Un Sugar Daddy para San Valentín

2211 Words
Un Sugar Daddy para San Valentín Parte 1.   Voy a contarte mi historia, para que sepas porqué, yo sí creo en el amor, el amor verdadero, el que va más allá de los prejuicios sociales, el que va en contra del viento y de la marea, ese amor que no se deja vencer por nada ni por nadie y que se manifiesta, con tan sólo una caricia, o una mirada y que se puede convertir en un lazo indestructible, a pesar de todo y de todos, inclusive a pesar de la diferencia de edad o la diferencia de clase social. Yo nací en Chicago, una ciudad hermosa, pero fría, de niña siempre pensé que la cigüeña se equivocó al dejarme allí, con una madre que me colocó en un cesto y me abandonó a las puertas de una iglesia en una fría noche de invierno, como imaginarás, mi vida en el orfanato no fue fácil, a pesar de ser pequeña, rubia y de ojos azules, nunca me adoptaron, pasé la mayor parte de mi vida de un hogar sustituto a otro, pero los años pasan y te forjan el carácter, crecí siendo rebelde y voluntariosa, con el único sueño en la vida de cumplir la mayoría de edad para poder salir de allí y viajar a Florida, dónde debí nacer, con ese clima cálido que se refleja en la calidez de la gente. Cuando cumplí la mayoría de edad, me llevé una gran sorpresa, la directora del orfanato me dio un cheque con cinco mil dólares, al parecer mi madre estuvo enviando el dinero durante algún tiempo hasta que un día desapareció por completo y no volvió a enviar más, de la noche a la mañana mi vida había dado un giro de ciento ochenta grados, era mayor de edad, era libre y tenía cinco mil  dólares para viajar a Florida e iniciar una nueva vida, pero cuando se es joven y se quiere jugar a ser grande, uno comete muchos errores. En el avión conocí a Luke un joven muy apuesto de unos veinticuatro años que iba sentado junto a mí, se dio cuenta de que estaba muy nerviosa, porque nunca me había subido en un avión, así que estaba temblando y tenía el corazón en la garganta a punto de explotar, él me sonrió y me hizo la plática, sus hermosos ojos negros hicieron que me perdiera en su profundidad, era el hombre más hermoso que yo hubiera visto nunca, con su carácter agradable y su plática tan divertida logró que me olvidara por completo de los nervios, le platiqué que iba a Florida para iniciar una vida, que tenía suficiente dinero para rentar un apartamento y vivir un tiempo, en lo que conseguía un empleo, así que se ofreció a ayudarme, me dijo que lo ideal era que la primera noche durmiera en un hotel, así podía buscar apartamento con calma, él era mayor y tenía más experiencia de la vida que yo, así que confié en él. En cuanto bajamos del avión tomamos un taxi y me llevó a un hotel, era modesto, no quería gastar mucho dinero, tenía que organizarme, porque no sabía cuánto tiempo iba a tardar en encontrar empleo. Él muy amable, me acompañó hasta la habitación, dejé mi maleta en el suelo y mi pequeña bolsa de mano sobre la cama junto con mi chaqueta, que era demasiado caliente para el clima de Florida,  yo me puse muy nerviosa, nunca había estado con un hombre, es más nunca me habían besado, a pesar de que los chicos en el orfanato, solían decirme que era muy bonita; Luke tomó mi cara entre sus manos y su boca se apoderó de la mía, su lengua se introdujo casi hasta mi garganta y yo sentí que iba a vomitar en ese momento, no pude evitar el reflejo y tuve que correr al baño para vomitar, él se burló de mí.  — “te espero afuera para que vayamos a cenar” — gritó y escuché la puerta cerrarse tras de él.  