Algo más

3252 Words
Darle vueltas al mundo nunca fue bueno, para todo aquel que desea lograr sus metas sabe y está consciente de que en ningún momento alguien puede dejar de mirar hacia el frente para seguir el camino que te hará llegar a la meta. El problema con eso, es que los humanos no funcionamos de esa forma, somos fáciles para distraernos, nos dejamos arrastrar por nuestros miedos y reservas, no somos capaces de lanzarnos hacia el vacío sin estar seguros de que habrá un colchón que nos sostendrá una vez que aterricemos abajo y aunque esto puede servir muchas veces, hay ocasiones en las que te deja esperando algo que no sucederá a menos de que te atrevas sin mirar atrás. Benjamin se levantaba un día más con una sonrisa marcada en su rostro, estaba feliz de que Alejandra estuviera allí, en su casa, compartiendo su espacio. Él había insistido en que durmieran sujetos la primera noche como una forma de demostrar un vínculo, era extraño como el cuerpo reaccionaba a ese tipo de acciones y aunque sabía que el acercamiento tardaba en hacerse presente, se había sentido impresionado cuando Ale se había acurrucado a su cuerpo tal y como si hubieran estado sujetos físicamente. El día anterior ellos habían llegado de buscar todas las cosas de Ale desde los dos lugares en los que ella vivía, había descubierto por fin la forma de subir al departamento de Lena que tantos dolores de cabeza le había dado y a pesar del miedo que se había instalado en su pecho al pensar en que Ale cambiara de opinión sobre mudarse con él, ella le había demostrado que era en vano. Ellos regresaron a su casa en un ambiente ligero que los mantenía sonrientes, prepararon la cena y comieron juntos con una conversación cualquiera hasta que él tuvo que alejarse a su oficina para poder terminar con unos papeles que necesitaba al día siguiente en la oficina. Benjamin dejó a Ale en la habitación, escuchó el agua de la ducha y se concentró en su trabajo a pesar del deseo creciente en su vientre al imaginarse a la mujer mojada, deliciosa y desnuda en su habitación. Al regresar pensó que se encontraría a Ale en un lado de la cama, con un pijama tal vez, pero ella lo sorprendió como generalmente hacía, estando dormida justo en el medio del espacio, totalmente desnuda. Se veía inocente, dulce y tan tentadora. Él se desnudó en segundos para meterse en la cama junto a ella, su corazón se aceleró con sentimientos que había experimentado desde la primera vez que la vio y cuando entre dormida, ella se acurrucó contra su pecho en una sonrisa soñadora, supo con certeza que aquel era el lugar a donde ella pertenecía. Con una sonrisa complacida él se quedó dormido. Esa mañana sin embargo, la excitación de su cuerpo era incontenible. Su m*****o estaba tan duro que dolía y tener el cuerpo de Ale cálido, dulce y mojado rozándose contra su dureza era toda una tortura. Él sabía que ella estaba respondiendo incluso sin haberse despertado del todo, su cuerpo se estremeció y Ale gimió cuando se hundió en ella de una estocada. Sus ojos conectaron compartiendo de nuevo aquella intimidad que se abría paso cada vez que estaban juntos. Nunca había experimentado algo tan pleno y placentero como estar hundido en el cuerpo de Ale. Cuando él por fin recuperó el ritmo de su respiración luego de un orgasmo impresionante, besó a Ale en la frente y se levantó de la cama. -Ten un buen día mientras yo sigo aquí- ofreció ella con voz ronca -todavía no es hora de levantarme. -Descansa- dijo él con una sonrisa. Él se alejó con una sonrisa, su horario era más amplio que el de Ale porque bueno, Benjamin dirigía la compañía. Era normal para él llegar muy temprano. Se duchó con rapidez y se vistió con uno de los trajes que sabía que encantaban a Ale, las veces que ella lo había visto con esa ropa siempre la había capturado viéndolo con deseo. Tal vez ahora que no había nada que la detuviera tendría reacciones mucho más interesantes. Él salió del vestidor buscando sus cosas y vio que los ojos se Ale se abrían con pereza. -¿Te lo pusiste por mí?