Realmente el joven de cabellos color azabache estaba ansioso, pues los días pasaron demasiado rápido y ahora estaba ansioso, el viernes había llegado y con él, el deseo ferviente de ver al mayor.
Faltaban dos horas para que fuera a encontrarse con su cita, decidió pasar el tiempo leyendo, no supo cuándo, pero su hermana irrumpió con toda la altivez de la que era capaz.
— ¿Qué estás haciendo? —preguntó
—Leyendo Lizzy, ¿qué más podría estar haciendo? —respondió.
—Hoy es viernes y por si ya no te acuerdas, hoy tienes una cita con Daniel, no creas que te libraras de él, se ve que le gustas, además no te has dignado a contarnos sobre tu relación con él, ¿crees que ya se me olvido? —la sonrisa de Elizabeth era malvada, sin dudas su hermana no lo dejaría en paz después de esa noche.
–Ya voy Lizzy, y no, no se me ha olvidado que les tengo que decir sobre ello, pero no ahora, iré a bañarme y agradecería que salieras de mi habitación —demandó.
Elizabeth levantó las manos en señal de rendición y salió aparentemente de su habitación.
Benjamin entró a la ducha, le gustaba bañarse con agua fría, extraño, pero no le importaba, después de todo había sido raro desde siempre, sus hermanos y familiares se lo decían a menudo, en el buen sentido claro y eso no lo cohibía.
Terminó de bañarse y salió con su habitual bata, pero se sorprendió al ver a su queridísima hermana sentada en su cama con una bolsa negra en sus manos.
—Elizabeth, ¿qué estás haciendo?, te dije que te lo contaría todo, cálmate, yo no me la paso preguntando sobre tu vida —puntualizó el mayor.
—Eso lo sé, y es verdad que no me preguntas nada, porque a mí me nace contártelo todo, hermano, quiero que tengas la confianza para contarme lo que te pasa, entiendo que quieras privacidad, pero también quiero que me tengas confianza, la misma que yo te tengo a ti, ahora, vas a ponerte esto —le lanzó la bolsa— y quiero verte feliz Gerard, no sabes lo orgullosa que me siento de ti porque al fin estás viviendo, Emily y George son demasiado estrictos contigo, mereces divertirte y conocer chicos guapos.
—Gracias Lizzy, sabes que te amo y también sabes que me cuesta compartir mis sentimientos, pero tienes razón debo confiar más en ti y en Andy, también en Charles, solo...dame tiempo, solo eso te pido —Lizzy solo pudo abrazar a su hermano, porque Ben necesitaba de su apoyo.
—Ahora, vístete —le dijo a su hermano señalando la bolsa, Ben tomó la bolsa y la abrió, adentró encontró unos jeans azules oscuros, una camisa azul y una chaqueta negra de cuero, además completaban el conjunto un par de botas negras.
—Elizabeth, lamento lo que te voy a decir, pero yo no me pondré esto —Ben se odió en ese momento por haberle dicho eso, su hermana frunció el ceño hasta formarse un "v" profunda en la frente.
— ¿Disculpa?, no te pregunté si querías, perdóname hermano pero debes hacerlo, te pondrás eso o de lo contrario no te dejaré salir de esta habitación, ¿entiendes? —la voz de Lizzy era fuerte y segura, un indicio de que estaba hablando en serio.
—Oh vamos Lizzy, solo es ropa —aclaró el pelinegro.
—No sólo es ropa y por lo que pude observar Daniel tiene un gusto exquisito en ropa, no lo decepciones, debes aprender a verte bien, y más si quieres algo serio con él —el argumento de su hermana era válido.
—Está bien, pero solo lo haré por Daniel —sacó de la forma más amable a Elizabeth de sus aposentos y procedió a cambiarse, obviamente sin quitarse la bata. Era inseguro hasta en eso.
Se vio al espejo y se sorprendió al notar que se veía increíble, solo esperaba que Daniel también lo pensará así, trato de peinarse el enmarañado cabello, pero no lo logró, decidió dejarlo de aquel modo y simplemente se aplicó una colonia con olor muy varonil pero agradable y suave, su favorito.
Salió y se encontró a sus tres hermanos en la sala esperándolo.
—Wow hermano, Brillitos quedará encantado contigo —Andy lo miraba orgulloso.
—Si Ben, Daniel estará complacido –Ahora Charles era quien lo animaba.
—Gracias chicos, pero ya debo irme, es tarde y no llegaré a tiempo sí sigo aquí —Tomó su cartera y sus llaves.
—Ve a por él guapo —fue lo último que escuchó antes de cerrar la puerta de la casa.
Caminó, pues le encantaba hacerlo, llegó diez minutos antes de lo previsto, habían acordado encontrarse en Central Park, pues fue ahí donde hablaron formalmente por primera vez, se sentó en una de las bancas y aguardó a que el moreno llegará.
