DOMINIK. . .
La embisto con fuerza por última vez y siento que su cuerpo se retuerce de placer bajo el mío, cierro los ojos dejándome arrastrar por las sensaciones que produce el orgasmo y sin poder sostenerme más, me desplomo sobre ella. Malena me abraza y siento su corazón tan desbocado como el mío. Después de unos minutos, mi respiración empieza a regularizarse y me ruedo para quedar a su lado.
—Eso ha sido. . .increíble— dijo Malena con voz entrecortada.
—Así es— respondo, con la cabeza llena de imágenes sobre Irina. ¿por qué diablos no podía sacarla de mi cabeza ni siquiera cuando mi cuerpo reposaba al lado del exquisito cuerpo de Malena?
—¿Han sido ideas mías o estabas castigándome por algo?— inmediatamente me giro y la observo a los ojos— me encanta el sexo salvaje hermoso, no me malinterpretes, pero hoy. . . .Digamos que has sido más brusco de lo normal. Me ha dado la impresión de que me estabas dando un castigo.
“Un castigo que era para Irina”
Pienso inmediatamente pero no respondo.
—Son ideas tuyas, Malena— le digo mostrándome indiferente.
—Bueno, igual no me quejo, parece que tenías la necesidad de desquitarte, me encanta cuando te portas así— sus manos recorren mi pecho y una extraña ira se aloja en mí. ¿Por qué diablos tengo a Irina metida bajo la piel?, me niego a darle nombre a esto que siento, solo me enfurece que no esté disponible en mi cama. Se supone que soy su Maestro.
—Haz silencio Malena, aún tengo mucho para ti— respondo y me subo sobre ella.
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IRINA. . .
Escucho por lo que parecen horas, las olimpiadas sexuales que se están llevando en la habitación cercana a la mía, no puedo evitar sentir que laceran mi corazón. No quiero llorar pero las lágrimas escurren de mis ojos sin poder ser detenidas. Me siento humillada, menoscabada y no me agrada para nada sentirme así.
Cada uno de sus fuertes gritos, cada uno de sus gemidos se queda en mi cabeza como si hubiese sido grabado a fuego, mis lágrimas queman mis mejillas, y los sonidos de ese par me atormentan, pero no me creo capaz de pasar nuevamente frente a la habitación del Maestro para escapar de la casa, Me quedo mirando a través del ventanal solo rogando porque terminen pronto.
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DOMINIK. . .
Algunas horas más tarde bajo con Malena, para despedirla en la puerta, ella parece estar feliz y está más parlanchina que nunca.
—Espero me llames pronto querido, ha sido una tarde estupenda, te agradecería si no te perdieras tanto.
—Mmmjuuu— respondo distraído.
—La próxima semana viajaré a Francia para una sesión de fotos, sería fantástico vernos antes de que me vaya.
—Posiblemente— respondo.
—Ahora debo marcharme, te llamaré si no lo haces tú— ella se gira hacia mí y me atrae con sus delicadas manos, hasta que toma posesión de mi boca. Cuando el beso culmina, la despido y cierro la puerta, estoy por marcharme nuevamente a mi habitación cuándo algo llama mi atención.
Dos maletas moradas están junto a la puerta principal.
¡¡Maldita sea!!
Pienso cerrando los ojos con fuerzas, no puede ser posible, no puedo tener tan mala suerte. Son las maletas de Irina, se supone que ya llegó y no me di cuenta, peor que eso, se supone que me escuchó con Malena, la muy fogosa se dio el lujo de que sus gritos retumbaran la casa. Aprieto las manos con fuerza, sintiéndome frustrado, hace casi dos años vivimos una experiencia similar. Maldigo nuevamente mi suerte y corro escaleras arriba directamente hacia su habitación.
Abro la puerta y la veo hecha un ovillo, acostada de lado como si viera hacia e ventanal.
—Irina. . . — la llamo en un susurro pero no responde— Irina. . . — vuelvo a llamar y no obtengo respuesta. Seguramente estará dormida— Irina. . . — vuelvo a intentarlo acercándome hacia ella, pero ni siquiera se gira para verme. Entonces sé que en algún momento desde que llegara, se ha quedado dormida. Me doy media vuelta y salgo hacia mi habitación maldiciendo una y otra vez.
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IRINA. . .
Maldecía en silencio por no poder contener el raudal de lágrimas que brotaba de mis ojos, nuevamente me sentía sola, vulnerable, como esa chiquilla que había dormido en la calle, como esa niña que se había sentido lo menos importante del mundo. De pronto sintiendo ira y frustración sequé mis ojos con vehemencia, mientras me quedé con la mirada perdida más allá del ventanal.
