Las hijas de mi vecina 1

5000 Words
Una vecina me pide ayuda, sabiendo que trabajo en casa, y me pide que cuide a sus hijas. Sonó el timbre muy temprano, apenas me acababa de encender el cigarro, y aun no sabía ni quien soy. Abrí, y era Carmen, mi vecina. Madre soltera, con dos hijas adolescentes, y sin vida de tanto trabajar. Me la intente tirar en su día, pero era verdad que no tenía tiempo. Con dos trabajos, le era imposible. -Hola Pender, perdona que te moleste tan temprano. Necesito tu ayuda- me dijo. Me aparte la polla aun morcillona, le mire de arriba abajo y me dijo: -No, eso no.-me dijo sonriendo avergonzada. -Me ha fallado la canguro, ¿te las dejo hasta las 3 que vengo a comer? Por favor, no sé a quién más pedirle. Ya me las había dejado, pero hacía años que no me lo pedía, y me pilló por sorpresa. -Carmen tía, que tengo mucho trabajo, me acaban de ascender y no la puedo cagar.- le explique mirando sus pechos bajo la camiseta. Lástima que llevé sujetador, pensé. -No, tu tranquilo, ya les he dicho que vean la tele, o que jueguen con las tabletas, pero que no te molesten. Ya verás como ni las notas en casa. -me explico convincente, mirándome, sonriendo, con cara de darme un buen premio. Le devolví la sonrisa, y le dije: -Venga va, todo sea porque por fin, tomes un día un café conmigo.- le conteste dejándolo claro. Sonrió avergonzada y me dijo: -En cuanto pueda quedamos- y se fue en busca de sus hijas. -Promesas, promesas.- le conteste mientras subía a su piso y me decía: -Si, ya verás que sí.- me contesto riendo los dos. Carmen era madre soltera, con dos trabajos, y muy poco tiempo para ella, pero se cuidaba y siempre iba con ropa juvenil y el peinado cuidado. Lo que viene siendo una “Milf”. O “Mama cañón”. Yo imaginaba a las dos crías que recordaba, con sus peluches, siempre sonriéndome y cuchicheando cuando me saludaban y seguían hasta su piso. Cuando se quedaban conmigo, se quedaban viendo los dibujos animados en la tele y no daban problemas. Pero joder, vaya dos gacelas aparecieron. Una alta delgada, pero con cuerpazo, buenas tetas y buen culo. Cara de niña buena y el pelo largo hasta media espalda. Llevaba un pantaloncito baquero que dejaba ver sus cachetes del culo por abajo, y una camiseta corta con un estampado de unos chinos, o unas chinas vestidas de tíos. Y la hermana, más joven, regordeta, pero también con un buen culo y enormes tetas, vestida igual que la hermana, pero su gran culo salía más por debajo del pantaloncito. Con gafitas de empollona y cara de chica buena. -¡Hola vecino! Cuanto tiempo -me dijo Nerea, la mayor, dándome dos besos y pasando dentro con su mochila, mirando su móvil. -¡Hola! -me saludo, más tímidamente Montse, la pequeña. -¡Hey! ¡Como has crecido pequeñaja! -le dije revolviéndole el pelo como hacia cuando me las encontraba por las escaleras. -¡Si, jajaja! Ahora me acuerdo de que me despeinabas y me enfadaba. -me dijo dándome dos besos y entrando. La mayor tenía un culo de diosa, con forma de pera y que sobresalía bastante. Y la pequeña también, más grande, redondo y bien puesto. -Bueno, pillar lo que queráis de la nevera, y estáis en vuestra casa. Yo tengo trabajo. -les explique. Montse se sentó y saco su libreta del colegio, pero Nerea fue a atacar la nevera. Al rato, después de registrar todos los armarios, volvió comiéndose una manzana, y le dijo a su hermana: -Solo hay fruta y verduras. ¿quieres una manzana o un plátano? - No, luego si eso- le dijo sin levantar la vista de su libreta. Nerea se paseó por el salón, mirándolo todo, y recordando cuando venía siendo más pequeña. Siempre le extrañaba la ausencia de cuadros y las estanterías vacías, y cuando llego a mi lado, le mire los muslos, torneados y fuertes, de reojo, con el perfil de la curva de su culo. Se fijo en mi pantalla un rato, y le dije: -Es delito mirar esto Nerea, ve a estudiar como tu hermana. Soltó una risita y me dijo: -¿Eres vegetariano? -No, yo como de todo, pero lo pido por internet, hoy comeréis lo que os apetezca, pero cuando hable con tu madre, lo que ella me diga.