Daniel no cabía de la felicidad, su chico, su ángel, su todo, su Benjamin...había aceptado finalmente mudarse al departamento del mayor.
Fueron cuestiones diversas las que dieron lugar a tal acontecimiento.
FLASHBACK
Ben se encontraba en la pequeña biblioteca de su hogar, estaba realizando tareas y no sintió la presencia de su novio hasta que se sobresaltó sintiendo una manos fuertes y cálidas rodearle la cintura, se volteó quedando a escasos centímetros del rostro de su amado, se sonrojo violentamente ante la cercanía.
— ¿Daniel?, ¿qué haces aquí? —preguntó con cierto nerviosismo.
—Quise pasar a ver qué hacías, ya pasaron tres semanas desde lo de tus padres y me preocupa tu estado de ánimo, claro sé que puedes con esto pero en serio que me preocupas —contestó el mayor pegándose aún más al cuerpo de su novio.
—Pues, me siento bien, quiero decir que ya está todo cómo debe de estar, y eso me ha hecho pensar en algo...
El ojiazul dejo la oración en el aire respirando varias veces, preparándose para lo que estaba a punto de decir.
—Me gustaría reconsiderar tu propuesta de vivir juntos…
Eso sorprendió al moreno haciendo que su corazón latiera como loco ante lo que suponía le diría el menor.
—Qui-quiero vivir con-contigo —Lo soltó demasiado avergonzado pues tenía miedo de recibir una negativa ante su atrevimiento, sin embargo lo que recibió fue un sonoro beso propinado por el chico que lo tenía abrazado hace solo unos instantes, se dejó llevar por el beso juntando sus brazos en la parte posterior de la nuca de su amante, acariciando distraídamente el pequeño manojo de cabello que se ubicaba en esa zona, sintiendo como se estremecía por dentro, cada vez que Daniel Sanders lo besaba se sentía completo y de alguna manera eso lo hacía sentirse amado, durante su extremadamente dura y corta vida se había sentido sólo, en términos psicológicos, aun teniendo el amor de sus hermanos le hacía falta el interés sentimental de alguien especial, ese alguien era indudablemente Daniel.
Se retiró del beso que comenzaba a tornarse profundo y salvaje, los labios hinchados y rojos cual cerezas de Daniel lo invitaban a besarlos nuevamente pero se abstuvo teniendo en cuenta la seriedad del asunto que ambos trataban antes de sumirse en un momento íntimo y llenos de sentimiento como lo involucraba un beso.
—De-debo avisarles a mis her-hermanos —explicó Ben en un intento por huir de aquello que comenzaba a hacerse demasiado común en su vida.
—Bien, pero antes quiero pedirte algo... —Ben lo miraba en espera de la petición antes mencionada por su amor- me tendrás que esperar una semana, porque debo redecorar el departamento, me encantaría que fuera aún más acogedor teniéndote ahí cada día, y que tú te sientas cómodo.
Ben no replicó, sabía que si trataba de impedir aquello se volvería una total odisea, no podía replicarle a Daniel, solo se limitó a mover la cabeza de arriba a abajo en señal de aceptación, salió en busca de las personas más importantes en su vida aparte de Daniel para hacerles saber sobre su decisión.
FIN FLASHBACK
Cabe aclarar que Elizabeth pegó el grito al cielo al enterarse de la feliz noticia, alentando a su hermano mayor y recomendándole una marca muy segura de condones que debía usar sí o sí.
Ante lo cual el azabache estuvo a punto de explotar por lo rojo que se puso ganándose a pulso una ronda de carcajadas por parte de los presentes.
La semana había transcurrido demasiado rápido y cabe decir que Daniel estaba conforme con el resultado de la redecoración en su departamento, por lo tanto aguardaba la llegada de su novio, lo cual no tardó mucho pues al instante se escuchó el timbre de su departamento, se levantó rápidamente en dirección a la puerta y abrió encontrándose con el rostro que más ansiaba ver en esos momentos, orbes azules y cabello más n***o que la propia noche.
— ¡Benjamin!, ¡ya estás aquí!, pero por favor pasa —saludó Daniel con una sonrisa boba en el tostado rostro.
