Recluta!

1147 Words
Recuerdo haber oído alguna vez a mis padres decir que, lo mejor siempre es seguir nuestros propios pasos y no el camino de los demás. Con ese pensamiento desperté, creo estar soñando con mi padre sobre qué senda tomar en mi existencia, puesto que voy a cumplir dieciocho años. No es que esté aburrido de mi trabajo en el matadero, sino que ese fue un camino elegido por mi madre en momentos coyunturales a nivel familiar, tal vez han sido sólo 13 años, pero lo siento como si se tratara de toda mi vida. De pequeño he tenido cierta afición por los aviones, y paradójicamente, años posteriores a la guerra, fuimos algunas veces al cinema a ver películas de guerra y mi parte favorita era ver la súper velocidad de los feroces aviones de combate. Sin embargo, al recordar el proceso de Juan y Ceci y como afectó a la familia, me hace dudar de contarles que en eso quisiera incursionar, irme de recluta a la fuerza aérea. Así que me guardo el sueño hasta que llegue el momento indicado y me pongo en la tarea de dejar alguien en quien confío para que junto a Panchito dirijan el matadero. Mi primo Sebastián es un poco mayor que yo, ya tiene 20 años y desde que tiene quince años ha trabajado con nosotros y sabe perfectamente cómo dirigir el negocio, aunque a mi madre poco le agrada porque fuma, toma y visita los cabarets cada fin de semana.  Ella piensa que él puede ser mala influencia para nosotros, pero creo que cada quien es responsable de las decisiones que toma, de manera que si Panchito y yo a veces nos fumamos un cigarrillo, es más para disipar los fuertes olores que se desprenden de las entrañas de los animales y sinceramente pienso que si nuestra madre supiera que hace varios años fumamos, nos haría tragar el cigarrillo y vomitar tabaco por días. Previa autorización de nuestra madre, viajamos una semana para visitar a Juan, Ceci y sus mellizas Paty y Mary y de paso dejar en pleno cierre de mes a Sebastián, para probarlo en cuanto a control de cierre y administración de los recursos y manejo del presupuesto que hicieran Aurora y Esther, quienes seguían siendo las administradoras del matadero, la factoría y la casa grande. Estuvimos una semana más de lo previsto, porque hicimos un viaje a la región llanera para comprar un nuevo semental, dos vacas recién paridas y sus becerritos; oportunidad que aprovechamos para compartir con nuestro hermano Juan. Durante el viaje, pude contarles a mis hermanos sobre mi sueño de ir a la fuerza aérea, pero como no era bachiller, sino que tenía primero de primaria incompleto, debía ir de recluta. -Me parece muy buena aventura Sam, la fuerza aérea es la mejor escuela militar de todas_ dice muy emocionado Juan. -Es en serio hermano?_ inquiero ansioso a Juan, quien sonreía amplio, sin perder de vista la vía. -Por supuesto! Vaya, Mi hermano Sam un aviador! No soy prepotente, pero caminaría con el pecho hinchado por el pueblo al contarles que serás un piloto. -Gracias hermano, viniendo esas palabras de ti me alientan a defender esto y plantearle a mi madre mi sentir. -Pachito qué opinas?_ Pregunta Juan. Panchito sólo asiente y sigue mirando hacia su ventana, con la mirada perdida, dejando escapar uno que otro suspiro. Comprendo lo que siente, así me sentí cuando Juan se fue a la academia militar, sólo que esta vez no voy a la guerra- eso espero de corazón- sino que iré a formarme en un área que siempre me ha gustado y con la que tengo muy altas expectativas. -Cómo esperas que no me altere Sam! Acaso quieres acabar con tu pobre madre? -Mamita por favor! Yo jamás haría algo en contra tuya, sólo te pido que me apoyes. -Claro! Ya te dejaste influenciar por sabrá Dios quién…. No, es mi respuesta. -Voy a darte espacio para que reflexiones sobre tu decisión mamita, piensa desde tu corazón y por favor, no dejes que tu estómago intervenga. Me retiré esa noche sin cenar, ya tenía revuelta mis tripas con tanta emoción y drama maternal. Traté de pensar en una segunda alternativa y no se me ocurrió nada más, llevaba años cavilando mi fantasía de pilotar aviones. Siento en mi alma que no debo ceder esta vez, siempre pongo las prioridades familiares sobre las mías, creo ser merecedor de esta oportunidad. Seguí trabajando con la misma energía y compromiso en el matadero, aunque ya había entregado todo el control de gerencia a Panchito y Sebas. Pasaron unos meses y ni me percaté que llevaba unas semanas siendo legalmente mayor de edad, hasta mis hermanos olvidaron mi cumpleaños. Ese día me levanté más temprano que de costumbre y en vez de desayunar, me dirigí al cuartel para entrevistarme con el Capitán que comandaba el mismo. -Eres mejor que candidato para optar ir a la fuerza aérea, tienes tamaño, porte y se nota que has trabajado en tu masa muscular; además ya oíste a nuestro médico, eres perfectamente sano y puedes ir a cualquiera de nuestras escuelas como recluta. -Si Capitán, mi ambición personal está dirigida hacia la fuerza aérea._ siento reverberar en mi interior una fuerza y convicción con la que me despido y voy directamente a confrontar a mi madre nuevamente. Sería un gran mentiroso si no les confieso que sentí mucho temor a una negativa contundente por parte de mi madre, que me hizo dudar por un segundo, me repuse y entré a su despacho. -Pasa Samuel, estaba pensando en buscarte en el matadero para poder conversar contigo. -Creerás que fui muy egoísta al negarte tu posibilidad de seguir tus propios pasos y de hecho, así fue. Debo reconocerte que es hermosa tu aspiración personal, a tu padre le encantaban los aviones y hasta quería construir uno para ti, no lo recuerdas porque estabas bebé aún. Esa declaración me hizo aflojar todo mi cuerpo y casi sin percatarme, estaba llorando a mares, sentí mucha nostalgia contenida por mi padre, supe desde que quise ser piloto, que él me habría apoyado incondicionalmente. De algún modo que no sé cómo explicarlo, mi padre estaba intercediendo ante mi madre para que me dejase ir. Esa misma tarde mi madre y Esthercita fueron conmigo al cuartel, al que fui con mi maleta que contenía unas camisetas y shorts blancos, ropa interior, calcetines y tenis del mismo color, una biblia de bolsillo mi peine y cepillo de dientes y muchas ganas de lograr mis metas. Ese fue el primer día del resto de mi vida, donde no regresé a casa como dependiente emocional de mi madre y hermanos, ya había ingresado al exclusivo club de los independientes. Sentí mucha ansiedad y miedo, pero una gran emoción de poder tener la oportunidad de avanzar hacia el camino que había elegido para mí.  
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD