—¡Sal de aquí! —estalló mientras trataba de controlar las emociones que amenazaban con desbordarlo.
—Puede sacarme lo que sea, pero la gente como usted se llama malagradecido ¿Cómo le hace esto a su mentor? Al hombre que lo puso en el poder, usted solo llegó aquí como un simple empleado brillante, pero sin nada más —continúo hablando la mujer sin detenerse un momento.
—¡Cállate! —exclamó y caminó hacia ella peligrosamente—. Si vuelves a abrir tu maldit4 boca, no respondo.
En ese punto, Alicia se dio cuenta de que había ido demasiado, lejos. Con lágrimas en los ojos, salió corriendo, dejándolo solo en el salón.
Él cerró la puerta con violencia y caminó hacia el bar que estaba a un extremo del salón, se sirvió un vaso y comenzó a tomar con manos temblorosas. Sintió cómo cada sorbo de alc
