No le respondí de inmediato, esperaba cualquier respuesta, incluso que el bebé en su vientre fuese de un adicto, pero no de él, Denzel Pritzker. Sentí frustración, rabia, deseos de gritar al viento reclamándole por estas casualidades tan tormentosas. Entre tantas mujeres no es justo que el destino me ponga en el camino casi moribunda precisamente a la que ocupa un lugar importante en la vida de él. Mi mayor desgracia. Esto me recuerda a lo que mi madre siempre ha dicho cuando repite que Dios escribe derecho en renglones torcidos.
«Maldición» Reniego en mi cabeza.
«¿Por qué a mí?» Me pregunto.
—¿No va a responder a mis dos interrogantes? —La voz sutil de Iara logra sacarme de mi batalla mental—, dígame ¿Cómo es eso de que va a poner su vida en mis manos? Y ¿De que apoyo es ese al que alu
