Consternado por la noticia que cabo de recibir, giró mi cuerpo para hablar con Iara. Sin comprender, la busco con la mirada alrededor en todo el despacho; de hecho, fui hasta el sanitario para ver si se encuentra allí, y al no verla me regreso al centro del despacho.
—¿Qué se hizo? —Pregunto en voz alta.
Vuelvo el cuerpo para quedar al frente del teléfono local, me inclino sobre el escritorio y presiono la tecla del intercomunicador.
—Alisa, ¿Viste salir a Iara? —Le pregunto.
—No, señor, por acá no ha pasado nadie —Responde la chica.
No le pregunto nada más. Comprendí que e fue por la misma dirección que llegó. Pero no entiendo por qué razón no se despidió.
En ese instante repica mi móvil y contesto.
—Dime madre —Le digo al ver que es ella quien me llama una vez más.
—Por favor,
