Capítulo 14. Comienza el ir y venir

3813 Words
Me giro rápidamente y veo la cara de la señora Flor a través de los barrotes de las escaleras y veo que está preocupada, subo lo más veloz que puedo y cuando entramos en el apartamento mi madre está desmayada sobre un brazo en la mesa, con la mano derecha se agarra su pecho, entonces tomo el teléfono y me doy cuenta que no sé a dónde marcar, entonces la señora Flor me dice que ella ha tiene un número pero no recuerda cual es, ella sale a toda carrera hacia arriba a su apartamento, segundos después baja con una tarjeta en la mano, me dice que marque a ese número y veo que es el número para marcar a la policía, la miro con un poco de recelo, pero ella me aclara que también sirve para cualquier emergencia, así que no lo dudo más y marco, de inmediato me responde una operadora: -        Buenas tardes, ¿Cuál es su emergencia? -        Buenas tardes, es mi madre, no sé qué le ha pasado -        ¿En dónde se encuentra? -        En mi casa -        Si señor comprendo, por favor regáleme su dirección. -        Si esto es Calle 146C # 91 -45. -        Regáleme su nombre y el de la paciente -        Gracias soy Daniel Contreras y mi mamá es Rebeca Contreras. -        Muchas gracias, ¿Puede contarme los hechos por favor? -        Sí, mi mamá y la vecina fueron atacadas en el parque por unos delincuentes, mi mamá llego agarrándose el pecho, y después se desmayó sobre la mesa. -        Claro que si le comprendo, en éste momento estoy enviando una ambulancia a su vivienda, por favor no toque la paciente y verifíqueme por favor, ¿su madre cuenta con afiliación a servicio de salud? -        Si, somos nivel uno de seguridad social. -        Comprendo, muchas gracias por la información, por favor mantenga la calma ya en unos siete minutos estará la ambulancia en la puerta de su casa. -        Edificio. -        Correcto, regáleme el número del apartamento y prepárese para recibir a los paramédicos en la puerta por favor. -        Si señora, es el 301 gracias. -        Con gusto, ¿Hay algo más en lo que pueda ayudarle? -        No de momento, gracias. Me meto a la habitación y abro el cajón de la mesa de noche de mi mamá, saco un buen montón de dinero de los improvistos, recojo los documentos míos y los de mi mamá y regreso a la sala donde me espera la señora Flor, a los segundos alguien timbra, bajo a toda carrera y le abro la puerta a un par de hombres con chaqueta con franjas blancas y azules que preguntan por mí, entonces les indico que soy yo y que por favor suban, ellos suben rápidamente con una camilla y cuando llegan lo primero que hacen es verificar que tenga pulso, luego mientras preguntan los hechos y se los narra la vecina, ellos preparan la camilla y con cuidado agarran a mi madre por debajo de los brazos, giran la silla donde ella estaba sentada, el otro hombre la toma por los tobillos y la acuestan en la camilla, revisan los demás signos vitales con el  aparato que siempre llevan los médicos y escucho que entre ellos murmuran que no hay pulso suficiente, intentan realizar maniobras de reanimación mientras nos preguntan hace cuánto está así, les decimos que unos diez minutos en promedio, le ponen un aparato con máscara y una bomba como de aire  sobre la cara, el otro hombre presiona el pecho de mi madre, revisan signos en su muñeca, intentan nuevamente y al cabo del tercer intento el que toma los signos indica que hay pulso pero es débil, entonces ellos amarran a mi mamá a la camilla y salen del apartamento, la señora Flor sale detrás de ellos y yo también, cojo mis llaves y cierro la puerta, le agradezco su apoyo y le cuento que le estaré contando en cuanto pueda, ella comienza a subir las escaleras mientras observa cómo van bajando a mi madre por las escaleras, yo voy bajando detrás de ellos y al llegar al primer piso me adelanto para abrir la puerta. Al salir a la calle veo las luces rojas y azules de la ambulancia, también me doy cuenta que hay una tercera persona, es una mujer la que conduce, ella ve a los dos hombres cargando a mi madre y se baja para abrir las