Capítulo 14

1661 Words
Alana entró corriendo en la mansión de los Alphas, su corazón bombeaba con fuerza y con una mezcla de emociones contradictorias, que le costaba comprender, por un lado, estaba eufórica por el beso que le había robado a Osiel, y eso la hacía suspirar, su primer beso, uno por gusto, uno que ella dio, y de a momentos sentía que se desmallaría, la sensación de sus labios en los suyos todavía la hacía sentir mareada, aunque fue efímero, para Alana fue lo más osado que había hecho en su vida, se sentía como si estuviera flotando en una nube de felicidad. Pero por otro lado, estaba enojada, más que enojada, no solo por ese estúpido beso, también recordaba la noche anterior, cuando había defendido a Edur sin pensarlo dos veces, ¿Por qué no solo dijo que le costaba estar cerca de él porque la había forzado en el establo?, Tal vez por vergüenza, aunque en el fondo sabía que no deseaba ver como sus hermanos lo despedazaban, porque aun siendo lobos, tenían leyes, reglas y el abuso s****l no estaba permitido, ni aunque fueran compañeros, menos si no lo eran, pero además de eso, ahora, se daba cuenta de que estaba feliz por haber besado a Osiel, el mismo Alpha que la había ignorado y negado cualquier ayuda cuando más la necesitaba, cuando había dejado la manada para ir a la universidad, y como si fuese poco, también había defendido a Otto, se sentía una estúpida, una traidora a ella misma. Alana se sintió una hipócrita. ¿Cómo podía sentirse atraída por alguien que no había movido un dedo para ayudarla? O dos idiotas que solo la habían humillado, y fue cuando recordó las palabras de Gala y Benjamín, “Siempre estaremos para ti Alana, eres nuestra mejor amiga”, sus amigos, esos que la habían apoyado en todo momento, como si la diosa los hubiera colocado en su camino, en su vida, para iluminar un poco tanta oscuridad que la rodeaba, sin ellos, no habría podido estudiar, ni siquiera habría tenido un lugar donde vivir. La ira y la frustración se apoderaron de ella mientras caminaba por el pasillo de la mansión. ¿Por qué se sentía así por Osiel? ¿Por qué no podía dejar de pensar en él?, claro, el vínculo de compañeros, uno que cada vez se haría más fuerte, con el paso del tiempo. Alana se detuvo frente a un espejo y se miró a sí misma. — No puedes perdonarlos tan fácil, no seas tan estúpida. Se dijo mientras que la euforia del beso comenzó a desvanecerse, reemplazada por la realidad de su situación, Alana se dio cuenta de que no podía dejar que sus sentimientos por Osiel la distrajeran de lo que realmente importaba, regresar a la universidad, volver a ver a sus amigos, tenía que mantenerse enfocada en sus objetivos y no dejar que nadie, ni siquiera un alfa atractivo, la desviara del camino. Con una determinación renovada, Alana se dirigió al despacho del rey Lucio, con la esperanza de encontrarlo allí, quería preguntarle sobre su regreso a la universidad y explicarle cuánto deseaba continuar con sus estudios, tal vez todos podrían mantenerse vivos si solo se reunían los fines de semana, después de todo, aun no la habían marcado, por suerte y era todo un récord para cualquier lobo; sin embargo, al llegar al despacho, se dio cuenta de que no era el rey Lucio quien estaba allí, sino Edur y aunque su primer instinto fue huir de allí, sus pies se clavaron al piso, por solo ver su amplia espalda, la forma en que la camiseta de algodón se pegaba a su cuerpo, si ver a Osiel con traje la privaba de pestañar, ver a Edur con una ropa tan cómoda, pero a la vez ceñida a su cuerpo, la aturdió. Edur, estaba hablando por teléfono, o, mejor dicho, discutiendo, estaba tan concentrado que no se había percatado de que la joven pelirroja lo observaba, y Alana no pudo evitar escuchar la conversación. — ¿Quién demonios es Benjamín? — preguntó Edur, con la voz llena de irritación. — ¿Qué tiene que ver con Redomón? ¿Por qué ahora aparece su nombre y porque debería ir esta noche a reunirme con él? Apenas Alana escucho el nombre de Benjamín, la imagen de su amigo llego a ella, era consciente de que muchos podían llevar ese nombre, pero algo dentro de ella le decía que Edur estaba hablando de su amigo Benjamín, y se sintió intrigada. Si era su amigo, Benjamín, del quien Edur hablaba, ¿Qué relación tenía con la mafia Redomón? Entonces, ante la intriga y su presentimiento, tomando coraje, Alana se acercó a Edur y carraspeó para anunciar su presencia, lo que provocó que Edur dejara