Jay Tristan se movió; gracias a Dios, no estaba muerto. Me cambié del kimono a ropa mientras él seguía inconsciente. Mitzi se quedó con Tristan mientras yo me vestía. —¿Jay? —murmuró Tristan mientras se sentaba y recuperaba el sentido. —Tristan —respondí. —¿Qué pasó? —preguntó, confundido. —¿Qué pasó? Jay te dejó inconsciente, idiota —soltó Mitzi. —¿Jay? —repitió él. —Se acabó entre nosotros, Tristan. Terminamos hace mucho tiempo. No te quiero —le dije con firmeza. —Te quiero —susurró él. Suspiré y me dejé caer en el sofá. —Tristan, en algún momento habría estado emocionado de escuchar esto. Pero no lo estoy. Ya no soy el mismo hombre con el que salías en secreto —confesé. —Jay, te conozco. Tú me quieres y yo te quiero —insistió Tristan. —Tú me quieres. Sabes que estaba enamora

