Buena Chica

1138 Words
El día anterior había sido un alivio para mi, había sido el día menos ajetreado, Había consumido alimentos en dos ocasiones, y la atención no se había centrado en mí, lo cual resultó ser liberador. Sin embargo, como suele suceder con toda felicidad, ese momento llegó a su fin. Un nuevo día había comenzado, y desde las cuatro de la madrugada fui despertada para limpiar la casa y encargarme de la granja en su totalidad, mientras ella regresaba a su habitación para continuar durmiendo. Observé a mi alrededor, encontrándome sola en la casa, con la inmensa oportunidad de simplemente marcharme, de correr con la mayor rapidez posible para no ser alcanzada. Pero, ¿hasta dónde podría llegar? Quizás no muy lejos; era evidente que me perdería, y además, moriría de hambre rápidamente. Mis energías no eran óptimas en ese momento, y aunque había comido dos veces el día anterior, eso no me proporcionaba la energía necesaria para correr con suficiente ímpetu. Reflexionando sobre todos los inconvenientes de escapar sin haberlo planeado con antelación y sin estar en absoluto preparada, suspiré pesadamente. Sabía que, a pesar de mi desesperación por abandonar aquel lugar, no podía simplemente correr hacia la puerta sin un plan, sin dinero en mis bolsillos y sin provisiones que me sustentarían en la calle, en calidad de fugitiva. Negué con la cabeza, desechando cualquier pensamiento de fuga. En contraposición a lo que mi mente me instaba, me dispuse a limpiar la casa en silencio, ahogando todo tipo de pensamientos en lo más profundo de mi ser y reprimiendo el nerviosismo que me invadía al considerar las posibles consecuencias de un fracaso. Después de haber limpiado la casa, me encontraba en el gallinero, en ese momento, escuché una voz aguda que interrumpió mis pensamientos mientras recogía los huevos de las gallinas. Al voltear, me encontré con lo que parecía ser Saachi, quien lucía un vestido corto de flores, con una sonrisa acogedora en su rostro. Su cabello caía suelto sobre sus hombros, mientras sus manos jugueteaban con lo que debía ser el nuevo collar que Roger le había obsequiado el día anterior. — Buenas tardes —pregunté, algo confundida al verla de pie detrás de mí. Mi mirada recorrió el lugar en busca de Angela o, al menos, la presencia de Roger; sin embargo, ella estaba allí sola, luciendo alegre y llena de vida, sin ningún signo de agobio. — Ayer no me presenté adecuadamente, mi nombre es Saachi, vivo en la finca de al lado —dijo, señalando con los dedos— bueno, un poco más lejos de aquí; no podrás verlo, ya que el territorio de mi padre es bastante amplio, extenso sería la palabra. — Es un placer conocerte, Saachi —respondí, sintiéndome algo incómoda con su presencia decidida a continuar con mis labores, pero al parecer ella no tenía mucha intención de marcharse. — Y, ¿cuál es tu nombre? Lo pregunto porque nadie te ha presentado; solo sé que trabajas aquí porque tus padres han fallecido y, bueno, eres huérfana. Me da curiosidad saber más sobre ti —dijo mientras se ponía en cuclillas y me ofrecía una sonrisa que me hacía sentir culpable por no quererla cerca, sintiéndome como una mala persona mientras ella solo intentaba hacer amistad. — Mi nombre es Nala —respondí, devolviéndole una sonrisa amigable mientras continuaba con mi trabajo. — Oh, es un nombre precioso; me gusta, es corto pero suena tan dulce. — Gracias, el tuyo también es muy bonito. — Oh, eres tan amable. ¿Cuántos años tienes? No, no me digas, déjame adivinar —dijo, colocando un dedo sobre sus labios mientras pensaba— ya sé, tienes veinticuatro años. Permíteme explicarte por qué antes de que me confirmes. 》Tu rostro parece muy maduro, tus rasgos físicos transmiten una impresión de esa época, además, eres muy madura, discreta y reservada, y también noto que eres una persona muy estudiosa. Al igual que yo, supongo que tenemos la misma edad. — En realidad, tengo diecisiete años y en unos meses celebraré mis dieciocho primaveras — dije con una sonrisa tímida y avergonzada. — Oh, lo siento mucho, pareces mucho mayor, pero aún eres una niña — sonrió ella, ligeramente incómoda, mirándome de arriba abajo. — Realmente me equivoqué sobre tu edad. De hecho, Roger y yo tenemos muchos más años que tú. No sé si estás al tanto de que Roger celebrará su cumpleaños mañana, pero... —Si, lo sé, su cumpleaños es mañana — respondí inconscientemente, sin pensar, y su rostro se transformó en una expresión de sorpresa, frunciendo ligeramente el ceño. — Oh, ¿lo sabes? — preguntó ella mirándome directamente a los ojos. — Sí, estoy aquí desde el año pasado y creo que fue en esta época cuando Angela lo felicitó y le cantó la canción de cumpleaños por toda la casa, tal vez por eso recuerdo que es mañana — mentí al ver la curiosidad y la incomodidad en su rostro ante la idea de que conocía ese detalle. — Bueno, como sabes, mi querido Roger cumplirá veintisiete años mañana, pensaba ir a un bar con él y pensé en llevarte como amiga, pero, mmm... no eres mayor de edad — expresó ella con una mirada triste mientras hacía gestos con los labios. — No te preocupes —dije, levantándome de mi posición mientras recogía todos los huevos de las gallinas. — No es importante para mí asistir a fiestas, pero de corazón espero que las disfruten; sé que le vendría bien despejar su mente —expresé con sinceridad. — ¿Qué haces aquí atrás? ¿Sabes cuánto te he buscado? —Angela apareció a nuestro encuentro, luciendo preocupada, pero sus ojos no estaban en mí, sino en Saachi, escaneándola en busca de su bienestar o de cualquier señal de que estuviera herida. — Oh, solo vine a conversar con la chica del servicio; sabes que estoy sola y quería hacer amistades —dijo, encogiéndose de hombros, y su tono de voz adoptó el de una niña pequeña caprichosa. — Sí, pero debiste informarme; te busqué por toda la casa. Además, Nala está trabajando y tiene mucho que hacer hoy —respondí mientras la tomaba de las manos y pasaban a mi lado, aunque la mirada que Angela me había dedicado dejaba mucho que desear. — ¿Te dijo algo que te incomodara? —la escuché preguntar mientras se alejaban, y no pude evitar tragar con dificultad, aunque sabía perfectamente que no había dicho nada imprudente hacia Saachi. — Oh, no, es una chica muy dulce y reservada; realmente me gustaría tenerla como amiga, ya que estaré aquí por mucho tiempo. Pude respirar con alivio ante aquella respuesta, caminando a pasos lentos detrás de ellas, pues debía dirigirme a la cocina y comenzar a preparar la comida del mediodía.
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