucumbir al deseo carnal de su cuerpo. Benjamín había cerrado la puerta, tras aquellos dejar entrar a la jovencita, después había buscado por todos lados las cámaras ocultas, nadie pudo ver lo que ocurrió allí dentro, Benjamín Solhonsky no se lo permitió. Librando sus propios demonios, Benjamín Solhonsky probó el sexo por primera vez, le encantó lo sucedido, no la forma en la que ocurriera las cosas, si no de como había pasado cada centímetro del cuerpo de la chica en su boca. Mientras que Marianela tampoco sufrió tanto que se diga, ella lo disfrutó tanto como él, en primera persona estaba reavivando tantas escenas que había visto desde su escondite de pequeña. Su molestia, si había mucha molestia, pues la habían tomado a la fuerza, traído a la fuerza u ofrecido a la fuerza a un hombre pervertido, pensó con dolor y rabia. Ella deberá vengarse por esto, siendo la chica tan precavida, ahora no patalearía después de intentarlo y mirar en la mirada de él un deseo interminable, optó mejor por colaborar. Así le dolería menos, pensó siempre molesta a la vez
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