—Daniel para ya, Joe estuvo platicando conmigo mientras tu bailabas con tu amiga —su voz salió irremediablemente dolida.
—Escucha chico —intervino Joe refiriéndose a Daniel— te recomiendo que sepas apreciar a tu novio, te lo digo porque lo viví, yo era un idiota y me enredaba con cualquiera, un día me invitaron a una fiesta y me enrolle con medio mundo ahí, lo que no sabía es que mi novio Patrick estaría también en la fiesta y me vio, por mi estupidez estuve a punto de perderlo pero logre redimirme y al final me perdonó, llevamos dos años de relación y me siento muy feliz, no caigas en lo mismo que yo porque te puede salir muy caro —manifestó seriamente.
Daniel se sorprendió ante las sabias palabras de Joe, ya todo rastro de ira desapareció y solo asintió.
—Fue un gusto conocerte Ben, espero que algún día podamos salir los cuatro, tú con tu novio y yo con el mío —se despidió y salió de la discoteca.
—Benjamin —llamó Daniel.
— ¿Si?
—Perdóname, no fue mi intención dejarte botado, pero esa chica que viste bailando conmigo era una amiga de hace años y no me pude negar, lamento si no te avise fui un idiota- se disculpó el mayor muy arrepentido.
—Te perdono pero prométeme que no lo volverás a hacer y si tanto querías bailar al menos me hubieras dicho así yo no me invento ideas locas en la cabeza —demandó su ángel.
—Te lo prometo.
Una canción comenzaba a sonar y era la favorita de Ben, movió la cabeza un poco.
— ¿Te gusta esa canción? —preguntó su novio.
—Si.
— ¿Quieres bailar conmigo? —volvió a preguntar.
El ojiazul asintió y juntos se movían con gracia y elegancia al ritmo de la canción.
La mirada de Daniel y Ben se conectó haciendo imposible desviar la mirada, era mirar al vacío con fascinación queriendo perderse en el abismo pero al mismo tiempo no hacerlo y en su lugar descubrir todo lo que esos ojos tenían para dar.
La canción hablaba de una manera abierta lo que ambos sentían, nada se comparaba a ese momento, un momento en el que solo existían los dos, en donde Daniel y Ben experimentaban sentimientos nuevos hacia el otro.
La canción era tan pegadiza que se movían con más ritmo y soltura, cada vez más concentrados en ellos, ya nada existía porque al estar juntos se olvidaban de todo para vivir una experiencia única de la que sólo ellos eran partícipes.
Bailaron durante un rato más disfrutando del momento pero como todo empieza así debe terminar, la noche avanzaba y ellos con ella, para su mala suerte Andy, Elizabeth y Daniel casi caían de ebriedad, era hora de irse quisieran o no, con la ayuda de Diane y Steve llevaron a los chicos al auto tratando de no lastimarlos.
— ¡Nos vamos a casa sí! —gritó Elizabeth.
Una vez en el auto Andy e Elizabeth se durmieron mientras Daniel aún estaba algo consciente de lo que pasaba, pero aun así no intentó hacer locuras y se limitó a quedarse sentado en su asiento.
Steve también había bebido pero no mucho porque lo que se sentó en silencio a diferencia de la pelirroja quien tomó el puesto de copiloto, Ben por su parte comenzó a conducir con naturalidad teniendo de fondo la música que antes de llegar a la discoteca venían a cantando.
—Y dime Ben, ¿cómo vas con Daniel? —Diane se caracterizaba por ser muy curiosa y directa.
—Pues según yo vamos muy bien, es decir me siento cómodo cuando estoy con él, me siento en un mundo en el que solo pertenecemos él y yo, me es difícil estar apartado de él y no siento que sea dependencia, es más un sentimiento de......
—Amor —lo interrumpió la pelirroja.
— ¿Qué?
—Amor Ben, lo que sientes por Daniel más allá de un capricho o un juego es amor, no es fácil encontrarlo y mi madre te lo puede corroborar, es cierto que me tuvo a mí y a mi hermano con Valentine mi papá pero su verdadero amor siempre fue Luke.
—Eso me queda claro enana.
—Piénsalo de esta manera: Daniel te quiere y tú a él, se lo has demostrado y aun sabiendo sobre tu pasado te quiere, no te presiona y es amable contigo y con todos, te hace sentir especial de muchas maneras y aunque no lo reconozcas él te complementa.
Ben volteo a ver a Diane con la boca abierta.
—Y tú, ¿cómo lo sabes?
—Simple Ben, Andy y yo experimentamos lo mismo, te acuerdas que cuando nos conocimos yo parecía odiarlo y él a mí, pero contra todo pronóstico nos enamoramos y henos aquí juntos.
—Gracias —no era habitual escuchar al ojiazul dar gracias por un consejo y Diane se sentía feliz de ayudarlo.
— ¡Mi vida!, ¡Benjamin, mi amor! Te quiero muuucho! —la voz de Daniel término con la tranquilidad presente hasta ese momento.
—Si Dan, yo también.
— ¡Diane! ¿Sabías que Ben me quiere mucho? —preguntó vivamente influenciado por el alcohol.
—Me consta Daniel.
—Si lo sé, ¡mi bomboncito me adora y yo a él! —cantó haciendo que con la última línea de su canción Ben emitiera un gritito de incredulidad.
—Daniel compórtate —recriminó el azabache
El moreno hizo un puchero y se volvió a acomodar.
Llegaron a la casa de los Peterson en donde despacio sacaron a todo menos al de ojos gatunos y sin hacer ruido los enviaron a sus habitaciones para que durmieran.
Ben le encargó a Diane que los cuidara mientras él se llevó a su novio al departamento.
Una vez ahí lo abrazó para meterlo a la cama porque el mayor se caía de sueño y borrachera.
Lo cubrió bien y se acostó a su lado sabiendo que al día siguiente tendría una horrible resaca.