de hablar por un segundo, como si dudara que realmente fuera su compañera la que estaba allí. — ¿Alana? — la llamo con duda y Alana sonrió, Edur confundido se asemejaba a un niño, aunque no lo era. — Hola. — dijo un poco nerviosa, pues desde que había regresado a la manada, no había hablado con Edur, al menos no directamente o a solas. — Toma asiento y dame un segundo por favor. — por favor, el Alpha a cargo de la mafia sobre natural le pedía por favor, y a Alana le temblaron las piernas, pero lo obedeció, le dio su espacio, aunque no fue muy lejos, solo se sentó frente a él en uno de los sofás. — Si, si lo que sea, allí estaré, ahora estoy ocupado. — agrego luego de destapar la bocina del teléfono móvil, ya que la había cubierto al ver a Alana, y sin más finalizo la llamada, porque su prioridad era su luna, misma que estaba frente a él por voluntad. — Ahora sí, ¿Qué necesitas Alana? — las mejillas de la loba enrojecieron, por solo ver los ojos de Edur cambiar, su lobo estaba luchando con el humano y, aun así, Edur se mostraba de lo más tranquilo, y eso solo significaba que ella tenía toda su atención, sin importar que. — Yo… te escuche hablar de que tendrías una reunión. — murmuro sin saber muy bien como pedirle que la llevara con él, no podía solo decirle que era porque escucho el nombre de Benjamín, seguro y Edur se reiría de ella por creer que en todo el mundo solo su amigo cargara con ese nombre. — Si, tal parece que alguien se quiere sumar a mis negocios, o mejor dicho, alguien se sumara, quiera o no, no comprendo a los ancianos, primero me aseguran que deberé hacerme cargo de todo y luego, pretenden que acepte a un anormal… — la lengua de Edur se enredó sola, por solo ver el rostro de Alana y como esta se hundía en el sofá. – Eso… — ¿Eso quiere decir que no soy la única anormal en el mundo? — murmuro con pena, pero aun así viendo mal al Alpha que en ese momento queria cortar su lengua. — Tú no te comparas con … — Los humanos también son anormales. — dijo tratando de encajar allí, con ellos, con los humanos. — Es decir, en este tiempo que llevo estudiando con ellos, comprendí muchas cosas, como que la normalidad casi no existe. — Edur abrió y cerro su boca, sin saber bien que decir. — Y aunque ahora parezca que soy como cualquier otra loba “normal” — continuo la joven haciendo comillas al aire al decir la última palabra. — No lo soy Edur, creo que me olvide decirles eso, aun estan a tiempo de rechazarme. — un gruñido escapo de los labios del Alpha y Alana se hizo pequeña en su asiento. — Lo siento, no quise asustarte. — Edur era quizás el que más concia el miedo en los ojos de Alana, pues como la joven lo vio esa noche, no la vio mirar a más nadie, nunca. — Solo no quiero que digas eso, no te rechazaremos Alana, y no por el hecho de que moriremos si lo hacemos, es por saber que tu morirás si eso sucede. — bien se dijo Alana, al menos no la querían muerta. — Entonces es por lastima o pena a matarme que me conservaran. — quiso preguntar, pero le salió a afirmación y Edur se levantó cual resorte de su lugar, ocasionando que Alana lo imitara, por supuesto, con el miedo grabado en el rostro. — No, claro que no, no es lastima, es… — Me gustaría ir contigo a la reunión, claro si no te avergüenzas. – consciente o inconscientemente Alana no queria escuchar que la querían, mucho menos que la amaban, solo era el lazo que los hacía actuar así, seguro que ellos también se sentían tan frustrados como ella, sin poder estar feliz o enojada al cien por ciento, todo era medias y eso era frustrante. — Jamás me avergonzaría de ti, y más que feliz te llevare conmigo, yo por ti haré cualquier cosa Alana. — Entonces es una cita. — ¿Por qué demonios había dicho eso? Quizás por la costumbre que tenía Gala de decir aquello cada vez que quedaba con Benjamín o ella de ir a algun lugar, lo que sea simplemente se le salió, y Edur no podía estar más feliz por eso. — Claro que si mi luna, es una cita. — De acuerdo, nos vemos más tarde. — dijo y salió corriendo de la oficina, porque sentía que el corazón se le saldría. — Diosa, ¿Por qué me pones tus peores batallas? No te das cuenta de que mi corazón es débil. Lina sonrió al escuchar a Alana quejarse a la nada misma, pero podía intuir por el sonrojo de la joven, que todo iba por buen camino, solo esperaba que sus hijos tuvieran la fuerza y voluntad, para ganarse el perdón de Alana.
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