Sin mostrar la tenacidad que tenía, sin perder más los estribos, Líah volvió al hogar de Benjamín. Sus manos temblaban cuando ella regresó, no tenía dinero ni para buscar a su dízque hermana. Y lo peor era ver qué todos hablan hecho lo que ella propuso, ahora se alegraba de haber vuelto a tiempo y sacarla a esa mojigata, pensó con mucho enojo. Al entrar todo era un silencio sepulcral, la misma empleada a la que se le fue la boca iba bajando las escaleras, ella le dijo: —Ven aquí. —Esta medio titubeó y se le acercó. —¿Dónde está mi marido?—Esta chica medio se encorvó, no quería meter la pata y perder el empleo. Necesitaba saber más cosas y esta empleada era la llave a la puerta del saber, pensó con algo de preocupación, "ven" le dijo y la llevó a su habitación, ahí le sacó un par de ar