Keira Me despertó el sonido de una aspiradora. Apenas eran las siete de la mañana; sabía que era mi mamá. Ella no trabajaba los fines de semana, así que, siendo sábado, significaba que estaba limpiando la casa. Siempre hacía esto todos los sábados. Me levanté para vestirme y escuché a Kevin gritar. —¡Mamá, son las siete de la mañana! ¿Tienes que hacer eso ahora? ¿No puedes dejarnos dormir un poco más? —gritó Kevin. —Puedes dormir, no te estoy impidiendo eso —gritó mi mamá sobre el ruido de la aspiradora. —Estás usando una aspiradora, ¿cómo puede alguien dormir con eso? —gritó Kevin. —Si no lo hago yo, no se hará —dijo mamá. —Eres imposible —gritó Kevin. Podía escuchar a Kevin pasando por mi habitación. Terminé de cambiarme y fui hacia su habitación y toqué la puerta. —Entra, Keir