puertas traseras, meten a mi madre dentro de la ambulancia y luego se sube uno de ellos, el otro se va al asiento del copiloto y la mujer me pide que suba también en la parte de atrás, ella cierra las puertas y se sube al asiento del conductor, arranca la ambulancia y salimos a la mejor velocidad que permiten las calles del barrio, el día ya estaba oscuro, ahora parece que anochece, miro la hora en mi reloj y veo que van a ser las cinco y media de la tarde apenas, pero parecieran casi las siete de la noche, no sé a donde nos llevan, al cabo de unos diez minutos más la ambulancia disminuye la velocidad, se detiene y comienza a ir en reversa, un minuto después se baja la conductora, el paramédico que va conmigo abre la puerta y me pide que baje, el otro hombre aparece de la nada y saca a mi madre en una camilla con ruedas que estaba debajo de la camilla a la cual mi mamá estaba amarrada, la sueltan y con ayuda de la conductora sacan esa camilla de plástico debajo de ella, quedando solamente en la que tiene ruedas, luego se meten a urgencias los dos paramédicos hombres y la conductora me dice que por favor vaya adelantando el papeleo, ella cierra la ambulancia mientras yo atravieso las puertas de urgencias, luego le pregunto al vigilante que debo hacer ya que mi madre va en la camilla que acabaron de entrar, el me indica que debo dirigirme a la caja para hacer el ingreso, después de pararme un rato en la ventanilla y de responder cuanto me preguntaron quiero saber de mi mamá, pero me dicen que por favor espere en la sala de espera. Me siento en una de las sillas azules plásticas y veo cómo pasa el tiempo en el reloj grande y redondo que está colgado encima de la recepción y las cajas. Pasa más de media hora desde que ingreso mi mamá con los paramédicos cuando los veo salir, se acerca uno de ellos a mi y me dice que han logrado estabilizarla pero que se encuentra en observación, me hacen llenar un formulario donde se aclara que fueron enviados por el servicio de emergencias, luego les agradezco, les entrego la tabla con sujetapapeles y el formulario, ellos se despiden de mí y me quedo de nuevo solo esperando, mientras pasa el tiempo pienso en lo que ha sucedido, aparece como en cámara lenta en mi cabeza, hago una oración en la cual me siento hipócrita, ya que esa misma mañana estaba renegando del cielo y lo divino, sin embargo no sé que más hacer ni con quien comunicarme, no tengo nadie más a quien recurrir, nunca he conocido familiares de mi madre, y tampoco tengo amigos a los cuales llamar en busca de una palabra de aliento, Miguel está también en el hospital y de Camila no tengo el número a pesar de todo el tiempo que ha pasado, me prometo firmemente conseguir su número lo antes posible. Reviso en mi cabeza las palabras de la vecina, y entonces estoy decidido, no pude denunciarlos en la junta de vecinos, pero los voy a denunciar a la policía, van a pagar esto que han hecho,  justo cuando estoy pensando en eso sale una doctora con un uniforme azul aguamarina, y una bata blanca, lleva gafas y tiene el cabello cogido en una moña, entonces empieza a llamar a los familiares de varias personas, las cuales van acercándose a ella y pretenden entrar, pero ella los detiene en la puerta a los consultorios y les da un informe del estado de cada uno de los internados, pasan dos, tres personas y llama el nombre de mi madre, me levanto y me acerco a la doctora, y ella me dice que el estado de mi mamá es grave, que de momento está estable pero es bueno que hable con ella ahora que está consciente, entonces quiero entrar y me detiene, me indica que la espere en un costado mientras ella termina de llamar a los demás familiares de los otros pacientes, entonces me recuesto contra la pared sin quitarle los ojos de encima a la doctora, pero con cierta distancia para que los demás llamados no se sientan incomodos. Al cabo de cuatro personas más, ella me llama y me indica que la siga, atravesamos las puertas de los consultorios, cuando entramos veo que en estamos en un pasillo frente a otra recepción donde se encuentran unas enfermeras