Me inclino y beso su cuello, mis labios se deslizan hasta llegar al lóbulo de su oreja, siento como se estremece y tiembla bajo mis caricias, su piel se enciende y comienza a acariciar mi espalda. Succiono el lóbulo de su oreja, y él vuelve a temblar, me enderezo nuevamente y llevo mis manos a la nuca, dónde se unen las tiras de mi bañador, siento cómo Tobías, contiene la respiración y cuándo con hábiles dedos me deshago de la pequeña tela que cubren mis senos, le escucho dejar escapar todo el aire de sus pulmones, mis senos se muestran orgullosos delante de él, quién los mira con adoración e incredulidad.
—Eres. . . hermosa, sencillamente perfecta, Irina— dice a la vez que se endereza y me sujeta contra él, su nariz acaricia en valle de mis senos, su boca delicada comienza a explorar con timidez y urgencia mal disimulada. Pensé que esto sería más difícil, pero la verdad es que me agradan sus caricias, la forma en que adora mi piel me enciende, no al nivel que logra El Maestro, pero se siente bien. Un pequeño gemido escapa de mi boca cuando él se introduce uno de mis pezones a la boca, una suave sensación de placer me recorre la espina dorsal y siento que mi otro seno hormiguea celoso, por las atenciones prestadas a su gemelo. La boca de Tobías es suave, delicada, su lengua se enrolla en el pezón y lo succiona suavemente.
—Eso se siente muy bien— digo con un pequeño jadeo. Su boca repite la acción en mi otro seno y vuelvo a sentir placer. Tobias, me mira a los ojos, sus pupilas están dilatadas, sé que ha esperado esto por mucho tiempo y que las ansias deben estarle ganando, pero será cuándo yo lo diga, cuándo yo lo decida.
Muevo mis caderas contra él, y gime, reacciona tomándome con fuerza de la cintura y haciéndome repetir el movimiento. Yo también siento necesidad, deseo y. . .placer.
Si, placer de tenerlo allí, debajo de mí, ardiendo, anhelante, deseoso por sentirme.
—¡IRINA!— gime contrayendo sus dientes, en busca de algo de control.
—Hay demasiada tela aún— digo con voz ronca, cualquiera reiría ante mi comentario, ya que solo me cubre la parte baja del bikini y a él, su pequeño y ajustado bañador, que se adquiere a su exquisito cuerpo. De acuerdo, no es que haya mucha tela, pero quiero excitarlo.
Sus manos van hasta los nudos laterales de mi bikini y sin mucho esfuerzo los deshace. Tiró de la tela y la arrojó a un lado, sigo sentada sobre él, y recorre mi desnudez con una mirada que casi me quema. No siento vergüenza, me siento bien. Poderosa. Bajo de su cuerpo y tomo el elástico de su bañador, su pecho sube y baja rápidamente, así que comienzo a descender la prenda hasta sacarla por sus pies y arrojarla lejos.
¡Qué bien!, pienso satisfecha al ver su erección. No es como la del Maestro per. . . ¡diablos, Irina!, me reprendo, ¡¿haz de pasar toda la vida comparándolos con él?!
Me ubico en sus pies y sonrío.
—Ven acá, hermosa— me llama y obedezco, serpenteo mi cuerpo sobre él, rozándo su piel y haciéndolo estremecer, cierra sus ojos un momento, disfrutando de las sensaciones.
Al llegar a él, me hace girar con un rápido movimiento, yo río ante su ansiedad, de a poco va perdiendo el control. Besa mi boca con desesperación, desciende por mi cuello, dejándo un rastro de pasión a su paso, succiona mis pezones haciéndome gemir, sigue su descenso y besa mi abdomen, introduce su lengua en mi ombligo y me arqueo ante la sensación, sigue más allá y deja un cálido beso sobre mi vientre, pronto me tiene frente a él, expuesta y disfrutando de la vista.
—Eres hermosa— susurra antes de dedicarse a besar mis muslos, a dejar pequeños mordiscos que me incitan y hacen que mi piel se encienda.
Cuando siento su húmeda lengua justo allí, mi cuerpo se arquea y mi boca se abre para darle paso a los jadeos y gemidos que brotan de ella. Tobias, me tortura, me besa, me acaricia, me lame, me succiona y siento que podría perder el control y dejarme arrastrar por él, pero me niego, así que contraigo los dientes y me enfoco por mantenerme controlada.
Él sigue enfocado en su tarea y pronto mi cuerpo es sacudido por una grandioso orgasmo que me hace vibrar entera. Después de algunos minutos, es él quien está sobre la cama gimiendo y gruñendo mientras recibe placer de mi parte.
Pronto la necesidad es mucha y le permito tumbarse sobre mí, mientras me besa llenándome de caricias delicada, separa mis piernas con toda la intensión de poseerme, me siento extraña, mi cuerpo nunca ha sido invadido por nadie más que no sea él, el maestro. Siento como la sensación de traición sube a mi pecho, y su sabor amargo se aloja en mi boca, mis ojos comienzan a escocer y me niego a llorar, en este momento me concentraré solo en Tobias.
Lo miro a los ojos y me muerdo el labio inferior.
—Irina. . . —dice él.
—Hazme tuya Tobías, completamente tuya— le respondo intentando convencerme con mis palabras, que no soy del Maestro, ni suya ni de nadie, ni siquiera de Tobías que está por poseer mi cuerpo. Soy mía y de nadie más, me pertenezco solo a mí.