Me enjuagué la boca y cuando salí, él no estaba, pero mi maleta y mi bolso tampoco, tardé unos segundos en asimilar que me había robado todo, en mi bolso estaba todo mi dinero, salí corriendo para tratar de alcanzarlo, pero no lo vi más, había desaparecido, mis piernas flaquearon y caí al piso a llorar, estaba sola, en un lugar desconocido, tenía hambre y en los bolsillos sólo tenía tres dólares, había pagado la habitación del hotel sólo por una noche, ya que Luke, me dijo que al siguiente día iba a dormir en mi nuevo departamento, con esos tres dólares compré un café y unas galletas, no me alcanzaba para nada más, entré en mi habitación y lloré toda la noche no tenía idea de lo que iba a hacer al siguiente día, la habitación vencía a las doce horas y me echarían a la calle. En algún momento me cansé de llorar y el cansancio me venció, cuando abrí los ojos había amanecido, mi estómago comenzó a hacer ruidos extraños, me exigía que me alimentara, pero yo no tenía nada que llevarme a la boca, traté de dormir nuevamente, pero fue imposible, entré en el baño y abrí la llave del grifo, tomé agua para tratar de calmar el hambre. Una mujer del servicio me recordó que el alquiler de la habitación había vencido, así que tuve que salir, comencé a caminar durante horas, no sabía qué hacer ni a dónde ir, en dos ocasiones vi restaurantes dónde solicitaban camareras, pero me pedían referencias y documentos, la directora del orfanato me había dado una carta de referencia, pero estaba junto con mis otros documentos en mi maleta, así que ni siquiera me entrevistaban. Nunca imaginé que el calor de Florida fuera tan abrazador, era el mes de febrero y el viento soplaba fuerte, pero el sol quemaba sin piedad, llevaba casi todo el día caminando, con hambre y con sed, siempre he sido muy débil y enfermiza, pero el hambre, me hacía ver alucinaciones. Después de tanto caminar, llegué hasta el mar, era maravilloso con esa gama de colores azul turquesa, era mucho más hermoso de lo que me imaginé, de pronto, una nube negra me envolvió en sus brazos y no supe más de mí. ──────•❥❥❥•────── Era el quinto aniversario luctuoso de mi esposa, ella murió cuando nuestro hijo Junior, apenas tenía cinco años, él, apenas si la recordaba, pero yo no pude rehacer mi vida después de que ella se fue, era difícil para mí pensar en una mujer, cuando sólo me ocupaba de mi hijo y de mis negocios, había llevado mi agencia de publicidad a la cúspide, la había convertido en la más importante de Florida, pero mi vida estaba vacía, si no fuera por mi pequeño hijo, no lo habría podido resistir. Siempre me han apasionado los veleros, en mi juventud, fui competidor profesional de regatas de crucero y gané muchos reconocimientos por mi trayectoria, soy m*****o honorario del club náutico más importante de Miami y mi hijo, ha heredado mi gusto por el deporte, así que, a sus diez años, ha comenzado a competir con un pequeño velero ligero, algún día cuando sea mayor, podrá controlar un velero crucero, igual que su padre. Justamente lo llevaba al club náutico, pasaría allí el fin de semana en un campamento con los otros chicos de su edad que deseaban competir. —¡Mira papá esa señorita se cayó! — gritó Junior al ver a una jovencita desvanecerse y caer al suelo desmayada. — ¡Debemos ayudarla! Rápidamente, bajé del auto y la tomé en mis brazos, no sabía qué hacer con ella, así que mi primer impulso fue llevarla al hospital. ──────•❥❥❥•────── Cuando abrí los ojos estaba en un hospital, me asusté, porque inmediatamente se veía que era un hospital privado, debía ser muy costoso y yo no tenía dinero ni para comer. —Qué bueno que ya despertaste jovencita, — dijo la que supuse era una doctora — tremendo susto le has dado a tu padre, se te bajó la glucosa por haber pasado un tiempo prolongado sin comer, debes tener cuidado de no mal pasarte de esa forma, ya estás lo suficientemente delgada y puedes afectar tu salud. Yo me quedé muda, no sabía que decir, ¿Mi padre? ¿De qué demonios estaba hablando esta mujer? Una enfermera, entró con un suculento desayuno, fruta, tostadas jugo y un omelett de queso con verduras, no sabía que estaba pasando, pero no iba a desaprovechar la oportunidad de comer, al menos había pasado la noche bajo techo y en una cama. Estaba terminando de desayunar, cuando un hombre entró en la habitación, era un