- Preguntó ella con una sonrisa perezosa. -Tal vez- respondió él con una sonrisa que lo delataba al mismo tiempo que se posicionaba de una forma en la que ella viera sus mejores ángulos. Ale solo pudo reír desde la cama. -Te diré un secreto- comentó ella divertida -no es tanto el traje como la persona que lo lleva, esa es realmente la cuestión. -Me siento halagado- dijo él acercándose para besarla antes de irse. -Estás juguetón hoy- comentó ella retorciéndose en sus sábanas. Su m*****o se endureció con esa vista. -Estoy feliz- explicó él con simpleza viendo como los ojos de Ale se derretían para su placer -me encanta tenerte aquí. Ella se levantó sobre sus rodillas, no sin esfuerzo, antes de tomarlo por las solapas de su chaqueta y tumbarlo en la cama para un beso que lo sumió en el deseo. Él gimió y ella se agarró a su cuerpo, se besaron durante largo rato, tentándose, hasta que ella se separó con una sonrisa traviesa. -Parece que no soy el único juguetón- comentó él con una sonrisa -pero para mí tristeza, tengo que irme. -Nos vemos más tarde- se despidió ella con una sonrisa, levantándose al baño.  Benjamin condujo hasta su oficina y subió hasta el último piso, saludó a su secretaria al igual que todos los días, para centrarse en su trabajo por unas horas. Su teléfono sonó de pronto y él lo atendió con la formalidad de siempre. “-Estoy en mi oficina- anunció Alonso haciéndolo reír -¿vendrás como siempre a invadir mi espacio o voy para allá?”. “-Creo que seguiré nuestra costumbre e iré yo- dijo él”. “-Bien, nos vemos- Alonso terminó la llamada como siempre. El hombre era demasiado serio”. Él sonrió mientras se dirigía a su auto y conducía hasta la compañía de Alonso, un camino que se sentía casi como ir a casa. Desde hace años que ellos se habían hecho amigos y desde ese momento él nunca había dejado de ir a la oficina de Alonso, a veces por asuntos de negocios, aunque la mayoría del tiempo era solo para irritar al hombre, algo que le divertía demasiado. Se bajó de su auto luego de estacionarse en el espacio de siempre y subió a la oficina con una sonrisa, se detuvo para saludar a Cary e incluso se aventuró en la oficina de Lena. -¿Cómo está mi amiga?- Preguntó Lena desde el escritorio con una sonrisa -espero que esté pletórica. -La dejé durmiendo- comentó él riendo -creo que eso es suficiente respuesta. -Lo es- respondiendo Lena correspondiendo su risa. Él se dirigió entonces a la oficina de Alonso y entró como siempre lo hacía, sin preguntar. Su amigo se volteó en ese momento con una expresión entre divertida e irritada. -Ya te dije que tenías de dejar entrar así- se quejó Alonso dirigiéndose a los sillones sirviendo las bebidas. -Lena está en su oficina, Alonso- dijo él estirándose en el mueble -no hay oportunidad de que interrumpa nada. -En eso tienes razón- dijo su amigo tomando de su vaso. -¿Cómo te va la vida de hombre comprometido?- Preguntó él con algo de burla sabiendo que molestaría a Alonso. -Excelente- afirmó Alonso mirándolo fijamente -sabes bien que Lena es la mujer perfecta para mí. -Lo sé- convino él con una sonrisa -estoy muy feliz por ustedes, lo sabes. -Lo que no sabía de todo esto era que planificar una boda sería tan complicado- comentó Alonso con exasperación -al parecer para que el evento sea perfecto y que ningún detalle se deje por fuera se necesitan al menos dos años. -¡¿Dos años?!- Se quejó sorprendido -¿y Lena está bien con eso? -Al parecer su madre y su hermana están organizando todo y ella no quiere quitarles la ilusión- explicó su amigo con una mueca -incluso Lisa está metida en todo eso. Te juro que si la toda esa planificación empieza a molestarme, me llevaré a Lena y me casaré con ella a escondidas. -No lo harías- se burló él -además, Lena no te dejaría. Aunque Ale no me ha comentado nada al respecto. -Tienes razón…- dijo Alonso con una sonrisa antes de interrumpirse y verlo fijamente -¿Alejandra no te ha dicho nada? Explícame. -Bueno, para hacerlo corto, tu prometida le dijo unas cuantas palabras a Ale el día de su compromiso y ella vino a mí- comentó él intentando sonar natural aunque sabía que no lo lograría. -¿Así que lograste algo?- Preguntó Alonso. -Logré que se mudara conmigo- admitió él esperando una reacción bastante reservada de su amigo. Para su sorpresa, Alonso solo sonrió mientras tomaba de su trago una vez más. -Me alegro mucho- comentó su amigo haciéndolo sonreír. Ellos se quedaron allí, una conversación ligera para ponerse al día los cubrió hasta que las cosas se calmaron cuando su amigo le recordó la razón por la que estaba allí. -Viniste para hablarme de algo- dijo Alonso -era sobre los negocios, por lo que recuerdo. -Sí- dijo él levantándose, sabía que lo que diría a continuación probablemente sacaría el genio de su amigo. -Entonces dímelo, no quiero tener que escuchar que la compañía está en quiebra o algo por el estilo Benjamin- comentó su amigo con seriedad mientras lo observaba -ahórrame la expectativa. -No se trata de eso- negó él antes de tragar y soltar la noticia -dentro de tres meses tengo que irme, debo regresar a Países Bajos. -¿Sucede algo? -Mi padre está enfermo, van a operarlo, por lo que no podrá encargarse de la compañía- explicó él -así que les pidió a sus hijos que estuvieran con él. Quiere que nos encarguemos de la sede mientras él está recuperándose. -¿Por cuánto tiempo te irás?