- les explique. Tenía una actitud pasota, estaba curtida al tener que cuidar de su hermana, y ver pasar a muchos hombres, por la vida de su madre, que le habían mirado con deseo he incluso intentaron meterle mano. Pero sabiendo esto, no le notaba odio hacia mí, algo que esperaba y me gusto no notarlo en su mirada. Me alegre, supongo que nunca me vieron como esos tíos que traía su madre, yo las había cuidado, dejándolas a su aire, y siempre tenía alguna broma para hacerlas reír. -Yo me pido pizza y con muchas cosas encima- le dijo Nerea a su hermana. -Yo con una ensalada ya estoy bien- le dijo la hermana. Me giré y le dije: -¿Ya empiezas con los complejos Montse? No seas tonta y no hagas caso, que aun eres muy joven para preocuparte por esas tonterías. Estas maciza, y no te sobra ni un kilo, y quien te diga lo contrario, tiene celos. Y me esbozó una sonrisa, con su hermana mirándome asombrada. -Bueno, igual unos pocos kilitos, si le sobran -dijo Nerea. -Ya ha salido la primera culpable, ¡que la encierren!- dije sin mirarles. Y Montse se echó a reír. -Entonces ¿yo que estoy, canija? Y sin dejar de mirar la pantalla, le dije: -Tu estas cañón, es otra belleza. Y rieron las dos. Estaban alagadas por mis piropos, y se miraron sonriéndose contentas recordando lo franco que soy siempre al hablar, aunque sea con jovencitas. Paso la mañana y me empezaron a pedir comida. Le desbloquee la Tablet a Montse y le dije que a mí me pidiera Salmon a la plancha y arroz con champiñones. Nerea se molestó porque le diera la Tablet a la menor, y me dijo: -¡Puaj! Que comida- y me sonreía picara cuando la mire. -Creo que no lo has probado. No hables sin saber listilla- y me saco la lengua. -El salmón ya te digo yo que no lo hemos probado- confeso Montse. -Pide dos platos y si no os gusta ya tengo para mañana- le dije. Al final, me dejaron sin Salmon, y me tuve que comer yo media pizza, porque también se la comieron. Yo reía a ratos, mirándolas devorar mi comida, y me miraban sonrientes. -Mañana repito ,dijo Montse. -Y yo, ya te digo. No sabía que hay pescado que esta rico- dijo Nerea. -¡Jajaja! Bueno mañana pedimos otro que hay muchos que están ricos- les dije riendo. Llego su madre casi sin aliento, y cuando vio que ya comían me dijo: -No hombre, no hacía falta, ya le iba a hacer yo algo ahora. -No te preocupes que no es un problema, y así ahora puedes descansar un rato más- le dije. -Pero es un pico, no te lo puedo pagar Pender- me dijo entristecida. -Que no, que no me tienes que pagar nada, yo encantado de no comer solo. Son una chicas muy educadas y no tengo queja- le dije. -Bueno, muchas gracias. Ya te hare un buen cocido el domingo. Que sé que te gusta. -Si, por favor.- le dije poniendo un exagerado tono penoso y frotando mi barriga. Y todas rieron. -Bueno chicas, hasta mañana. Y por cierto, tu comerás lo que quieras, pero tu si no me enseñas lo que has hecho de deberes, y haces como hoy, sin sacar ni la libreta, sí que comerás ensalada.