Víctor salió del coche, con el rostro tenso, y sus ojos, que antes albergaban una mirada suave y cálida hacia ella, ahora chispeaban con el enojo, su cara teñida de carmesí y desconcierto dejaban en evidencia de su incomodidad. Su mirada se entrelazó con la de Vivian por un segundo que pareció eterno, y en ese instante todos sus conflictos internos se reflejaron en sus ojos oscuros. La gente alrededor comenzó a murmurar, pero para ellos, el mundo se había reducido a un silencioso enfrentamiento. —¿Qué pretendes con esto? ¿Quieres herirnos a los dos? —su voz era más un rugido contenido— ¡¿Te has vuelto loca desde cuando eres una mujer irracional?! —sin dejarla replicar, agregó —. ¡Esto termina ahora Viviana Alcalá! Su voz firme estaba cargada de una emoción indescifrable. Al escuchar su

