Ana
Esto debe ser una maldición, me giro con gran dificultad sobre la cama, por más que quiero ponerme de pie no puedo. Aun duele, no solo lo físico, porque bien o mal eso se cura, duele el alma, duele saber que estás en esta encrucijada y no poder salir tan fácil, duele no ser lo suficientemente fuerte como quisiera, pero lo que más duele es recordar, es poder revivir en mi mente una y otra vez todo lo que nos ha pasado.
—¿A dónde vas hermana? —Giro al escuchar la voz de Paul, mi hermano y lo único que me quedo de mis padres, de mi familia—. No deberías levantarte, puedes lastimarte.
—¡Quiero levantarme de esta horrible cama! —le digo, mientras observo como sus ojos me miran sin parar—. Así que ven y ayúdame, no te quedes allí solo mirándome. —Estiro mi mano, y aunque se que Paul no quería que me levantara, aun así, terminó por ayudarme.
—Paul, ¡llévame con mi padrino! necesito hablar algunas cosas con él, no puedo esperar más tiempo en hacerlo —digo, mientras tomo mi vientre, en verdad duele demasiado, apenas y puedo caminar, claro está con ayuda de Paul, porque sin su hombro me sería imposible.
—¡Pero Ana!, Estás muy mal, apenas y te puedes mantener en pie, mejor le digo a mi padrino que venga él, no quiero que te pongas mal —dice Paul claramente preocupado.
—No, por favor llévame con él, necesito saber muchas cosas, además también es hora que intente esforzarme por recuperarme, no puedo quedarme toda la vida en la cama, no puedo hacerlo —hablo firmemente.
Paul terminó por llevarme a la terraza, donde mi tío hablaba con un hombre, que por cierto mide como cinco metros apenas y puedo alzar mi cabeza.
—¡Pero niña!, ¿Qué haces levantada? —vocifera mi tío, yo la verdad sonrió, bueno trato de animarme por eso no quise seguir en esa cama.
Además, los recuerdos de mis padres no me dejan tranquila, sé que debo hacer algo y mi tío tendrá que ayúdame, y si el no lo hace lo haré yo por mis primos medios.
El hombre alto que hablaba con mi tío camina hacia mí, y sin que yo pueda hacer algo me no toma en sus brazos como si yo fuese una muñeca de trapo.
Bueno literalmente casi lo soy, mi cuerpo es delgado, a pesar de que ya tengo 18 años no tengo nada de curvas y mucho menos pechos o glúteos.
El hombre grande y musculoso me pone en una silla que está al lado de la de mi tío.
—¡Retírate Lucas!, y llévate a Paul contigo. —Bueno al menos ya se el nombre del grandulón.
—Y bien señorita, usted y yo tenemos una plática pendiente. —Salgo de mis pensamientos al escuchar a mi padrino.
—Sí, y por favor quiero que no me ocultes nada, no sé cuáles fueron las razones de esos hombres para hacernos daño, pero de lo que sí estoy segura es que les voy hacer pagar lágrimas de sangre todo lo que nos hicieron.
Mis ojos se cristalizan de inmediato, el solo recordar hace que sienta dolor, pero sobretodo impotencia.
—Mi niña, es una historia muy larga, pero de algo si estoy seguro, tu padre era el hombre más amable y honesto que he conocido, y aunque las circunstancias lo trajeron a mi mundo, él siempre fue correcto con lo que hizo.
Agachó mi mirada, pues me duele, porque sé muy bien clase de hombre era mi padre, un ser intachable, que siempre nos cuidó y amo con todo su corazón, hasta que el maldito de Leonardo Santoro me lo arrebató a él y a mi madre.
—Padrino, ¿A qué te refieres con tu mundo? —preguntó llena de curiosidad.
noto que mi tío agacha su mirada y deja salir un suspiro ahogado.
—Mi niña, con respecto a lo que te voy a decir, no quiero que cambies la manera de ver a tu padre, él siempre los amó. —Yo asiento, pero siento que mi padre siempre nos tuvo en una burbuja de cristal la cual se va a romper
—Padrino, ¿mi padre estuvo en negocios turbios?, acaso mi padre también era un asesino como los hombres que le arrebataron la vida? —hablo en medio de lágrimas.
—¡No!, Mi niña nunca vuelvas a decir eso, tu padre nunca mató ni una mosca
—¿Entonces?, Dime porque quiero entender, aunque sea un poco todo lo que sucedió —digo y mi padrino asiente.
—Tu padre, era un abogado, el mejor de todos, pero como bien sabes en el camino hay hombres malos y en la vida de Martin se atravesó Morgan Santoro.
Si mi niña no me mires así, Morgan es el padre de Leonardo Santoro, ellos obligaron a tu padre entrar en su mundo, y tu padre no tuvo muchas opciones, era entrar en el mundo de la mafia, o que matarán a toda su familia.
—¿Cómo?, ¿Acaso mi padre se volvió un mafioso? —pregunto totalmente confundida.
—No, para nada, tu padre solo se convirtió en su abogado y también llevaba todas las finanzas de la familia Santoro. Solo que hace unos días a tu a Martin se le presentó el caso más grande de su vida, sacar de la cárcel a Morgan Santoro, pero no pudo, tu padre se negó y el resto ya lo sabes.
—Me estás diciendo que mi familia fue cruelmente torturada y asesinada por qué mi padre no pudo sacar a ese hombre de la cárcel —digo en un hilo de voz.
—Es algo difícil de entender mi niña, tu no entiendes como es el mundo en el que me muevo, eso es como si fuera traición —dice mi padrino y yo siento mi alma desfallecer.
—¡Enséñame por favor! —hablo con bastante claridad a lo que me refiero.
—¿Qué dices?, ¿Qué quieres que te enseñe? —responde mientras alza una ceja.
—Quiero que me enseñes tu mundo, quiero saber absolutamente todo —digo firmemente.
—¿Qué dices?, Yo no estoy loco, mi único deber ahora es protegerte y no enseñarte para que después corras a la boca del lobo —dice mi tío evidentemente molesto.
Pero tengo que seguir insistiendo, yo tengo que aprender absolutamente todo, por qué Leonardo Santoro y toda su familia va a pagar con sus vidas lo que nos hicieron.
—¡Padrino por favor!, mira que yo ya no soy una niña, ya conocí la verdadera crueldad, me la enseñaron en un solo día, y si tú no lo haces, créeme que voy a ir a buscar por mis propios medios a esos hombres y los acabare —digo en medio de lágrimas.
Mi padrino me mira fijamente mientras su mandíbula se tensa por completo, se que lo estoy colocando entre la espada y la pared, pero la chiquilla que solía ser hace días ya desapareció y juro que no descansaré hasta acabarlos, "lo juro".
—Está bien mi niña, te enseñaré todo, pero quiero que me primeras una cosa —dice y yo asiento.
—¡Haré lo que tú me pidas!
—Te enseñaré todo para que puedas vengar las muertes de tus padres, pero no ahora. —Alzó una ceja. —Sí, no ahora, por qué quiero que te vayas del país con tu hermano, yo estaré pendiente de ustedes y en unos días viajaré con ustedes.
Muevo mi cabeza, por qué no pienso abandonar mi país, eso nunca.
—¡No padrino!, No me pidas eso, por qué me voy a negar. —Claramente me voy a negar.
—Tienes que hacerlo, ellos van estar alertas y si haces algo, no solo peligra tu vida, si no también la de tu hermano.