Tobias, se desliza en mi interior con suavidad y ternura, es casi como si temiera a que me esfumara, lo siento llenándome y lo recibo con una sensación agridulce. Cuando ya está completamente dentro de mí, se inclina y me besa la boca, mordiendo delicadamente mi labio inferior.
—Somos uno. . . — me susurra y soy incapaz de responder así que comienzo a besarlo con pasión, entrelazo mis pies alrededor de sus caderas y me froto contra él en una invitación.
Es Tobias, me digo, es Tobías quién está dentro de mí. . . Tobias y no él. . . no Mi Maestro.
Comienza a embestirme suavemente, y de a poco va incrementando la velocidad, los gemidos y lloriqueos escapan de mi boca al sentir como nuestros cuerpos chocan.
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DOMINIK. . .
Culmino el papeleo pendiente con los Jordan y sin perder más tiempo salgo del edificio, me subo rápidamente a mi auto y emprendo el camino a casa, seguramente Irina estará dormida o aburrida como una ostra, seguramente lo que desea es que la lleve a comer fuera.
El trayecto que por lo general me lleva de quince a veinte minutos por la mañana, lo hago en diez. Estaciono mi coche frente a la casa y entro. No parece haber nadie.
—Irina. . .— la llamo— ya he llegado cariño. . . Irina— vuelvo a llamarla pero no obtengo respuesta así que corro escaleras arriba para dirigirme a su habitación.
Estoy por llegar cuando escucho gemidos, gruñidos y pequeños gritos de éxtasis. Me detengo confundido.
“¡¿Qué diablos está sucediendo aquí?!”
Pienso sintiéndo que la ira fluye a través de mi. Camino rápidamente y confirmo que vienen de la habitación de Irina, me debato entre abrir la puerta, entrar y pedir una explicación, o girarme e irme al demonio. Hacía años que no sentía tanta rabia, dispuesto a lo que sea me decido.
Voy a entrar.
Tomo la perilla entre mis mano, la cual está sudando, la giro lentamente apretándo el mentón y abro la puerta. La imagen termina de encenderme y siento el terrible deseo de asesinar a alguien. Mis fosas nasales se expanden, respiro agitadamente mientras mi mano libre se abre y se cierra con fuerza y la que está sobre la perilla, la aprieta con tanta fuerza que mis nudillos están blancos.
El oscuro cabello de Irina, está esparcido sobre la cama, sus manos abrazan aquella firme espalda mientras su cuerpo se arquea para recibir las duras y apasionadas embestidas que Tobias le da, porque no hay ninguna duda, aquel es Tobias. Ella gime, él gruñe, ella lloriquea, mi ira crece cuando la escucho pedir más, y sabiendo que no podré controlarme, decido salir que aquella habitación tal y como entre.
Sin ser visto.
Vuelvo al pasillo y camino rápidamente, necesito salir de la casa, necesito irme a otro lugar.
¿Por qué diablos me afecta tanto verla allí recibiendo y dando placer?
¿No la entrené acaso para eso?
¿No hice yo mismo de ella, lo que ahora es?
¡MALDITA SEA!
Maldigo enfurecido a la vez que enciendo mi auto. No debería tomármelo tan apecho, a fin de cuentas hace tan solo un par de días, yo estaba en la misma situación con Malena, golpeo el volante con fuerza, airado y maldiciendo mientras el auto se deliza con rápidez por las calles.
Estoy que me lleva el demonio, enfurecido, airado, completamente fuera de mí, estoy. . . herido.
Si, herido, reconozco para mí.
Me duele que Irina esté así con otro hombre. Me duele que se entregue a otro. Me duele porque soy egoísta y la quiero solo para mí.
Una lágrima escapa de mis ojos, y vuelvo a maldecir.
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IRINA. . . .
Me embiste con fuerza, recibo todo el placer que Tobias está dispuesto a darme, siento como el orgasmo comienza a formarse dentro de mí.
De pronto siento unos pasos que se acercan por el pasillo, Tobias está entregado a su placer, pero yo estoy atenta, a la espera de cumplir mi plan, los pasos se detiene frente a la puerta como si estuviese dudando, entonces gimo más fuerte al sentir que Tobias me embiste casi con violencia. Tengo a Tobias besándome, entregándose a mí. No puedo verlo, pero sé que el Maestro está en la puerta contemplando la escena.
—Más. . . — le pido a Tobias aferrándome con mis uñas a su espalda— Me encanta Tobias, más fuerte, Más... dame más — gimo muy fuerte. Espero que Dominik sienta al menos la mitad de lo que yo sentí. Siento como se marcha, cerrando la puerta y alejándose con pasos apresurados.
Un gran peso se aloja en mi pecho.
Tobias, me obedece incrementando sus embestidas, me niego a dejarme arrastrar por el placer, pero pronto cierro los ojos dejándome llevar por el orgasmo de la venganza, y mi cuerpo explota en millones de partículas.
Él, cae desplomado sobre mí, nuestras respiraciones son agitadas, nuestros cuerpos tiemblan, nuestro pulso es atípico, nuestros pulmones luchan por oxígeno. Acaricio su cabello húmedo, su espalda enfebrecida, su cabeza reposa en mi pecho como queriendo adueñarse de cada latido, de cada sensación que me produjo.
Cierro los ojos para evitar las lágrimas. Me vengué, lo hice, le di a probar de un poco de lo que me hizo sentir, o al menos eso espero, solo que la venganza no es tan dulce como yo esperaba, pues una sabor amargo se ha alojado en mi boca y se niega a abandonarla.