Luego de obtener lo que deseaba, Aitana dejó partir a Georgina. Aitana miraba el mar frente a ella, su camarote daba al pasillo principal del lado de estribor, justo cuando miraba aquel sitio, pudo notar una presencia que le observaba desde unos cuantos metros más allá de su camarote, como a cuatro camarotes de distancia. Cuando su mirada se detuvo en aquella persona, vio un rostro conocido con una sonrisa llena de sorpresa dibujada en su rostro. Jean Pierre LeBlanc. Estaba unos metros más allá tomando una humeante taza de café, mientras le observaba con curiosidad, apoyado a la puerta de un camarote. ¿Qué hacía allí? Ese apuesto hombre, era una cosa tras otra, tanto que le estaba costando procesar tantas cosas, era un sube y baja de emociones cada

