Leonardo Esto debe ser una maldita broma, el mismo que mató a mi padre hoy intento matarme, y de eso estoy más que seguro. —¡Señor, debe quedarse quieto o de lo contrario no voy a poder curarlo! —Meto nuevamente el pañuelo a mi boca y lo muerdo, los muy malditos lograron herirme, pero les quedo difícil, y les va a quedar más difícil, porque ya se, y ahora estoy más seguro que nunca que mi padre fue asesinado y no voy a descansar hasta dar con el culpable. —¡Dios! —grito al sentir que clavan algo en mi abdomen, pues estuve afortunado pues la bala, aunque entró en mí, no causó gran daño, y la otra solo rozó mi pierna. —Debe tomarse estos analgésicos, y por favor siga al pie de la letra las indicaciones, y por favor guarde reposo —habla el médico de la familia como si yo fuese un niño el

