Aquella música melancólica y romántica, pero con mucha sazón comenzó a sonar. Aitana agradecía más que nunca en ese momento haber tomado clases de Salsa casino alguna vez en su vida. Jean Pierre era todo un bailarín, ¿de dónde habría aprendido tales técnicas? Quién sabe, pero lucía como todo un experto del baile romántico. El asombro de Aitana era gigantesco, si algo faltaba para coronar a ese hombre como lo mejor que podría haberse conseguido, era que supiese bailar de tal manera, resultaba tan bien que llamaba la atención de las mujeres, y hacían sentir envidia sobre Aitana, no solo por como lucía ella, sino por aquel hombre con el que bailaba cuerpo a cuerpo. Era él quien llevaba a una Aitana que a duras penas se defendía en el baile, pero que no quedaba