revisando una documentación, médicos van de aquí para allá, algunos a la carrera, otros solo caminan, veo a algunos con uniforme como el de la doctora a la que sigo, y otros con un uniforme azul oscuro, a algunos los veo con un uniforme vino tinto pero ninguno está quieto, todo el ambiente es de tensión y agilidad, a la derecha veo una sala grande con varias camillas donde algunas tienen las cortinas corridas totalmente, en otras solo están a medio cerrar, algunos pacientes están con tubos tanto en sus caras como en sus brazos, otros tienen vendas y bolsas con líquidos en algún costado de sus camas, todos los que están acostados comparten una expresión de sufrimiento, y los que se desplazan con uniformes comparten la preocupación, seguimos caminando y una aseadora intenta secar el área que acaba de trapear, la doctora la evita rápidamente y llegamos a otra sala grande con más camillas también a la derecha con varios pacientes más, luego de entrar a la sala giramos a la izquierda y al lado de una camilla vacía veo a mi madre que ya le tienen conectados un monitor de signos con una línea de color verde que sube y baja siguiendo un patrón, también está conectada por unos tubos a una bala de oxígeno, y mientras me acerco ella me sonríe, la doctora luego nos dice: -        Los dejo un momento, en unos diez minutos estaré pasando, no es una visita, así que sean concisos con lo que tengan que hablar, ¿De acuerdo? -        Si doctora. Ella gira sobre sus talones y sale con el mismo paso con el que me trajo por el pasillo. -        Hola mamá, ¿Cómo se siente? -        Hola mijo, bien gracias, un poco cansada no más y triste más que todo. -        Entiendo mamá, por favor descanse -        No mijo, le pedí el favor a la doctora que lo dejara pasar para poder decirle algo -        ¿Qué es mamá? -        Mire lo de los muchachos esos, ya deje eso así, prométame que no se va a meter en líos, ya no importan las cosas, lo importante es la vida. -        Mamá, no le puedo prometer eso, porque ya no hablamos solo de cosas, usted está aquí hoy por culpa de ellos, y el otro día me amenazaron también. -        Si mijo, yo lo sé, pero no busque más esos problemas, prométame, prométame que se va a alejar. Me quedo callado un momento, agacho la cabeza y me siento mal por lo que voy a hacer, pero le tengo que decir mentiras a mi mamá, así que cruzo los dedos de mi mano izquierda y mientras con la derecha agarro su mano y le digo: -        De acuerdo mamá, se lo prometo. -        Gracias mijo, lo otro es que yo sé que a usted no le interesa, nunca lo ha necesitado, pero quizás un día quiera saberlo. -        No mamá, por favor no lo diga. -        Déjeme hablar mijo, tengo que decirle Me quedo callado, respiro profundo y asiento con la cabeza. -        Su padre, el que me embarazó, se llama Daniel Carmona, le puse su nombre para recordarlo, en ese momento él era muy joven y yo también, cedimos a nuestros impulsos, bueno, el me obligo un poco porque yo sabía que no debía dejar que algo así pasara con mis clientes, pero él me acosaba, me presionaba y un día me tomo por la fuerza, y mientras sus padres no estaban pasó todo, él me empezó a buscar más seguido de manera que yo sin querer comencé a corresponderle, pero su mamá nos vio una tarde, vio mi barriga y quería echarme de la casa, él se opuso diciendo que tendría un hijo suyo, pero cuando la mamá de él escuchó eso, fue como si hubiera hecho explotar una bomba y con más decisión me echó a la calle, su esposo me vió y fue a reclamarle a ella, entonces cuando ella le contó lo que sucedía en vez de ayudarme me dio una cachetada diciendo que no podía permitir que su familia se dañara de esa forma y que dejara de calumniar a su hijo, al fondo yo lo veía a él forcejeando con su madre, luego su papá se devolvió y de un solo golpe lo dejó inconsciente, me tiraron mis cosas en la cara y me amenazaron con que no volviera, o me podría ir peor. – Sus ojos se llenaron de lágrimas - -        Mamá, pensé que mi padre la había abandonado sin más, pero esto que me cuenta es gravísimo, ¿Por qué no los