- le acabe diciendo a Nerea. Se quedaron en silencio y salto la madre: -¿¡No has hecho nada?! ,pues cena que me ahorro. Si Pender, si no estudia que coma ensalada, y así no se meterá con la hermana por estar gordita. -No, ya me da igual, me ha dicho Pender que soy muy joven para escuchar esas tonterías, y es verdad- le dijo Montse a la madre, aliviado de que no le contara que les había piropeado. Aunque Carmen no se hubiera molestado, ya sabía lo zalamero que soy. -Pues claro que si mi niña, ya verás como cambias, y sino ya nos preocuparemos más adelante -le dijo la madre abrazándola. Me dieron todas los dos besos, menos Nerea. La pare y le dije: -Mañana hablamos seriamente. Me miro algo asustada, y cuando me vio sonreír, se fue sonriendo. -¡Me debes dos besos chulilla! -le grite. Y me enseño un dedo. Y admire su culo de vicio con los cachetes de acero asomando bajo el pantaloncito. Se dio cuenta y volvió a sonreír. Como habían crecido la pequeña Nerea y su hermanita, pensé con mi polla morcillona. A la mañana siguiente, bajaron solas, y me traían un pequeño bizcocho. Montse me dio los buenos días y mis dos besos, y Nerea me pego en el pecho con su libreta intentando pasar y entrar. Pero la pare, y mire la libreta abierta por la fecha del día anterior, estaban los deberes hechos, pase la hoja al día actual, y también estaban hechos. -Déjame un lápiz, chulilla- le dije. La muy pilla, con la cabeza gacha se fijaba en mi polla medio empalmada, y se había quedado absorta. Me di cuenta y le volví a decir: -Nerea ,un lápiz- y lo busco resoplando. Me lo dio y volvía a intentar entrar, pero no la dejaba. Le repase las dos hojas, y apenas tenía cuatro pequeños fallos. -Vaya, vaya. Me has sorprendido- le dije dándole su libreta y dejándola pasar, mirándole el culo. -Rectifica los errores y ya podrás hacer como ayer, y comer lo que quieras. Pero también puedes estudiar más, y mirar el temario siguiente. Así estarás más preparada y no te pillara alguna sorpresa- le dije. Se fue a la cocina y cogió otra manzana. Se sentó junto a su hermana y miro lo que estaba mal. -Y tú, “silenciosa”, enséñame lo de ayer -le dije despeinándole. Se rio, y me paso su libreta. Se lo repasé y solo vi un pequeño fallo. Se la devolví, y exclamo: -¡No puede ser! Siempre lo repaso. – Y lo miro muy atenta. -¡Ah vale esto! Es una tontería jolín- se quejó. Y se oyó a su hermana riendo bajito. -Las pequeñas tonterías se convierten en grandes errores cariño- le dije sonriéndole. Me asintió dándome la razón, y siguió arreglándolo. Estaba claro que no eran tontas, eran muy inteligentes, pero Nerea no lo parecía, y Paso la semana y ya me dejaban sus libretas para el día siguiente, al irse. Cada día eran un poco más cariñosas, y sobre todo Nerea, que se acercaba más a mi cuando me miraba trabajar, y me pedían comer, o me consultaba algo. Pero lo que más me excito fue el juego de las escaleras cuando subía a su piso, ya contoneando el culo como una gata en celo y soltando una risita zorreándome como una experta. El viernes después de despedirse las chicas, se quedó su madre y me dijo: -¿Sabes una cosa? No tengo tu número ¡Jajaja! Madre mía que desastre soy. Te iba a llamar anoche, para recordarte lo del cocido del domingo, y no tenemos tu teléfono- me explico riendo. -Bueno, ya me di cuenta el primer día, y se lo iba a pedir a ellas, pero como pasas de mí, no quise pasarme de listo.- le dije aprovechando para echarle la caña por enésima vez. -Que va tonto, si ya me ves. Ahora les hago la cena, pongo una lavadora, tiendo la otra y cuando me siento me quedo dormida con el mismo capítulo de una serie, que intento ver cada noche.- me explico jugando con su dedo en mis abdominales. -Voy a empezar a creerte, me he cansado solo de oírte explicármelo -le dije, y reímos los dos. -Tranquila, ya le pido el numero a ellas. Y el domingo tu dirás, yo este finde no salgo de ruta, tengo un cursillo de informática.- le explique, notando que se quería ir ya. No se fiaba de dejarlas solas en casa, ni de mi mirada que la deboraba. -Vale, pásate a las 2, y no almuerces mucho que hay “pringa” para 4 como tú de grandes.