—Sí, Emm, ya sabes no quería llegar tarde a mi nueva casa.
"Mi nueva casa" al mayor le gustaba como sonaba eso, por fin su ángel estaba con él, juntos, solos, era todo tan impresionante para Daniel.
No resistió la tentación de abrazar a su ángel, lo estrechó con fuerza y devoción, sintiendo la calidez emanar del cuerpo de Ben.
Lo soltó y lo hizo darse vuelta para confirmar sus sospechas, era inútil esconder los sonrojos que ya eran parte del rostro de su ángel.
— ¿Te he dicho ya lo mucho que te quiero? —preguntó el mayor.
—S-sí, muchas veces y me encanta que me lo digas —susurró el pelinegro.
—Entonces ven conmigo y dame tu opinión, redecoré todo el departamento para hacerte sentir más cómodo.
Benjamin sólo asintió y siguió a su novio por el interior del departamento, había estado ahí anteriormente, sabía que los gustos de Daniel eran extrovertidos, pero le hablaba en serio, las paredes pasaron de colores vivos a colores más neutros y suaves, las lámparas ya no eran tan exóticas, habían sido reemplazadas por otras con un estilo más simple pero elegante, los cuadros mostraban un arte exquisito, jarrones con importante e intrincados grabados egipcios o griegos reposaban en muebles finos color caoba, entró al cuarto de Daniel en el que había dormido algunas noches, ya no existía el rosado o el fucsia, ahora el blanco hueso inundaba su visión, lo más increíble era que no era un color firme, Ben se preguntó cuánto habrían tardado en encontrar pintura con brillo, ¡si, brillo!, pequeños destellos sobresalían de las paredes dándole así un toque al estilo Daniel y daba la sensación de estar en un diamante gigante, el ventanal estaba parcialmente cubierto por gruesas cortina doradas y la vista...La vista era la mejor, las luces de Brooklyn por la noche hacían todo aún más mágico.
— ¿Te gusta?- cuestionó el moreno.
—Me encanta, tiene tu estilo y es agradable —afirmó el aludido.
— ¿Me alegro, que dices si te instalas de una vez?
—Está bien.
El de ojos felinos se aproximó a su nada pequeño armario mostrándole a Ben un espacio grande para acomodar su ropa.
Ben se asombraba al ver el closet tan grande, su ropa era muy poca y estaba seguro de que ese espacio suyo se vería muy vacío.
Elizabeth literalmente secuestraria ese guardarropa si pudiera, mejor no mencionarle nada.
Con ayuda de su novio logró quedar satisfecho con el orden.
Ambos se desplomaron juntos en el mullido sillón del más grande, Ben recostó la cabeza en el pecho de Daniel escuchando sus latidos fuertes, sonrió y se acomodó aún más.
— ¡Bomboncito!, no te duermas.
La advertencia hizo que el pobre chico saltará y se quedará completamente erguido en su lugar.
—Lo siento.
—Perdóname tú a mí, solo quiero que cenes conmigo mi vida —explicó Daniel.
*****
La cena transcurrió como siempre, halagos y piropos por parte de Daniel y sonrojos por parte de Ben, cualquiera que los viera juntos juraría que se podía palpar el amor existente entre ellos como algo vivo.
No dejaron de hablar durante la cena, Daniel contaba chistes muy malos pero que sin duda provocaban la música de su alma y esa era la preciosa risa de su novio.
No habían dos seres más felices que ellos, no habían dos personas más enamoradas que ellos, no había más pareja tierna que ellos, porque para ellos el aquí y él ahora era lo único que importaba, ambos se necesitaban y complementaban como piezas de rompecabezas, uno formando y construyendo al otro, dándose fuerza y valor para enfrentar lo que sea.
*****
—Listo señor, el plan será darles una lección.
—Procuren que no los reconozca, el plan se ejecutará dentro de unos días, déjenle claro que conmigo no se juega, por ningún motivo menciones nombres ni nada.
—Cómo ordene, le avisaremos en cuanto esté hecho.
—Confío en ustedes, espero resultados.
—Créame somos los mejores en esto.