Aitana meditaba en medio de la soledad de su habitación, puesto que cuando llegó se encontró con un cuarto vacío y una cama fría, no había rastros de Jordi por ningún lado, como si el mar se lo hubiese tragado aquella noche. No tenía ni la más mínima intención de ir tras él tampoco, para Aitana, era más relevante recordar lo que había acabado de vivir momentos atrás, tal vez había pasado la línea dándole entrada al aceptar pasar tiempo con Jean Pierre LeBlanc, pero comprendía que era casada, por ello mismo decidió desaparecer de la vista de ese hombre, que, inesperadamente, la hizo sentir viva con tan solo una corta conversación, ni siquiera le había dicho su nombre. Aunque Aitana sentía unas infinitas ganas de salir de allí corriendo y buscar nuevamente a Jean Pierre, sabí