- me prometió arañando mi barriga y yéndose, riendo. -Pues no cenare el sábado – le dije, y la escuche reír al cerrar la puerta. Al día siguiente podía descansar y limpiar un poco. Se notaba más gente en casa y no era plan de hacerlas limpiar a ellas. Me tomaba mi café casi tumbado en el sofá y picaron. -¿Podemos pasar? Mi madre duerme y no la queremos despertar -me pidió Montse. Mi polla dio un salto al verlas, creo que hasta la vieron. Venían las dos en pijama y sin sujetador. Y cuando le vi la forma redonda de sus grandes tetas, con pequeños pezones que se le adivinaban a la pequeña Montse, ya no me pareció tan pequeña. Pero cuando me dio los dos besos, pegándomelos a mi pecho, casi las llevo a la cama de la mano a las dos. Nerea tiene unas puntas de misil, con los pezones hacia arriba, y casi me tiro a mordérselos, cuando me los pego al pecho más descarada, y me dio dos besos muy cerca de la boca. -Claro, dejarla dormir, muy bien hecho chicas, y así me ayudáis con esto- y le di la escoba a una y un paño para el polvo a otra, poniéndome cara de sorprendidas. -Pero si yo venía por el wifi- protesto Nerea. -Va que entre todos es un momento- les anime. Lo hacían rápido, y daba gusto, verles las tetas moverse libres bajo los pijamas, Nerea se dio cuenta y sonrió, dándome la espalda, que fue peor porque se notaba la rajita del culo y la braguita medio tanga con la forma de su chochito, marcada perfectamente. Me tuve que girar yo de espaldas, mi polla no pudo aguantar más. Acabaron, y se echaron las dos en el sofá, comiéndose cada una manzana. Estaba deseando que las acabaran y empezaran por los plátanos. -¿Podemos pedir unos bikinis? -me dijo Nerea pegando una teta a mi espalda y viendo mi polla empalmada bajo el pantalón corto. Abrió los ojos, y casi se separa de la impresión, pero le encanto habérmela puesto así, enseñándome su culo adrede y contoneándolo. -¿Qué tienes hay que pincha?- le pregunte mirando su pezón sonriendo. -¡Oye! ¡No mires! ¡jajaja! -me dijo separándose y girándose, riendo. Había visto pollas, de algún noviete, y hecho alguna pajilla, pero la mía le pareció descomunal. Se la imaginaba y se mordía los labios ,sentada en el sofá mirando al vació, noto su coñito pedirle su dedito y pensó en ir al baño y dejarme mi toalla llena de sus flujos, pero le dio miedo cuando creyó que la acosaría como un loco para violarla, al olérselos cuando me secara la cara. Les pedí 5 bikinis, uno para su madre, por el detalle de cada mañana del bizcocho, y dos a cada una, porque sabía que era poco solo uno, para esos cuerpazos que comían como limas. Se alegraron y se los comieron con ganas. -¿Hoy también trabajas?- me pregunto Montse. -No, es un cursillo sobre un programa que nos ponen nuevo.- le explique. -Te puedo ayudar, soy una crack de la informática -se ofreció levantándose. No me pego su gran teta a la espalda, pero la tenía al lado, bastante cerca, y pude adivinar hasta la forma de sus pequeñas aureolas. Miraba la pantalla y veía como le subían y bajaban al respirar. -Ya se cual es- me dijo girándome y sentándose en una pierna. Me abrazo, y ahora si tenía su gran pecho pegado a mi costado, mi brazo quedo encima de sus piernas, y me empezó a explicar sobre el programa. Me señalaba en la pantalla con el brazo izquierdo, y juntaba sus tetas con mi brazo en medio, chafándomelo entre ellas. Se me hacia la boca agua. -Espera, que esto…- me dijo cogiendo el ratón, metiendo mi brazo entre sus tetas más aun, y llevándolo a su lado separándose. La pequeña quería guerra o yo aun dormía, y estaba soñando, pensé alucinando por su descuido por sus tetazas. Y siguió explicándome. Ahora se había metido el pijama entre sus tetas y notaba el calorcito de su coñito cada vez más caliente en mi pierna. Enseguida tragaba saliva sin saber que le pasaba la pobre jovencita, creo yo. Se estaba poniendo cachonda la pequeña Montse, y sus pezoncitos la delataban. Ahora no eran tan pequeños. Yo con mi brazo muerto, encima de sus piernas deseaba