Capítulo veintiocho Despierto al sentir el vivo alcohol hacer contacto con mi nariz y me pongo de pie rápidamente al sentir la quemazón en esta. ¡Quema! Mis ojos rápidamente lo ven a él sentado al lado de las escaleras sujetando su brazo derecho, doy un paso en su dirección para intentar ver mejor sus heridas, pero me detengo al ver a la chica llegar a su lado de forma eufórica, —Elián, debes tener más cuidado, mira como estás —sus manos tocan desde su pecho hasta la finalización de sus hombros y esa calor característica de enfado que se cruza por mi espalda siempre aparece. Él levanta su rostro y esos ojos azules me escanean de arriba a abajo viendo algún mal golpe que pueda tener, regresa su vista a mis ojos y trago grueso. Necesito salir de aquí. No por el hecho de que me quiera

