Austin Me desperté con un dolor de cabeza punzante. Maldita sea, mamá, era su culpa que me sintiera como una mierda esta mañana. Salí tambaleándome del cuarto de invitados de Adam y me dirigí a su cocina. —Aspirina y café —le pedí a Adam cuando lo vi tratando de darle el desayuno a su hija. —Yo buscaré la aspirina, el café está en el mostrador, hazte tu propia taza, cuídala por favor —respondió, levantándose. —Ah, Lizzy, no tienes idea de lo que hizo tu tío Aussie anoche para hacer feliz a la abuela —comenté a mi sobrina. Ella empezó a reírse en su silla. —Lizzy, no tan fuerte, cariño —le pedí. Keira entró en la cocina, me miró, sonrió y negó con la cabeza antes de sacar un poco de jugo del refrigerador. —¿No se supone que deberías estar en la cama o algo así? —le pregunté. —Era s