calentarla más, pero igual se asustaba. Ella soltó el ratón, y me hizo señalarle un apartado, y darle un clic, me felicito, y volvió a meter mi brazo entre sus tetas para cogerme la mano y mover el ratón para seguir explicándome. Estaba caliente y quería que la tocara. Al rato se frotaba mi brazo atrapado entre sus pechos y me explicaba algo acalorada, y en mi pierna, notaba su coñito ardiendo. -¿Nerea me traes una birra? -le pedí a su hermana. -Y una cola porfi, ya acabamos -le dijo Montse frotándose arriba y abajo con descaro mi brazo al girarse. Vino con las latas, y le dio la de su hermana, nos dio la vuelta y pego su pecho a mi espalda dejándome la cerveza abierta delante. Se apoyo en mi hombro, se quedó mirando y apretando su teta sin ningún pudor. Me estaban poniendo a mil las dos hermanitas, pero poco podía hacer sin ser descarado. Al fin acabo de explicarme y me dijo: -Muy bien, se te da bien a ti también la informática.- me dijo acariciando mi mano y levantándose, casi dándome en la cara con sus tetas, llegándome el olorcito a coñito húmedo. -No, si ya lo conocía, solo han cambiado un par de submenús y han hecho tres pestañas nuevas, pero es el mismo programa de siempre- le confese sonriendo pícaro. Pero no se quejó por tenerla más de media hora explicándome cosas que ya sabía, había disfrutado, y volvería a aprovechar la mínima oportunidad de estar pegada a mí y frotarme las tetas. Me sonrió picara y me dijo: -Ya, claro. Si no tenías ni idea, a mí no me engañas- dijo para quitarle sospechas a su hermana. Pero a Nerea le importo un bledo verla sentada en mi pierna, tan pegada a mí, y con mi brazo metido entre sus enormes tetas, ella ya tenía sus juegos conmigo también. Me hacia un pequeño masaje en el hombro y se había apartado un poco para rozar su pezón en mi espalda, note como se le ponía duro y como me respiraba encima. Si no se hubiera levantado la hermana, le habría metido mano, pero la joven Montse ya no podía pensar con claridad, con lo cachonda que se había puesto. Me la apretó otra vez, me apretó el hombro con fuerza y me dijo: -Vamos a ver si se ha despertado mi madre.- y se separó. -Vale si, dejarme ya en paz, que no hay quien os aguanté- les dije de coña. -¡Ah! Y darme el número de vuestra madre, que no hemos caído en que no lo teníamos. -¡Jajaja! Vaya dos adultos responsables- dijo Montse, ya menos acalorada. -Ya chocheáis ¡jajaja! -soltó Nerea. -Apunta – me dijo Nerea. Acabo y me dijo: -No, que ese es el mío ¡Jajaja! Apunta este -me dijo al darse cuenta. -Espera que ya guardo el tuyo, Lis-ti-ya. -escribí como nombre de su contacto. Y reímos todos. -Ja, ja que gracioso -me dijo, y me dio el de su madre. Me dieron dos besos casi en la boca y Nerea me froto las tetas al separarse diciéndome: -Vigila no haya alguien en la escalera.- pidiendo con esa excusa, que le mirara el culo al subir las escaleras, la gacela cachonda. Y así hizo, dejo pasar a su hermana, y las subió como una stripper cachonda, pensé que igual se bajaba el pantalón y me enseñaba el culo, pero hubiera sido demasiado, se giro y me saco la lengua, sonriendo burlona. Madrea mía, la Lolita la que se está buscando, dije en voz baja. Entre y me acomode la polla que se había puesto morcillona con la pequeña Montse, su cubana con mi brazo, y Nerea con su pezón frotando mi espalda, y su juego de las escaleras. A la mañana siguiente volvieron a picar algo más tarde, no las esperaba, pero solo podían ser ellas. Les abrí y llevaban otros pijamas más cortitos, y por lo tanto, me iban a poner más cachondo. Me dieron los buenos días, la misma excusa de su madre durmiendo, y los dos besos casi en la boca. No sabía que era peor, que lo hicieran compinchadas, que lo hicieran por separado o que compitieran con cual me provocaba más para tenerme para ella, pero me encantaba, y cuando me dio los dos besos Nerea, le cogí el cachete del culo y le dije al oído: -Ten cuidado en las escaleras, que te puedes caer subiéndolas así, y clavarte algo.