Tal como me lo aseguró el comisario, esa misma tarde salió el comunicado en los principales medios de comunicación.
Ver el rostro de Iara me hizo sentir una opresión en el pecho. En el fondo me niego a aceptar que esto sea verdad, solo que el testigo y la prueba que le hicieron a las dos armas no dejan lugar a dudas. Ella y su amiga son las principales sospechosas de la muerte de mi hermano. Debo aceptar que la vida me puso frente a la mujer que me llevaría a la gloria y de un solo golpe me bajaría al infierno que estoy viviendo. Me toca enfrentar mi realidad.
«Debo convertir este amor en odio», me digo en la mente sintiendo una tristeza profunda.
A varios kilómetros de ahí, estando Iara parada frente a un mostrador en una panadería, totalmente distraída sintió cuando un joven llamo s
