Capítulo treinta y uno Pov Jexi Me besó. Lo besé. Y lo peor del caso es que aún nos seguimos besando como si no hubiese un mañana. Sus labios suaves y al mismo tiempo calientes son como una droga que quieres seguir probando una y otra vez sin parar y aquí me encuentro metida en mi nuevo vicio. Sus manos se aventuran por mi espalda debajo de mi suéter y me separo ligeramente al sentir un cosquilleo pasar por mi columna, abro mis ojos lentamente y observo lo dilatados que están los suyos —¿alguna vez te he dicho lo hermosa que eres? —su voz ronca hace erizar mi piel y empiezan a salir a flote todas esas emociones de euforia que nunca creí tener en la vida real. ¡AHHHHHH! Quiero gritar. Intento soltarme de su cuerpo y el chico Dhall ni se inmuta en dejar de agarrarme por la cintura p