- y le aprete su cachete con toda mi mano, lo tiene de acero la gacela cachonda, pensé relamiéndome. Dio un saltito, miro si su hermana nos veía, y cuando vio que no, me sonrió picara y se fue meneándolo, a por su “manzana mañanera del pecado”. Se que Nerea quería subir un nivel su juego, seguro que se hizo un par de pajas imaginando escenas posibles, y eso hice, pero dejaría que ella me buscara, y así no se asustaría, si le hacía lo que deseaba hacerle. -No almuerces mucho que mi madre te va a hinchar, están las ollas hasta arriba. -me dijo Montse con los ojos cerrados, esparramada en el sofá. Tenía las enormes tetas caídas a cada lado y se veía parte de ellas por debajo del pijama que era hasta media barriga, y su coñito se definía perfecto con una pierna en el sofá, y la otra en el suelo. Se acerco Nerea, que me había visto mirar a su hermanita, y se tumbó entre sus piernas apoyando su cabeza entre las tetas de su hermana, mirándome picara. Ahora le veía a ella sus tetas debajo de la camiseta, que no se separaron apenas, y su chochito bien marcado con sus piernas abiertas con descaro. Me relamí mirándola con descaro, mientras me sonreía y abría y cerraba sus piernas. Me senté en el reposabrazos, apoyado al respaldo, a mirar las noticias en mi Tablet. Nerea quería que le atacara otra vez, pero si lo hacía le comía el coño con su hermana que parecía medio dormida, me habían puesto a mil en un momento. Y no creo que fuera buena idea bajarle el pijama y las braguitas para comérselo, sin que se diera cuenta su hermana, por muy dormida que pareciera. Y eso hizo, alago una pierna y me la puso encima. Seguí leyendo, y ella abría y cerraba la otra pierna, llamaba mi atención la Lolita cachonda. Al rato, después de que me apretara la pierna que tenía encima un par de veces, reclamándome, yo seguía leyendo, y le empecé a acariciar el pie, del pie subí a los gemelos, que le amasé como si fueran sus tetas, y solo pude llegar a medio muslo, hay me entretuve, y dejo de mover el otro pie. Miraba mi mano subir hasta donde llegaba, arañarle haciendo círculos, y bajar otra vez a su pie, me volvía a apretar con el talón reclamándome, y volvía a subir. A mí me hacía gracia, me calentaba, pero lo podía soportar, si no le miraba con la cara de cachonda que se le había puesto, se estaba poniendo a mil, y se movió, bajando un poco. Sonreí al ver su desesperación, y me apretó otra vez con el talón. La joven Lolita quería ver si llegaba ya a su coñito empapado. Y volví a subir esta vez directo a su coñito, pero aún no llegaba, ni llegaría nuca, no le daría el gusto, la pondría a mil, pero debía controlar su calentura que le nublaba el sentido, y no pensaba en su hermanita detrás de ella, que la oiría gemir y retorcerse, si le sobaba el coñito. Mi mano llego a menos de 10 centímetros de su coñito, le arañe la entrepierna y suspiro gozando, pero refunfuño al ver que aún no llegaba, yo reí y no baje la mano, la deje jugando con esa zona ya erógena, y ella se intentaba bajar, enfadada, para que llegara de una vez y se lo sobara. Pero me salvo su hermanita. -¡Joder tía, para de moverte que me clavas los huesos! -le dijo apartándola. Retire la mano rápido, riendo y mirando la pantalla. Nerea refunfuñaba, se levantó muy cachonda y me dio un apretón en la rodilla al pasar por delante. Me llego el olor de coñito empapado y vi sus pezones empinados botar al caminar. Esta vez sí se fue al baño a dejarme mi toalla bien impregnada de sus jugos, después de pajearse furiosa, muy cachonda, oliéndola y mordiéndola, mientras se subía el pijama y se apretaba su pecho con