Próxima ruta…

1182 Words
Cuando te fijas un proyecto de vida y este se trunca, es perfectamente normal sentirse perdido, al menos, temporalmente… Había transcurrido un año de lo que fuese el recuerdo menos agradable de mi experiencia como piloto y más aún como instructor de vuelo. -Mi Sargento, lo requieren en Comando. _Me informa el soldado Pérez, de modo que me dirijo de inmediato al despacho del Capitán. -Me mandó llamar Señor? _Digo al oír su voz de mando _Pase adelante!. _Le hago el saludo militar y él me invita a sentarme con su mentón, mientras observaba muy serio unos documentos que estaban en su escritorio. Se recuesta cansadamente en su sillón, mientras sobaba el puente de su nariz. Se le notaba evidentemente preocupado y molesto. -Ha llegado el informe final del siniestro del vuelo OL21, y no son buenas noticias. Dice con voz muy profunda y pesarosa. -Qué dice Señor? Si puedo saber, claro está. _Suelto sin mediar en mis palabras. -Te hacen responsable del desenlace, lo que disculpa a los mecánicos al no percatarse de una falla en los motores. Declara. Suspiro profundo y siento extrañamente como si el calor de mi cuerpo se escapara por mis dedos de las manos. -Me exigen que te despida con baja militar deshonrosa. Dice lentamente, mientras se pone de pié y se queda mirando por su ventana con la mirada en el horizonte. -Señor. Si no apagan los motores como se lo ordené, se hubiesen matado, usted lo sabe mi Capitán, era un riesgo que se desviara la aeronave al estar en terreno inestable, pero era viable su supervivencia. No acepto el resultado que tomó el consejo técnico, hasta que me permitan defenderme. -Lo apoyaré en el caso Sargento, este comando en pleno lo apoyará hasta el final _Se me acerca y pone su mano en mi hombro con determinación y sentí un rayo de esperanza. Mi Comando me respalda en la solicitud de réplica, esperando que no se torne en un juicio militar, creo que ese es sólo mi sentir, inevitablemente se volverá algo más grande, lo que me obliga a investigar casos previos al mío de naturaleza similar, encontrando para mi sorpresa uno en especial que hizo cimbrar las bases de mis propias creencias técnicas y militares, tuve que extender mi búsqueda a instancias internacionales, con la valiosa ayuda de mi mejor amiga de la infancia Isabella, quien era una chica muy determinada y con un gusto especial por la investigación histórica. De manera tal que estuvimos días enteros enterrados entre documentación y al lado de un fax que el Capitán amablemente nos permitió utilizar en nuestra búsqueda. Revisando el archivo de la Escuela, encontramos muchas cosas que me hicieron autoevaluarme como instructor y reconocer si realmente estoy capacitado en vuelo, artes militares, conocimiento técnico cultural y como persona con los valores y principios éticos, espirituales para ser un formador de pilotos que no sólo son águilas defensoras de la soberanía de mi país, sino, alcatraces que alzan el vuelo e sus almas y mentes dirigiendo monstruos mecánicos de una a diez toneladas. Desde los inicios, esta escuela de formación en aviadores cadetes, alféreces, aviadores comerciales y sobre todo, personas responsables de la vida de ellos y de tantas personas a su mando y cuidado, se ha esmerado en irse ajustando y reinventando para ser cada vez mejor y mejor, aunque en su proceso haya cometido errores, siempre ha llevado su dirección hacia espacios altos de honor y reconocimiento nacional e internacional. Pude conocer la gran inversión a riesgo de la propia seguridad financiera de la nación que se ha hecho para hoy día contar con numerosas unidades de diversos estilos, tamaños y obviamente fabricantes, todos ellos muy conocidos para mí, pues cada día cambio de aeronave y mis pilotos también dominan sus mecánicas y modos de pilotaje. Entre tanto documento histórico, encontramos unos papeles que contienen datos de muchos antiguos instructores, destacando dos americanos, un francés y otros pilotos expertos en aeronáutica e instrucción en vuelo de varios países latinoamericanos, desde argentinos hasta mexicanos; lo que me hace sentir una fuerte necesidad de contactar a algunos de ellos, que según mis cálculos llegan a sesenta años más o menos. Por primera vez que salgo del país en un avión que no es pilotado por mí, acompañado de mi querida Bella, como le decía desde niña, quien además es teniente de la Marina Militar y abogada de profesión, siendo así mi oficial superior y defensora legal en este caso que se ha tornado en un verdadero viaje de autodescubrimiento. Al llegar al Puerto de Vallarta, nos esperaba la comisión que nos llevó a la casa de Almirante Robertson donde nos íbamos a entrevistar con los Generales de la Aviación Grant y Pittsburgh, que fungieron como instructores de la Escuela de la Aviación Militar de mi nación unas décadas posteriores a ser fundada. Corroboramos aspectos técnicos, militares y académico culturales que ellos aportaron junto a instructores nacionales egresados de la misma Escuela, donde nos confiaron que para ir construyendo el pensum de estudios técnicos, militares y académico culturales, fue necesario ir implementado proyectos y planes pilotos (de prueba por tiempo estipulado) para llegar al plan que se aplica en la actualidad. Sentí que habíamos estructurado mi derecho a réplica y con esta ya escrita en mi agenda y enviada por fax a la hermana de Bella, Inés, una muy eficiente mecanógrafa ejecutiva, regresamos a la que iba a ser una de las presentaciones más significativas que debía hacer en mi existencia. Efectivamente, cuando llegamos a la Escuela, ya mi buen amigo auxiliar de instrucción el Sargento Garcés ya tenía en sus manos el oficio donde estaba mi réplica para el Consejo Técnico Nacional de Vuelo civil y militar. Mi ansiedad estaba a tope, no les puedo negar que mi corazón latía con furia en mi garganta. -Maestro Santander, lo esperan en el auditórium, su derecho a réplica se va a desarrollar en presencia de los alféreces y cadetes de cuarto y quinto año, junto a los oficiales de la Escuela y el Consejo en pleno, Señor. _Expone con diligencia mi buen amigo el Sargento Garcés. Me dirijo a paso seguro, sintiendo como nuestros pasos iban al compás de mi muy acelerado corazón, respiré profundo en el trayecto y del mismo modo como desaceleramos nuestra marcha, se ralentizó mi palpitar. Ingresamos al auditórium por la entrada que dirige al pódium y tomé con firmeza, sin ser tosco a Bella de su brazo, le hice una leve venia mirándola fija a sus cristalinos cafés en señal de “Desde aquí voy solo, gracias por tanto y más….!” Ella tan lista entendió, me sonrió fraterna y se sentó junto a Garcés en la primera fila, muy cerca del Consejo. No quise siquiera racionalizar lo que estaba a punto de hacer, era mi primera alocución ante un público tan selecto, de hecho, era mi primera alocución pública, pues si había prensa nacional y público invitado por el Capitán Comandante de la Escuela, quienes tenían excelentes referencias de este vil humano con el alma hecha un nido de pajarillos.
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