— Eso no es relevante — afirmó mientras se retiraba de la sala, intentando evitar mi pregunta.
— No, no, no — respondí, apresurándome a seguirlo y sujetándolo por la camisa, una de sus prendas preferidas. La agarré con tal fuerza que se escuchó el crujir de la tela, y sus ojos se dirigieron inmediatamente hacia mi mano, donde se reflejaban tanto enojo como impotencia. Sin embargo, eso no me preocupaba, ya que solo quería comprender por qué deseaba echarme a la calle y dejarme sin un futuro prometedor. Si realmente decidía divorciarse de mí, me despojaría de todo.
— Porque nunca te he amado, nunca, Nala. Me casé contigo porque la mujer a la que siempre he amado ni siquiera me miraba, ni siquiera me devolvía el saludo de buenos días, mientras tú... — exclamó, gritándome en la cara. Su saliva impactaba en mi piel, y su respiración chocaba contra la mía, mientras mi cuerpo temblaba bajo su furia e indignación por haber desgarrado una de sus camisas favoritas. Este incidente había sido el detonante que lo llevó a revelarme toda la verdad.
》Me sonreías de manera ingenua, me seguías constantemente, y era tan evidente que deseabas ardientemente un poco de mi atención. Cada vez que me veías, te sonrojabas, actuando como una joven descontrolada, desbordante de un amor ficticio que solo habías creado en tu mente. Nunca te he amado y no te amo ahora, nunca he sentido nada por ti, a pesar de nuestros diez meses de convivencia.
》Me casé contigo para provocar los celos de tu hermana, sí, de tu hermana que ni siquiera compartía un simple saludo conmigo. Me sentía herido, frustrado, como un vacío. Zola ni siquiera me notaba, era como si mi presencia no le causara ninguna emoción, sin importar cuántas veces intenté cortejarla o cuántas veces le dije que la amaba, ella nunca mostró el más mínimo interés hacia mí y sus respuestas siempre fueron negativas. Por eso, un día le juré que vendría hacia mí, que se daría cuenta de que el único hombre que la amaría verdaderamente sería yo. Es por esta razón que decidí provocar su celos al estar contigo.
》Pensé que al utilizarte para hacerle daño, finalmente abriría los ojos, pero eso no sucedió, especialmente cuando le anuncié que me comprometería contigo y que la perdería. Eso no la afectó, por eso decidí casarme contigo, para ver si realmente sentiría arrepentimientos por no haberme escuchado. Ella fue la única mujer que me rechazó de manera tan cruel, la única que no se arrodilló a mis pies y no suplicó por tenerme. Sin embargo, a pesar de mi matrimonio contigo, continué persiguiéndola. Nunca lo notaste, porque estás tan ciega y sumergida en tu mundo de fantasías, afirmando a todos que nuestro matrimonio es perfecto y que somos felices, cuando no es la verdad.
》Sin embargo, tus habladurías han dado sus frutos; ella se dio cuenta y se dio cuenta de la hermosa oportunidad que dejó pasar. Me confesó que sentía algo por mí, pero que sus estudios siempre habían sido prioritarios sobre mí, que no me prestaba atención porque pensaba que no la esperaría, y cuánto le dolió verme casarme con otra persona.-No, no, no— dije negándome a creer lo que él decía.
— Sí, Nola, ahora que he tenido la oportunidad de conocerla más de cera y ella se ha abierto conmigo, no permitiré ni un segundo más para proponerle matrimonio. No voy a desaprovechar esta ocasión de estar con la mujer de mi vida. No permitiré que arruines esta oportunidad de alcanzar la felicidad; tú solo fuiste una decisión desafortunada, un mal plan que me ha costado mucho. Ahora que finalmente he logrado convencerla de casarse conmigo, no permitiré que lo eches a perder.
—Escúchame, considera la oferta que te estoy haciendo de marcharte de aquí y vivir en libertad, porque si no lo haces, sufrirás las consecuencias y tu vida no tendrá sentido, convirtiéndose en una carga para tus padres, si es que deciden aceptarte de nuevo, lo cual dudo.
En su rostro se reflejaba el alivio; finalmente se había desahogado y sus verdaderos colores comenzaban a manifestarse. Claros, como la luz que aparece tras un prolongado periodo de oscuridad. Ya no se percibía el remordimiento inicial, ya que no ocultaba su verdadero ser y era consciente de que, como hombre, tenía todas las de ganar, mientras que yo todas las de perder. Entonces, ¿qué podría hacer yo?
Esta pregunta no dejaba de resonar en mi mente, incansablemente, mientras me encontraba en el suelo, llorando de manera desesperada. Mis sollozos desgarradores no lograban callarse, ya que era consciente de que nadie me oiría en esta casa de cuatro paredes, aislada de los demás, sola, sintiéndome vacía, inferior y sin valor. Mi hermana me había robado al hombre de mis sueños, había tomado lo que me pertenecía. ¿Cómo podía hacerme esto? Sabiendo que si nosotras, las mujeres, nos divorciamos, no seríamos nada, viviendo como cargas, apartadas de la sociedad, tratadas como insectos sin valor.
Después de horas en las que mis llantos se habían apagado y mis ojos se habían vuelto hinchados y rojos, logré, sin fuerzas, levantarme de mi posición encorvada. Mis piernas me dolían, y el calambre en mis rodillas no era tan doloroso como el sufrimiento de mi alma. A duras penas, había llegado a la casa de mis padres, corriendo con desesperación y angustia, buscando consuelo en sus brazos.
Sin embargo, la acogida que esperaba de mi madre fue totalmente diferente de lo que había imaginado. Al contarle lo que Hakin me había dicho sobre el posible divorcio, ella me abofeteó con una de sus manos, gritándome mientras me golpeaba la cara.
—¿Cómo osas venir a mi casa y traerme tal deshonor? No eres más que una persona inútil. Nadie más que tú es responsable de que Hakin se haya casado sin amarte, comportándote siempre como una persona a disposición hasta que ese pobre chico no tuvo otra opción que casarse contigo. Todo el mundo sabía que él estaba interesado en tu hermana, pero ella estaba tan concentrada en sus estudios que decidió rechazarlo, y él tuvo que conformarse contigo. Ese es tu problema, es tu culpa no estar a la altura de tu hermana mayor. Mírate ahora, una carga para la sociedad, nadie te querrá. ¿Quién te apoyará? ¿Qué será de tus estudios? No pienses que nos haremos cargo de tu situación, y afortunadamente tu padre no está aquí, porque ya te habría echado. Ahora, sal de aquí y nunca vuelvas a mostrar tu cara en este lugar, no quiero que el nombre de mi familia se vea manchado por tu culpa.