denunció a la policía o ante alguien más? -        Mijo, usted sabe que la policía no es que nos crea mucho a nosotros los pobres, y yo solo era una empleada en una casa de ricos, ¿A quién cree que le iban a creer? -        Pues tiene razón, pero aún así… -        Qué mijo. -        No, le iba a preguntar si sumercé no tenía a su papá o a su mamá o a alguien que le pudiera ayudar. -        No mijo, no supe nunca que pasó con mis padres, yo fui criada por una tía que se dedicaba también al servicio doméstico, así que era con quien vivía. -        ¿Y que fue de ella? -        Ella murió hace mucho mijo, un día enfermó de neumonía y en la casa en la que trabajaba la despidieron por eso, ella no tenía pensión ni nadie que nos respaldara económicamente, durante días la cuidé lo mejor que pude, pero la enfermedad avanzó y con los ahorros pude pagar para un entierro económico. -        Mamá gracias por contarme eso, pero estresarse no le hace bien. -        No mijo, si no se lo digo ahora, no sé si se lo pueda decir después -        Lo va a hacer tranquila, no sé preocupe. -        Mijo, en la cuenta de ahorros, tengo un dinerito, retírelo antes que lo quiten, la clave es su cumpleaños, digite día y mes. -        Mamá, ya deténgase – Mis ojos ahora están inundados de lágrimas – lo que está diciendo es como si esperara…morirse…y yo no quiero eso. -        No se trata de querer mijo, se trata de que cuando nos toca, nos toca, y ya siento que mi tía viene por mí. -        Mamá no diga eso. -        Mijo prométame que va a dejar de ser tan crédulo en el amor, y se va a buscar una buena mujer, construyan juntos lo que yo no pude, y consiga un ingreso que no sea sólo de su salario. -        Si mamá, se lo prometo. – Esta vez no necesito mentir – En ese momento su pulso se acelera el monitor con los signos vitales emite un pitido ensordecedor, mi madre se desmaya de nuevo, enfermeras entran y me empujan a un lado, la doctora regresa a toda carrera, intentan reanimarla manualmente, intentan con unas planchas que agarra una en cada mano, se los ponen a mi mamá en los costados, pero no se reflejan sus signos vitales, solo un pitido que ensordece, entiendo lo que está pasando, después del tercer intento la doctora se rinde, le dicta a las enfermeras la hora de la muerte de mi madre y yo no puedo aceptar la realidad. La doctora me abraza, me acompaña afuera de la sala, y me dice que respire, caminamos juntos hasta afuera de los consultorio me sienta en la sala de espera y me dice que por favor espere un momento, que va a llamar a alguien que me apoye y se va de nuevo, yo ya no tengo lágrimas, me quedo mirando el suelo fijamente, me siento como en otra dimensión, como atrapado en una burbuja, todo me llega amortiguado, los sonidos, el tacto de las personas, todo pasa por mi lado, no comprendo que pasa, al cabo de un rato una enfermera se me acerca, se sienta a mi lado en las sillas azules, escucho que me dice que debo realizar un papeleo, que ella me va a ayudar, también me pregunta si tenía seguro funerario, le contesto como en modo automático que no tenemos seguro funerario, entonces me dice que en esos casos el hospital me ofrece un medio para cremar a mi madre en vez de enterrarla, de igual manera me ofrece un ataúd económico, cuando le comento que soy de nivel uno de seguridad social, ella asiente con la cabeza y me pide que la espere, va adentro y veinte minutos después sale, me dice que debo llenar unos documentos y después debo acercarme a la caja a cancelar el valor de los servicios brindados a mi madre. Después de firmar los documentos que me pidió la enfermera, me acerco a la caja y entonces me cobran un valor de noventa mil pesos en total, para los costos que me esperaba, resulta bastante cómodo, sin embargo a partir de ahora tengo que comenzar a ahorrar en todo, ya que la plata que mi mamá recibía de pensión ya no estará, así que tendré que buscar una nueva ayuda económica. Son las ocho de la noche y regreso a mi casa, no sé ni como llego pero como estábamos en el hospital público de la localidad, el cuál me queda