*****
Daniel iba corriendo, llegaba tarde a la primera cita con el joven Peterson, no quería causar mala impresión en ese día tan especial para ambos, pero en especial para el pequeño de ojos azules cual zafiros.
Llegó a Central Park y buscó con la mirada a su chico, lo vio sentado en una banca con los ojos cerrados, se veía tan adorable y tranquilo.
Se acercó sutilmente y se sentó a la par, el joven abrió sus celestiales ojos y lo vio sorprendido pero no se apartó, se enderezó y le dedicó una tímida sonrisa, Daniel estaba más que encantado con el muchacho, se veía que se había esmerado en arreglarse, se veía sexy aunque él parecía ignorar ese hecho.
— Te ves bien cariño —Benjamin se sonrojó ante el cumplido del moreno.
—T-Tú tampoco estás mal —contestó obviamente sonrojado.
—Por favor cielito, yo soy fabuloso —Daniel no perdía la oportunidad de manifestar que se amaba a sí mismo.
—Procura nunca juntarte con Andy, se matarían entre ambos, él tiene el ego por las nubes, y al parecer tú también.
Daniel río ante ello, ¿él con ese rubio teñido?, ni en sus más locos sueños, pero debía admitir que le sorprendía que su chico lo comparara, claro que al moreno no le molestaba.
— ¿Entonces a dónde vamos? —preguntó el ojiazul.
—Vamos a ir al cine —Ben nunca había ido a un cine, cada vez que alguien lo invitaba sus padres se lo impedían porque pensaban que era innecesario perder el tiempo en esa clase de actividades, y cuando Cinthya o sus hermanos lo invitaban no accedía por el trabajo y la academia de cocina.
—Em... Yo no he ido nunca a un cine —lo dijo como si temiera que Daniel lo rechazara por eso.
Pero no, Daniel se sorprendió al escuchar eso salir de los hermosos labios de su pelinegro, pero sonrió para sí mismo, se veía que Ben no conocía muchas cosas, él se encargaría de enseñarle las maravillas de la vida.
–Entonces vamos
*****
Daniel se preguntaba: ¡¿En qué podido momento había aceptado ver esa película?!
Lamentablemente para el mayor, se había dejado persuadir por el vendedor de boletos del cine para que vieran una película de terror, no es que Daniel fuera miedoso, pero debía admitir que esa película le estaba dando escalofríos.
Fueron a un cine pequeño, que reproducía películas a petición del público, podían ser viejas o nuevas, eso no importaba.
Escondió sus ojos, la escena era horrible.
—Daniel ¿estás bien? —El pelinegro lo veía algo preocupado.
—Sí, claro, porque debe... —no terminó de hablar, la película en verdad lo estaba traumando.
Ben se levantó, y como estaban casi en las últimas filas nadie les prestó atención, tomó el brazo de Daniel y lo sacó de allí.
— ¿Tenías miedo? —Daniel quería aparentar que estaba bien, pero en realidad no lo estaba.
—La verdad pastelito, esa película dejó secuelas imborrables en mi mente, gracias por sacarme de ahí, lo siento no creí que esa película podría arruinar nuestra cita.
—No te disculpes, en todo caso fui algo malvado contigo —Daniel se sorprendió al escuchar eso.
— ¿Por qué lo dices?
—Porque me di cuenta que cerrabas los ojos en las escenas, y para serte sincero se me hizo divertido verte asustado, por eso no te saqué antes, pero después no pude soportar verte así de aterrado, así que fui piadoso y te saqué, no pienses en que esto arruinó la cita, en parte conocí al Daniel miedoso —la voz de Ben era suave e inocente al confesarle al mayor que tenía una parte malvada, bueno no tan malvada para el ojiverde.
—Tonto —El mayor le dio un leve empujón al ojiazul.
— ¿Ahora qué hacemos? —preguntó el menor.
—No lo sé... ¿Qué tal si vamos a mi departamento? —Ben se volteó hacia él como si le hubiera crecido otra cabeza.
—No me veas así, es normal que te quiera mostrar dónde vivo, sirve y conoces a Boris—dijo Daniel en tono casual.
— ¿Quién es presi? —preguntó intrigado el ojiazul.
—Mi gato, pero vamos será divertido.
Ben solo seguía a Daniel hasta su departamento que se encontraba en un edificio exclusivo de Brooklyn, Daniel vivía en el último piso, lo cual no extrañaba a Ben, el moreno parecía ser una persona muy ocupada y le sorprendía que se tomara el tiempo para estar con él.
El mayor abrió la puerta de su departamento, al instante un gatito de piel atigrada se lanzó a los brazos de su dueño y este lo comenzó a acariciar.