hombre mayor, de unos cincuenta años, aunque su cabello entre cano y su barba lo hacían ver mucho más grande, me impresionó porque parecía uno de esos actores de Hollywood, que, aunque son mayores, son extremadamente apuestos, vestía un impecable traje gris con camisa blanca, pero sin corbata y sus ojos grises eran muy hermosos, pero reflejaban una gran tristeza. —¿Te sientes mejor? — me preguntó con una sonrisa, que hizo que algo en mi estómago respingara. —Sí, señor, gracias ¿Usted me trajo aquí? —Puedes llamarme Cooper, y sí, así es, te traje porque te desmayaste en la calle y no traías ninguna identificación, ¿Quieres que llame a tus padres? —No, yo no tengo padres. Algo en él me inspiraba mucha confianza, tal vez su triste mirada o su hermosa sonrisa, pero sabía que él, si era buena persona, no como Luke; le conté todo lo que me había pasado, y sin darme cuenta, ya estaba llorando acurrucada entre sus brazos, el olor de su perfume era, embriagador, olía tan rico, que no quería que me soltara, y seguramente hacía mucho ejercicio, porque sus brazos se sentían fuertes y en ellos me sentía totalmente segura. Me dieron de alta del hospital y tuve miedo, no sabía qué hacer, porque no tenía a dónde ir, Cooper pagó la cuenta, yo casi me infarto cuando escuché la cantidad, pero él tan solo se limitó a pagar con un cheque. Me llevó a su casa, que en realidad era una mansión, era como de un cuento de hadas. —Aquí puedes quedarte unos días, serás mi invitada, hasta que decidas que hacer, también puedo darte trabajo, yo tengo una empresa, y seguramente puedo encontrar algo para ti. —Necesito ganar un poco de dinero, creo que será mejor que regrese a Chicago, allí en uno de los hogares sustitutos, me ofrecieron trabajar como sirvienta y como nana de los niños. —Bueno, como tu decidas, tal vez hay algo que puedes hacer por mí, si lo haces, yo te daré dinero para tu boleto de avión y cinco mil dólares para que sobrevivas mientras tanto. —¿Cinco mil dólares? ¿De qué se trata? ¿Hay que hacer algo malo? —No, en realidad, no, solo se trata de ir a una fiesta conmigo. —¿A una fiesta? —Sí, mañana es día de San Valentín y debo asistir a una fiesta, ¿Sabes? Yo soy viudo, hace ya muchos años y hay una mujer, que insiste en tratar de seducirme, pero, a mí no me interesa, ella va estar allí mañana y si tú vas conmigo a la fiesta como mi pareja, me la quitaré de encima de una vez por todas. —Está bien, iré contigo, pero no tengo nada que ponerme como para ir a una fiesta. —No te preocupes, yo me encargo de eso. —¿Y tenemos que aparentar que estamos enamorados? —Pues sí, esa es la idea, no te preocupes, no tienes que hacer nada que no quieras, tal vez sólo simular algún abrazo, y uno que otro beso, pero no te besaré en la boca, no te preocupes por eso, si con el chico que te robó, siendo de tu edad vomitaste, besando a un viejo como yo, morirás de asco. Ambos comenzamos a reír por el comentario, pero en realidad, yo me moría de curiosidad por saber, que se sentiría besar a un hombre como él, fino, elegante, tierno, ya sabía lo que era que sus fuertes brazos me apretaran contra su pecho, pero desde que lo vi entrar en el hospital no dejaba de imaginar sus labios en los míos. Me asignó una habitación, y más tarde llegó un chofer con unas bolsas de compras, allí llevaba un pijama muy tierno como para una adolescente, jeans, camisetas y zapatos, me di una ducha relajante y me puse el pijama, estar en esa habitación, era como un sueño. Esa noche no pude dormir, estaba muy emocionada, nunca había ido a una fiesta, y menos a una tan elegante, pero además iba a ir del brazo de Cooper, como su pareja, recordé una película, Lancelot, el primer caballero, la había ido a ver al cine, y mientras todas las chicas suspiraban por el caballero, yo quedé totalmente enamorada del Rey Arturo y Cooper se parecía a él, no podía dejar de verlo como un verdadero Rey.  
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