relativamente cerca, llego media hora más tarde caminando a mi casa, abro la puerta y entonces enciendo la luz por reflejo y me doy cuenta que no tengo nada listo para esto, todo está acomodado al estilo de mí madre no sé ni que haré en caso de que me toque mudarme porque no pueda seguir pagando el arriendo, aunque en el fondo de mi conciencia sé que no puedo pagarlo; apago la luz y me siento en la mesa, curiosamente la noche es despejada comparada con el día de lluvia que hizo, de manera que un rayo blanco de luz entra desde la parte superior del edificio el ilumina un resquicio de cocina, minutos después escucho el timbre del apartamento, como un zombi abro la puerta para ver quien toca, y es la señora Flor, ella me dice que desde su piso vio que se encendió la luz de la casa pero que dudó en bajar de inmediato por lo que vio que se había vuelto a apagar, entonces le contesto que sí, que fui yo y que si quiere puede entrar. Sin soltar la puerta giro totalmente y halo la cadena de la lámpara colgante de la mesa, la vecina entra y cierro la puerta detrás de ella, se sienta en la mesa y le pregunto que desea, ella niega la cabeza y se nota que ha estado llorando también: -        Voy a preparar un café para mí, ¿Quieres uno? -        Bueno, muchas gracias. Pasa un momento mientras hierve el agua y me siento en la mesa frente a ella, ella solo me mira y parece comprender la situación, no dice nada hasta que escucho que la olleta vibra por el agua burbujeando por la temperatura, entonces apago el fogón y le echo un poco de café que tengo en un tarro, lo revuelvo con una cuchara y preparo otra olla donde pongo un colador de tela, luego vierto el contenido de la olleta en el colador y el ambiente se llena del olor de café. -        ¿Lo tomas con azúcar? -        Si por favor una o dos cucharitas. Tomo una cuchara pequeña y sirvo dos para cada pocillo, recojo la olla con el café colado y vierto un poco en cada pocillo, revuelvo con la misma cuchara pequeña y cojo un pocillo con cada mano luego los llevo a la mesa, pongo uno frente a ella y el otro lo pongo frente a mi silla, me siento y respiro. Espero un momento antes de llevarme el café a la boca, le doy un sorbo y recuerdo cómo le gustaba el café a mi mamá, entonces sin dirigirme a nadie en específico de mis labios salen unas palabras: -        Ella siempre lo tomaba sin azúcar… Inspiro el aire y el aroma a café inunda mi nariz, una pequeña lágrima corre por el lado izquierdo de mi rostro, la señora Flor me mira fijamente, no dice ni una palabra. Rendido dejo caer mis manos a cada lado del envase de vidrio que contiene un aroma tan delicioso y continúo. -        Siempre hablaba de su corazón nervioso, siempre me pedía que me comportara bien para no darle razones para preocuparse. Por mi mejilla derecha corre otra lágrima, una mano de la señora Flor agarra mi mano derecha. -        Siempre fui un buen hijo, solo la hice preocuparse por lo que de verdad no podía controlar. Inspiro profundo y trato de aguantar mi dolor, pero tengo un nudo en la garganta, no puedo respirar, me quiero alejar, pero el tacto tibio de la vecina me causa una sensación agradable, no quiero perder eso…aun así inflo mi pecho llenándolo de aire y termino diciendo. -        Ahora no está, se ha ido, y yo…tengo que seguir… Mis ojos tienen agua contenida, miro a los ojos a la señora Flor y tiene dos líneas húmedas corriendo sobre su rostro, entonces ella abre su boca y escucho que me dice: -        Sé que compartí poco con ella, pero mientras lo pude hacer, fue la mejor vecina que tuve, y además una gran amiga, alegre y trabajadora, no estás solo, ¿Vale? -        Con todo respeto doña Flor, dígame a quién más tengo. -        Daniel, sé que no soy tu madre, pero puedes contar conmigo para lo que necesites, no sé cómo haremos para reparar el carrito, ni si podré volver a trabajar, pero te ayudaré a salir delante de ésta. Sus palabras me recuerdan el ataque por el que empezó el desastre de aquella noche y comprendo que quiero una sola cosa: Venganza.
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