De repente estoy sobre sus manos, inclinada hacia atrás como en una película de Hollywood de esas románticas donde la chica alza incluso una pierna mientras el galán la reclama frente a todos y se acaba la escena robando una sonrisa del rostro de cada espectador. Pues así, y todavía mejor que eso porque es la vida real para mi. Son los brazos del hombre que amo los que me sostienen y es la posibilidad de caminar juntos otra vez, tomados de la mano como antes. —Estás demente —me río en su boca cuando restriega su nariz en la mía y me levanta para seguir rumbo...no sé a dónde. —Y enamorado —añade. —¿Dónde vamos? Le pregunto dejando que de todos modos me lleve entre la gente que todavía nos mira con sorpresa por su efusiva reacción, y solo me deja saber con un raro gesto...que lo tiene t