Lo soltó y fue a por unos tragos.
— ¿Gustas? —Dijo refiriéndose al menor.
—No tomo, gracias —era cierto en sus largos dieciocho años de vida nunca había probado una sola gota de alcohol.
Se sentó en el sofá, que era de un color café claro, las paredes estaban pintadas de colores rosas, azules y rojos.
Daniel se sentó a la par del pelinegro.
—Cuéntame Benjamin, ¿cómo han sido tus relaciones anteriores? —Daniel estaba realmente interesado en la vida amorosa de su nueva conquista.
— ¿Mis relaciones? —Ben no sabía a qué se refería Daniel con esa pregunta.
—Si, a tus relaciones.
—Este...Ya sabes… Pues...Este...Mis padres nunca me dejaban tener pareja, y francamente nunca me he interesado por alguien sentimentalmente —el moreno estaba en shock, su hermoso ángel nunca, NUNCA había tenido relaciones amorosas.
—Perdón, creo que estás perdiendo el tiempo conmigo, soy demasiado inexperto —Ben sabía que él no era suficiente para Daniel.
Antes de reaccionar de manera coherente Daniel se sentó en las piernas del menor.
—Dan-Daniel, ¿qué haces...? —El habitual color rosa estaba más que cómodo en las mejillas del pequeño.
— ¿Así que no te han besado? —Necesitaba saber eso de Ben.
—No, no un beso de verdad.
Benjamin no era bueno mintiendo y menos en momentos como esos.
Daniel se acercó peligrosamente al rostro del menor, y se detuvo cuando sólo los separaban centímetros de distancia.
— ¿Qué estás haciendo? —Ben estaba nervioso y con la garganta seca.
—Nada que tú no quieras —se acercó un poco más y conectó sus miradas: verde-dorado con un azul algo oscuro, Daniel se maravilló al notar como cambiaban las tonalidades de los ojos del chico que tenía enfrente.
— ¿Y cómo sabes lo que quiero?
—Por qué lo veo en ti.
Sin esperar nada el mayor se lanzó a los labios del menor quien estaba paralizado, no sabía cómo besar, pero los labios de Daniel se movían lentos en espera de que él se animara a seguirlo.
Con algo de inseguridad Ben comenzó a mover los labios despacio, saboreando la bebida que Daniel estaba tomando anteriormente, una mezcla muy tentadora para el chico, que se aferró a la camisa del moreno, mientras el otro entrelazaba los brazos en la nuca del pequeño.
Un gemido por parte de Ben hizo que entreabierta más los labios y eso el mayor lo aprovechó para introducir su lengua en la cavidad bucal del menor, explorando y finalmente encontrando la lengua del otro que salió tímida al principio y desesperada por más contacto después.
Era un beso fuerte pero suave y cargado de sentimientos a la vez.
Daniel descubrió que podía ser adicto a esos labios suaves y virginales o buenos ahora ya no tan virginales de Benjamin.
Se separaron para poder respirar.
Las mejillas de Ben estaban arreboladas en rojo, una escena demasiado tentadora para Daniel que no dudó en volver a repetir la gloriosa sensación de besar a Benjamin Peterson.
—Eso fue... —Daniel no sabía cómo describir ese beso.
—Como visitar el paraíso —Ben había logrado encapsular en una frase lo que Daniel sintió.
Estuvieron otro rato dándose besos: pequeños, salvajes, tiernos, no importaba cuántos se dieran, la sensación era como si se estuvieran besando por primera vez.
—Daniel debo irme, es tarde —Ben no quería irse, pero debía hacerlo.
—Está bien, duerme bien mi ángel —Daniel lo despidió en la puerta de su casa.
—Tú también Daniel —y en un arrebato de valor se acercó al moreno para darle un último y apasionado beso.
*****
Llegó corriendo y con una sonrisa boba en el rostro.
Las luces de la casa estaban apagadas, entró sigiloso y se adentró a su habitación, se tiró a la cama recordando todo lo que sucedió y se tocó los labios imaginando como se había besado con Daniel.
Un sonido proveniente de su teléfono lo sacó de sus pensamientos.
"Espero que lo que pasó hoy en mi departamento sea un recuerdo feliz y glorioso para ti como lo fue para mí, descansa mi bello ángel, que yo estaré soñando contigo y tus besos.
Att: Daniel Sanders un loco enamorado de tus labios."
Se apresuró a responder.
"Gracias por brindarme la mejor noche de mi vida, descansa Daniel.
Att: Ben un inexperto besador."
Después de ese mensaje se metió bajo las mantas sin cambiarse.
Se durmió con la imagen de un par de ojos gatunos pertenecientes a un hombre que estaba cambiando su vida.