Keira —Oh, Keira —gimió Adam cuando me vio de pie en el jacuzzi después de quitarme la parte de arriba del bikini—. No tienes idea de cuánta tortura me estás causando en este momento. —¿Cómo te estoy torturando? Pensé que te gustaría esto —le dije. Adam levanta uno de mis senos con sus manos. —Antes de entrar aquí, solo verte con ese bikini me excitaba, pero ahora... —expresó mientras jugaba con mis senos con los dedos, lo que me hizo soltar un pequeño gemido—. Ahhh, no hagas eso, me estás poniendo aún más duro de lo que ya estoy. —¿Puedo sentirlo? —le pregunté tímidamente. —Aquí, siéntate en el asiento del jacuzzi —dijo él. Adam cerró los ojos y suspiró. Los volvió a abrir y se acercó a mí. —¿Estás bien? —le pregunté. —Estoy más que bien, solo sigo pensando que esto es un sueño