fuerza, imaginaba mi boca mordiéndoselos, se quería meter dos dedos, pero reservaba su coñito para mi enorme polla, y se maltrataba el clítoris gimiendo en la toalla, y cambiando de pecho, sobándoselo y estirándose el pezón con rabia. Hasta que se corrió, apoyada a la pared, gozando de un buen orgasmo oliéndome en la toalla, como si estuviera hay, pegada a ella. Se limpio, y la dejo colgada sonriendo picara, se miró al espejo resoplando y se arregló el pelo. Cuando salió, yo seguía en el reposabrazos, pero no se volvería a poner cerca, no podría resistirse a cogerme la mano y llevarla a su coñito. Se había desahogado, pero seguía cachonda. -¿Podemos pedir algo para nosotras? -me pregunto, con una voz melosa, que solo podía ser por haberse corrido hace un momento. -Si porfa, tengo hambre- añadió su hermanita con los ojos cerrados. -¿Pero tú no dormías? - le pregunte riendo. Soltó una risita y no dijo nada. -Si, ahora os pido unos bikinis. ¿o queréis bocata, o churros con chocolate? -les pregunte, recordando que los fines de semana había churros con chocolate. Montse se sentó de golpe, abriendo mucho los ojos, y dijo: -¡Churros con chocolate! -¡Si, churros, muchos, muchos! – añadió Nerea, pasándosele un poco el calentón, y sentándose en el sofá, esta vez bien. -Oído cocina -les dije escribiendo el pedido. Miraban sus móviles, y yo mis correos. Cuando Nerea harta de ver a los chicos de su edad con sus fotos y videos, que ya no le calentaban apenas, me empezó a mirar de reojo. Miraba mis piernas, mis brazos y se fijaba en el bulto de mi polla, que ya sabía que era gigante. No se quitaba de la cabeza la idea de metérsela hasta donde pudiera, y cabalgarme a su gusto. Varias de su clase follaban casi cada día con sus novios o sus “Follamigos”, y ella estaba harta de esperar, me tenía a mí, y sabía que me la acabaría follando. Luego me imaginaba follándola, y sentía miedo del daño que le haría, pero cambiaba a imaginarse cabalgándome y se volvió a calentar. Y esta vez su hermanita no le corto el rollo, le hizo un favor. -Tengo pis- dijo yendo al baño. Se cerró la puerta, y se quedó petrificada mirando el móvil sin verlo. Noto mi mano bajando por su cuello, pasando por su pecho, y levantando su pijama, para atraparle un pecho y empezar a sobárselo, gozando por fin, al tenerlo en la mano, duro y grande casi como mi mano, y muy firme. -¿Estas más relajada? -le pregunte por su paja en el baño. Me agarro la mano, sonrío cachonda, me la cambio de pecho, y me mordió con cariño el brazo. No me quería mirar a la cara. -Ejemm. - Asintió mordiéndome el brazo, y volviendo a cambiar de teta, ahora le pellizcaba el pezón y soltaba risitas, me mordía más fuerte y me la volvía a cambiar de pecho. -Mira cómo me pones cabrona -le dije con mi polla fuera. Me miro, bajo la vista, y por fin la vio. Soltó una risita y se acercó a mirarla con atención, sin soltar mi mano en su pecho. Yo gozaba con sus tetas de piedra y sus pezones durísimos. -Madre mía que grande, hace tres como la del Rubén- me dijo sin dejar de mirarla y volviendo a morder mi brazo al notar mis pellizcos en el pezón, y gozar, pero cambiando de pecho. Ella quería las dos manos, una en cada pecho, como le hacía “el tal Rubén”, que era de las pocas cosas que le hacía, que le gustaba. Sonó la cisterna y me la guarde diciéndole: -¿Quién es ese Rubén? ¿Te lo has follado? -le pregunte apretando más fuerte su teta. Ahora me lamia el brazo como si fuera mi polla, y me contesto: -Que va, es un mierda, un par de pajas solo, aun soy virgen -me confeso. -Mejor así, pero tu sigue jugando con mayores que dejaras de serlo pronto- le dije bajando mi mano a su coñito, y apartándola, justo cuando llegaba a la goma del pantalón, y se oyó la puerta.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD