Un par de días después, Aitana confirmaría a Gabriel, su agente de viaje, de su asistencia a aquel prometedor viaje en ese crucero exclusivo que partiría en menos de una semana, en una gran travesía por las aguas del océano atlántico y el mar mediterráneo, pasando por los sitios más exóticos del viejo continente. Esa mañana, mientras estaba en la piscina de su casa tomando un baño junto a Cloe, la joven que le ayudaba en el hogar, quien tenía aquel día un tanto libre de las tareas del hogar, tomó su teléfono celular y bajo aquel radiante sol que bronceaba su pálida piel aquella mañana, le marcó a su agente de viajes. ― Aitana, qué placer saber de ti, esto solo me dice algo, y es que ya tomaste una decisión. Soy todo oídos, dime qué pensaste de las opciones que te di.

