Mi diente!

1644 Words
Pasaron unas semanas en lo que llamaron “período de adaptación” donde fuimos entrenados en nivel elemental en cuanto a habilidades físicas principalmente,  donde  posterior a la selección, hicimos movilización a un cuartel general en la capital del departamento donde nací y finalmente pasamos a ser juramentados. Nuestras familias nos acompañaron en uno de los días más importantes, al menos para mí lo era. Entre el grupo de reclutas, destacamos 5 soldados a los que se nos otorgó ginetas de distinguidos, lo que llenó de orgullo a mi familia, pues así me lo hicieron saber. Tuvimos la oportunidad de salir por una semana, donde debíamos ser modelo de conducta, por la investidura que portábamos. En esos tiempos era muy importante dejar en alto la institución a la que pertenecíamos. -De modo que vas a la capital Sam? _ pregunta Pablo. -Si hermano, allá está el comando de la aviación, que está directamente relacionado con nuestro aeropuerto internacional. _Respondo con emoción. -Entonces el aeropuerto es militar?_ Se suma a la conversación Panchito. -No hermanito, el aeropuerto es una dependencia civil de la fuerza aérea militar, pero es civil. _Contesta Juan para aclararles. -Entonces, vas a estar en el aeropuerto bajo mando civil?- Inquiere Panchito muy curioso y confundido. -Jajaja…. No Pancho, estaré bajo mando de oficial de pilotos, para el área donde califiqué y tendré eventualmente acceso a algunas aeronaves militares que están dentro del aeropuerto internacional. _Asintió convencido de haber comprendido. -Estamos orgullosos de ti hijo. _Dice con especial ternura mi querida madre, a quien le respondo con un abrazo que me hizo sentir nuevamente como un chiquillo. Finalizado mi descanso, viajé a la capital para presentarme en mi comando para dar inicio a la verdadera formación. Inicialmente estuve con toda la tropa en los entrenamientos diarios elementales de orden cerrado que se hacían durante nuestro curso previo a la jura de bandera, de ahí nos íbamos a estudiar de acuerdo al resultado de nivelación que diera nuestro exámen  cognitivo, dejándome orgullosamente en quinto de primaria. Posterior a nuestras clases académicas, nos íbamos al área donde nos desempeñábamos en forma práctica, yo iba a mis clases de vuelo. Inicialmente fui formado para ser auxiliar de vuelo, donde me encargaba principalmente de las comunicaciones, como si fuese los ojos y la conciencia del piloto, quien se encarga de controlar básicamente la nave y confiar en su copiloto de la altura, velocidad y maniobra, además de la dirección y recorrido. Es muy alta la responsabilidad de un copiloto, pero yo quería más. Cada fin de semana podía salir, pero yo quería quedarme a mis prácticas de vuelo, el sargento Fuenmayor era un instructor muy paciente y preparado. -Mi sargento, cuántos años lleva enseñando en la fuerza? _Le indago motivado. -Cabo Santander, ya cumplo veinticinco años enseñando en este mismo comando. _Me contesta. -Disculpe mi sargento, solo soy dintinguido. Son más de mis años, alguna vez se ha arrepentido de quedarse en este puesto por tanto tiempo? -No hijo, cuando recibo reclutas tan motivados, inteligentes y dispuestos a ser mejor cada vez, me alegra el alma de ser parte de su promisorio futuro. Responde sonriendo y añade –En el acto próximo ya asciendes a cabo, personalmente te postulé y me encontré con tu oficial de orden cerrado, tus maestros y el mismo capitán de nuestro cuartel, todos con el mismo propósito. Sigue así muchacho, que el cielo es tu primer amigo. Esas palabras fueron combustible en mi interior y le puse toda mi energía a ser mejor cada día que permanecí en el cuartel. Invité a mi familia para el acto de ascenso, ellos muy prestos como siempre, llegaron el día antes para poder compartir conmigo una cena especial que tuvo lugar en el mismo cuartel, pues me tomé el atrevimiento de pedirle al Capitán su permiso para que los reclutas ascendidos tuviésemos una cena con nuestras familias en la que ahora es nuestro hogar. -Cuente con ello….Cabo, pero ya me dijeron que eres un experto en carnes, me gustaría estar con mi esposa e hijos acompañándoles en su cena especial. _Declara con mucha gracia mi Capitán. -Será un verdadero placer fungir como Chef en la cena para Usted y nuestras familias. _respondí muy emocionado de volver a experimentar mis talentos adquiridos previos a la fuerza. Al comunicar a mi familia que sería el Chef, mi primo Sebas trajo desde nuestro matadero lo mejor, dos marranos medianos que fueron alimentados ´solo con frutas, son los especiales para la familia, un ternero y media res adulta. Trajeron diez gallinas, doce pollos y cuatro patos, dos bultos de papas y dos guacales de vegetales diversos; los aderezos y legumbres los sacamos de nuestra huerta en el cuartel. Sumé al equipo de cocineros a mis talentosas hermanas y a Panchito que ya se había