- Siguió Alonso agudizando su mirada. Él tragó profundo antes de seguir con la verdad. -Un año y medio, tal vez más. Alonso se quedó callado unos segundos, su mirada se volvió oscura. Benjamin esperaba la respuesta. -¿Cuándo?- Fue todo lo que dijo su amigo y él supo que le estaba preguntando cuánto tiempo le quedaba. -Dos meses y tres semanas, exactamente- finalizó él. -¡Mierda, Benjamin!- Explotó Alonso por fin levantándose de su silla. -Necesito que te encargues de varias cosas antes de irme- pidió él con una mueca. -Dime por favor que Alejandra sabe de esto- pidió Alonso. -Todavía no… -¡Mierda!- Gruñó Alonso sirviéndose un nuevo trago y tomándoselo completo aunque no había alcohol en aquel líquido -esto va a traerme problemas, no voy a tolerarlo. Lena ama a Ale como a una hermana, y la mujer me cae muy bien, no vas a lastimarla. -No quiero lastimarla- se defendió él, molesto de que su amigo lo pensara -tengo la intención de decírselo Alonso, no soy tan estúpido, no después de todo lo que ha sucedido. Pero ella ni siquiera ha tenido el tiempo de acostumbrarse a estar conmigo, no pienso soltarle la bomba todavía. -Hazlo pronto- dijo su amigo serio -no quieres que te explote en la cara como me sucedió a mí, créeme, no es agradable. -Lo sé, no lo haré. -Confiaré en tu palabra porque eres mi amigo- ofreció Alonso sentándose de nuevo -pero si esto trae un problema y la bomba explota, juro que te patearé. Él sonrió sabiendo que aquella promesa era muy seria considerando que la palabra de Alonso era de fiar. Benjamin se sentó con Alonso para preparar su partida, los documentos que serían necesarios, los nombres de las personas que dejaría con la autoridad de su puesto, sus ojos y oídos. Cada persona estaría bajo la vigilancia atenta de Alonso, además su amigo se encargaría personalmente de todo lo que tuviera que ver con la asociación dentro de los proyectos en conjunto de sus compañías. -Lamento dejarte con más trabajo ahora- comentó él con una media sonrisa. -Descuida, veámoslo desde otro punto de vista- comentó su amigo -me estás dando una salida para los momentos en los que Lisa y la familia de Lena me vuelva loco con la planificación de la boda. -De nada- se burló él. Benjamin se levantó unos minutos más tarde cuando todo estuvo arreglado, estaba listo para irse. -Ya lo sabes, Benjamin- advirtió Alonso mientras él salía -tienes que decirle a Alejandra. -Lo haré- prometió él por segunda vez antes de salir de la oficina de Alonso. Bajó en el ascensor luego de despedirse de las mujeres, condujo hasta su compañía y una sonrisa se pintó en sus labios cuando pensó en invitar a Ale a almorzar con él. Subió hasta la oficina de ella y todo su buen humor se drenó de su cuerpo cuando observó a Camilo parado en la puerta de Ale como siempre lo hacía, los celos hicieron mella en su cuerpo, se sentía molesto, una extraña sequedad se asentó en su garganta y caminó con pasos apresurados hasta quedar a un lado del hombre, no soportaba verlo junto a Ale. -Hola, cariño- saludó él con toda la intención, el hombre se volteó con sorpresa en el rostro. Benjamin no podía ocultar su sonrisa, hizo lo mejor que pudo aunque Ale lo pilló -venía a preguntarte si te apetecía almorzar conmigo. -Claro- fue la respuesta corta de Ale antes de levantarse, ella no sonreía -lo lamento Camilo, hablaremos en otro momento. Ella tomó su bolso antes de salir por la puerta. El hombre los miraba embobados desde la entrada de la oficina de Ale, un espacio que él había despejado con su cuerpo. Se subieron en el ascensor en completo silencio, él sabía que Ale se había sentido algo incómoda y estaba esperando a que ella dijera algo. No tardó mucho. -No me gustan los celos- rugió ella. Él se sorprendió por la fuerza de aquellos sentimientos -los celos significan falta de confianza, eso es algo que no admito y lo sabes. Las puertas se abrieron y ella salió caminando dejándolo atrás. -No se trata de confianza, Alejandra- rebatió él molesto de pronto -saliste con ese hombre y no soporto verlo contigo porque… siento que sí pudo capturar tu atención una vez, puede hacerlo de nuevo. No quiero que te aparten de mi lado ahora que te tengo aquí. Ella se detuvo en medio del estacionamiento y lo observó fijamente. -¿Eso es lo que sientes?