Mujer Vil

1108 Words
Un año y siete meses habían transcurrido en su totalidad, y aún no había logrado escapar de aquel infierno. Tal vez por cobardía y miedo, ya que indudablemente había quedado traumatizada tras el intento de Roger de arrebatarme la vida ahorcándome. Quizás por esta razón decidí inclinar la cabeza, guardar silencio y someterme a las exigencias de Angela, a las tareas que se me imponían y a las miradas lascivas que Roger aún me dirigía. Aunque él no había intentado tocarme nuevamente, cada vez que percibía que podíamos quedarnos solos en un lugar, siempre seguía a Angela; no optaba por permanecer en la misma estancia que él, a pesar de que su mirada me comunicaba todo lo que debía saber: aún me deseaba, y de no ser por su madre, sin duda me habría abusado en numerosas ocasiones. Mi cuerpo, mi rostro y mi mentalidad ya no correspondían a los de una adolescente de diecisiete años, casi a punto de cumplir dieciocho primaveras; en cambio, sentía cómo mi alma y mi cuerpo envejecían día tras día, a causa de los arduos trabajos, la mala alimentación y las noches en vela. En un día como hoy, contemplaba uno de los muchos vestidos que había traído de mi pueblo, y notaba que ya no me quedaban ajustados, sino holgados, tan amplios que dos personas de mi misma talla podrían llenarlos. Sentada en mi cama, me deshacía de las trenzas que ya se mostraban deshechas, y aunque mis manos y mi cuerpo se sentían sumamente fatigados, eran las nueve de la noche y debía hacerlo, pues sabía que al día siguiente habría mucho que hacer en la granja. Mi cabello se veía más largo, pero al mismo tiempo maltratado, ya que no contaba con los productos necesarios para proporcionarle el cuidado adecuado; lo único que utilizaba para lavarlo era el mismo jabón con el que me bañaba, y nada más. Así había sido desde que ocurrió todo, y en cuanto a otras partes de mi cuerpo, podría sin duda trenzar si así lo deseaba, pues no había tocado aquellos vellos púbicos por falta de medios; sin embargo, eso era lo de menos, ya que no era como si lo necesitara o como si hiciera uso de esa parte. Sacudí la cabeza, tratando de olvidar ciertos aspectos de mi vida que no valía la pena recordar, pues no era como si pudiera solucionarlos en ese momento. Continué desenredando mi cabello con calma, descansando mis brazos de vez en cuando por el cansancio, pero con la firme intención de terminar y trenzar mi cabello nuevamente, ya que Angela me lo había dejado muy claro una vez que, por el agotamiento, me había quedado dormida sin darme cuenta, y al día siguiente, la voz de Angela me había despertado. Me encontraba en una situación incómoda, ya que me recriminaban por la apariencia de mi cabello, argumentando que no me permitirían ingresar a su cocina en ese estado, pues consideraban que era inaceptable y que mi cabello podría contaminar la comida y su hogar. Ante tal circunstancia, me vi obligada a trenzar mi cabello rápidamente para poder cumplir con las tareas del día. El bullicio proveniente de la puerta de mi habitación interrumpió mis pensamientos; reconocí la voz de Ángela, que parecía estar llorando. Me levanté de la cama y acerqué mi oído a la puerta para escuchar con mayor claridad. —Ay, no puedo creerlo —se escuchó su voz quebrarse en llanto, mientras se limpiaba la nariz. —Lamento profundamente la pérdida de Aadhila, una mujer tan fuerte, llena de vida y apasionada por la naturaleza. Y, tan joven, ¿quién podría haber imaginado que sufriría un paro cardíaco? Sí, exactamente, nadie podría haber anticipado algo así. Por eso lamento tanto tu pérdida; sé cuánto amabas a tu esposa, sé que ella era tu sol y… Ay, lamento mucho por ti, Jarsha Kumar, y por la pequeña y frágil Saachi; me imagino lo devastada que debe estar —hubo un momento de silencio que indicaba que la otra persona al otro lado del teléfono estaba hablando. 》Por favor, dile a mi pequeña Saachi cuánto lamento la pérdida de su madre, que estaré aquí para ella y que seguiré siendo como su segunda madre. Además, dile que mi Roger también lo siente mucho y que nosotros también lamentamos la muerte de una buena amiga como su madre, una verdadera guerrera… 》Jarsha, te invito a regresar a Trinidad. Ven a pasar estos días de soledad en tu país, rodeado de tus amigos. Sé que te gusta estar en compañía de tu ganado y de la naturaleza. Además, un cambio de entorno sería extremadamente beneficioso para Saachi. Te aseguro que sería mejor para ti estar donde perteneces. Confía en tu buena amiga. Por otro lado, el trabajo en la granja podría mantenerte ocupado, lo cual sería de gran ayuda en este momento. 》Te esperaré con ansias, cuídate, y hasta muy pronto. He oído el grito de Angela, que parecía saltar de alegría tras la muerte de esa mujer. ¿Podría Angela ser tan cruel y desprovista de corazón? En ese momento, me percaté de que ella había estado simulando su llanto, presentándose ante aquel hombre como si estuviera sufriendo, mientras que en realidad celebraba la muerte de su esposo. —Qué mujer tan vil. —Roger, Aadhila finalmente ha fallecido. ¿Sabes lo que eso significa? exclamó de nuevo, con una voz llena de emoción y vivacidad que nunca había escuchado antes. 》Ahora, nadie se opondrá a tu matrimonio con Saachi. Esa desafortunada finalmente se ha ido, después de tantas luchas y resentimientos hacia nosotros. Esta es nuestra oportunidad, hijo mío. Jarsha te quiere profundamente, eres como su hijo. Ahora que está de luto, es el momento ideal para convertirte en su fiel compañero, su mano derecha, para aprender de él y ganar aún más su confianza. En poco tiempo, te casarás con ella, y nuestras tierras se unirán. —Sí, madre, es nuestra oportunidad. Sin duda, Saachi querrá casarse conmigo, y como ella es una mujer, todo caerá en mis manos. Sin lugar a dudas, es una de las mejores noticias que he recibido en mucho tiempo. —Esa es la actitud que debes adoptar, hijo mío. Solo debes tener cuidado con esta mujer. No olvides que una mujer celosa es capaz de todo. De todos modos, estaré atenta a ella para que no intente nada ni diga nada. Nadie vendrá a arruinar esto. Suspiré ante sus palabras, dándome cuenta de que quizás había sido demasiado ingenua y ciega en el pasado al enamorarme de un hombre tan insignificante como Roger.
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