preparado una arroba de morcillas y una de longanizas de su propia especialidad. Pablo y Pedro se encargaron de la parrillera y cuando las mellizas Felicia y Cami adobaron los marranos, dejándoles marinar por seis horas en cerveza artesanal y melaza, mis hermanos agregan el aderezo especial para ahumar por doce horas. El ahumador que improvisaron con palmas de plátano y madera de almendro y de café, que por sus aromas, hace más deliciosa la carne, otorgándole un sabor fuerte que contraste con el dulzor de las ensaladas que mi madre iba a preparar. La res nos dio costilla para el hervido y las gallinas sus caldos que complementarían el cruzado que estaba a cargo de Juan y Ceci, también le sacamos los bistec y el hueso de cola lo dejamos para cocinar junto a las papas que se cuecen con la piel sin sal y una vez blandas se salpican de sal y cilantro picadito. Esthercita y Aurora hicieron un bifé de delicias como albondigones rellenos de queso, morcillas fritas, longaniza frita y asada, papas criollas fritas, vegetales salteados en aceite de olivas y miel, pan recién horneado y bollitos de maíz rellenos de queso. El Capitán se lució con postres y bebidas que complementaron el banquete que todos trabajamos y disfrutamos hasta el último bocado. Ya habían transcurrido unas semanas de aquel fetín y aunque compartimos el banquete con todo los reclutas y oficiales, siempre hay quien se siente aminorado, o es que sigo siendo ingenuo y aún sigo creyendo que de eso se trató el evento que les contaré. Al igual que cualquier soldado, debía cumplir guardias nocturnas en garita, y en torre de control, pero esa noche me tocaba con un soldado que hasta ese día no sabía que estaba incómodo conmigo en el cuartel. -Santander, adelántese por nuestras guarniciones para la noche y yo le cubro en garita de torre. _Solicita el distinguido Cornejo. -Hermano, aunque sea más largo, diríjase a mí como Cabo Santander, eso nos traería dificultades a ambos. _Le corrijo. -Cabo Santander, haga lo que le digo. Espeta. -Distinguido Cornejo, usted se me etá sublevando y debo reportarlo. -Qué pasó marica? No es capaz usted solo de hacerme respetarle? -Le ofrezco la oportunidad de disculparse Distin…… _ y Zas! Que me suelta un cachazo con su FAL y me tumba uno de mis dientes delanteros. Recibo mi diente en mi palma y veo mucha sangre, a pesar de su falta grave, decido no reportarlo y me dirijo a la cocina donde estaban las damas que diligentemente nos alimentaban diariamente. -Matildita cariño, mira lo que te conseguí, los que te gustan! _Digo pícaro a la vieja cocinera que sonrió amplio al ver la cajetilla de cigarrillos que más le gustaban. Su carcajada sonaba como gallinas cacareando, haciéndome sonreír y se dio cuenta que no tenía uno de mis dientes. -Pero mijito qué me le pasó? A ver, abra la jeta pa’ revisarlo…! _Dice muy angustiada, al tiempo que se limpiaba sus manazas en su delantal. -Pero si me lo dejaron mueco mijito, tan bonito que es y ahora se parece a mi marido con esa jeta hueca! _Suelta sin más, haciéndome reír con muchas fuerza. -Me caí cuando corría por los matorrales para llegar a esta ala del cuartel. _Mentí. -Jum! Voy a hacerle la pipas mijo, me lo voy a creer para evitarle problemas, pero no deje que ningún marica envidioso lo joda, oyó?_ Me dice al tiempo que limpia el resto de sangre que no me había visto en la barbilla. Me preparó una buena guarnición de delicias para mi “compañero” y para mí, agradecí sus atenciones y confidencia y salí corriendo a garita de torre. Cornejo se sorprendió al verme llegar risueño como siempre y con su buena parte del botín alimenticio que nos preparara mi querida vieja Matide. A pesar del consejo de la vieja sabia, hice como si no hubiese pasado nada y al día siguiente cuando pasé mi revista con el oficial de tropa, le dije que había tropezado con una piedra y me caí cuando iba a cocina por guarniciones para la guardia nocturna. -Eso es cierto Cornejo? _Indaga  mi compañero, quien se limita a asentir sin siquiera mirar al oficial. -Voy a fingir que me tragué el cuento. _Dice con su mirada chiquita mirándonos a uno y a otro, luego suaviza su expresión y nos dice bajito –Valoro la lealtad entre compañeros, aunque se hayan dado en la jeta. _Sonreí amplio y Cornejo igual. -Ahora lo acompañas a odontología para que arreglen eso. _Le ordena a Cornejo. -Si, mi Teniente Padilla. Así lo haré, no descansaré hasta que mi Cabo Santander tenga sus dientes completos. Declara a viva voz, haciendo reír a carcajadas a yoda la tropa, haciendo tomar control al oficial. -Aaaatencioooòn…. Fir……! _El golpeteo unísono de nuestras manos en los costados de nuestros muslos al ponernos firmes, rompió el viento. Desde ese día hasta hoy, seguimos siendo buenos amigos con Cornejo, pero aún me quedaban muchas aventuras por vivir en la fuerza aérea.
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