—Irina. . .— la voz del Maestro me llama, pero no estoy dispuesta a responder— Irina. . . — vuelve a llamar y cierro los ojos fingiéndome dormida, estoy segura de que en estos precisos momentos, no tengo la fuerza suficiente para enfrentarme a él— Irina. . . — me llama una tercera vez pero permanezco tal cual como estoy. Entonces después de algunos segundos escucho la puerta cerrarse y los casi inaudibles pasos deslizarse por el pasillo.
Se ha ido, se ha ido y siento tantas cosas dentro de mí; rabia, ira, dolor, furia, tristeza, amargura, pero sobretodo unas profundas ganas de experimentar el dulce sabor de la venganza. Abro mis ojos y entorno la mirada. El Maestro me las pagará muy caro, no le permitiré que se burle así de mí.
Al día siguiente coincidimos en el desayuno, lo miro fijamente pero decido comportarme como si no me importara.
—Buenos días, Maestro— le saludo tomando asiento, ni siquiera le doy tiempo de que se ponga en pie y me ofrezca la silla.
—Buen día, Irina— responde él mirando fijamente a mis ojos.
—¿Qué tal su semana?— le pregunto y lo veo tensarse, aunque después lo disimula muy bien.
—Muy normal— me responde encogiéndose de hombros— ¿y la tuya?— me mira entornando los ojos.
—Muy buena, la pasé genial, visitamos lindos lugares, aprendí a montar. . . a caballo— mi pausa es totalmente deliberada— el campo es un buen ambiente. La pasé increíble. Además Tobías se portó muy bien. Me mantuvo entretenida todo el tiempo— su mandíbula se tensa y tengo que contener la sonrisa que amenaza con asomarse a mis labios.
—Qué bueno que lo hayas pasado muy bien, Irina— responde y se levanta de la mesa— Debo marcharme. Buen provecho.
—Pero Maestro, no ha terminado aún.
—Se me hace tarde. Hoy quizás vuelva temprano. Buen día— se marcha muy rígido, como si intentara controlar la tensión que su cuerpo sentía, mientras yo sonrío abiertamente y me dedico a tomar mi desayuno mientras pienso:
“Eso es nada comparado a lo que te espera, Maestro. Te demostraré que buena alumna soy”
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DOMINIK. . .
Voy manejando con dirección a la oficina cuando un semáforo en rojo me obliga a detenerme, cuándo lo que realmente quiero es acelerar y llevarme por el medio a cualquier imbécil que se atraviese en mi camino.
¡¿Qué diablos fue eso?!
¡¿Eran ideas suyas o Irina estaba insinuando algo?!
Quizás fuese evidente que estaba enfadada por lo del día anterior y quisiera desquitarse, pero. . . ¡con un demonios!, golpeo el volante enfurecido y totalmente fuera de mí. Estoy realmente enfadado, no puedo controlar la ira que corre por mis venas.
Irinana se había atrevido a insinuarle que ella y Tobias . . que ella y Tobias. . . ¡Diablos! Golpeo nuevamente el volante, ahora con más fuerza. Un claxon suena y me doy cuenta de que ahora el semáforo me da luz verde permitiéndome el paso, hago rugir el motor cuando arranco el auto sin ningún cuidado.
“Debo controlarme”
Me digo mentalmente. Debo controlarme, soy El Maestro, ella es mi aprendiz. Soy quien controla, ella quien se permite ser controlada.
¿A quién quiero engañar?, Irina es diferente, la etapa en la que se dejaba controlar ha pasado ya hace mucho. Ahora me temo que podría asegurar que ella y yo estamos casi en el mismo nivel.
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IRINA. . .
Paso la mañana planeando perfectamente cuál será mi jugada. Después del almuerzo subo a mi habitación y con una sonrisa pícara en los labios marco el número de Tobías.
Quiero vengarme y no puedo evitarlo, estoy ciega de ira, y eso solo lograré calmarlo cuando obtenga mi revancha.
Al tercer repique me atiende.
—Hola, hermosa.
—Buenas tardes, guapo. ¿Qué tal va tu día?
—Bastante bien. Aunque debo confesar que te extraño.
—Afortunadamente tengo la cura para tus males— una sonrisa inunda mi rostro.
—¿Ah sí?— parece divertido.
—Sí. Tú, yo, piscina y trajes de baño. . . ¿Te apetece?
—Por supuesto. Tu solo dime dónde y a qué hora— me responde riendo.
—Te espero aquí en casa de Dominik, en dos horas.
—Fantástico— dice animado.
—Recuerda traer traje de baño, me quiero dar un banquete. . . visual— le digo seductoramente y lo escucho reír nervioso.
Corto la comunicación riendo feliz. Acabo de dar inicio a mi plan para darle al Maestro, una muestra de su propio mal.
“Ya muero por ver su cara”
Pienso mientras sonrío con un poco de maldad.