- Preguntó ella con voz queda. Él asintió confiándole sus pensamientos. -Nunca salí con él- afirmó ella de pronto -Camilo me invitó y yo acepté, pero me arrepentí más rápido de lo que imaginé. Nunca llegamos a salir, solo te dejé creer que había sido así para que pudieras darme el espacio que necesitaba. -Eso es ser malévolo- se quejó él agradeciendo la explicación. Ella sonrió -torturarme de esa manera. -Tú me torturabas solo con aparecer- afirmó ella -estamos a mano, Benja. Él sonrió y ella le sostuvo la sonrisa. De ese modo se encaminaron al auto y con un silencio agradable él los llevó hasta un lugar que había querido mostrarle a Ale desde hace demasiado tiempo. -¿Almorzaremos en un parque?- Preguntó ella dudosa. -Espera y verás- comentó él comenzando a caminar. A Benjamin le hubiera encantado llevar a Ale de la cintura como la última vez que habían salido, pero ella había estado molesta con él unos minutos antes, no tenía la valentía de acercarse y que ella lo rechazara. Con un suspiro cerró los puños a sus costados. Un suave toque lo sorprendió, Ale le sonreía dulcemente mientras tomaba su mano, ella los detuvo para colocar su mano en la cintura de su cuerpo. Su corazón se aceleró con calidez mientras se miraban, allí estaba esa intimidad que compartían. -Incluso aunque haya estado molesta- dijo ella sosteniendo su mano con la suya -siempre puedes acercarte a mí, no lo dudes. Él la besó dulcemente, no se detuvo ni un segundo, solo lo hizo. Ale sonrió devolviéndole el beso antes de que ambos caminaran de nuevo. Le encantaba llevarla de esa forma, le encantaba que los vieran juntos, poder estar al lado de una mujer que le fascinaba de la forma en que ella lo hacía lo emocionaba de una forma que nunca había conocido, estaba descubriendo que estar con Ale se sentía así continuamente. Con el corazón acelerado y una sonrisa en el rostro llegaron al lugar que buscaban. Allí en medio de aquel parque había un pequeño carrito de comida que poseía unas tres mesas pequeñas con sombrillas para cubrir a sus clientes del sol, pero estaban al aire libre. Ale se volteó con una sonrisa brillante que le calentó el corazón. -Lo recordaste- dijo ella con estrellas en los ojos y una sonrisa inmensa. -Por supuesto- convino él acercándolos al carrito. Ordenaron lo que más les gustó del menú antes de sentarse en una de las mesas. El lugar era privado al mismo tiempo que se podían escuchar los sonidos típicos de un parque. Ale estaba feliz y eso era todo lo que le importaba. Disfrutaron de su almuerzo con una sonrisa en el rostro mientras una conversación sobre sus días se instaló entre ellos, él comentó que había estado en la oficina de Alonso y ella reía cuando le contó lo mucho que le gustaba molestar a su amigo. -Yo… recibí una llamada de Lena- comentó ella con una sonrisa -al parecer quiere que sea una de sus damas, por lo que tendré que estar incluida en toda la planificación de la boda. -Sí, Alonso comentó algo- dijo él recordando con algo de amargura la conversación con su amigo. -Si soy sincera, creo que dos años es una monstruosidad de tiempo- dijo Ale riendo. -No eres la única que lo piensa, créeme. Aquello los hizo reír hasta el cansancio. -Pobre Navarro- dijo ella entre risas -y no es muy seguido que me vas a escuchar diciendo esto. -Lo sé- convino él. Terminaron su almuerzo y regresaron al auto de la misma forma, unidos de una forma que a él le encantaba. Ale sonreía a su lado, su ojos no dejaban de mirarla y su mente quiso verla siempre de esa forma, nunca más contrariada o molesta. Siempre feliz de verlo, hizo la promesa de que lo lograría, por lo que tenía otra promesa que cumplir antes de eso. Regresaron a la oficina y se separaron, él se entretuvo con la montaña de trabajo que tenía debido a su ausencia hasta que las horas pasaron sin que lo notara. Unos golpes en la puerta lo hicieron voltear sorprendido. Allí estaba Ale, una sonrisa en su rostro, acercándose a su escritorio. -Vamos a casa- musitó ella con ojos cálidos. La misma sensación de calidez aceleró su corazón haciendo que sonriera como un tonto, se levantó para poder besarla de nuevo. Tomó sus cosas y Ale se dejó sostener mientras dejaban el edificio. Benjamin estaba seguro de una cosa, le encantaba esa mujer. No podía dejar de verla, desearla, pero por sobre todas las cosas, no dejaba de anhelar su sonrisa y eso era algo que no podía evitar pensar. La sujetó con fuerza a su cuerpo antes de sonreírle mientras caminaban.
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