Capitulo; 2 El nuevo jefe.

1838 Words
Hoy es unos de esos días en lo que más extraño a Nick. El día empezó terrible, esos días que no sabes para que carajo te levantaste. Y que va empeorando conforme avanza el día. Hoy es el día más atareado, tenía que llegar temprano a la empresa, y digo tenía, porque a este ritmo voy a llegar a la hora de salida. Me levanté temprano para terminar los pendientes y el auto tenía una rueda pinchada. Ayer no estaba así. Trate de cambiarla, pero está es la primera vez desde que no está Nick que se rompe, no aprendí a cambiar una maldita rueda. Cuando estaba sacando la de auxilio resultó que esta también estaba pinchada y para rematar llevaba una falda blanca y se me ensucia. Extraño a Nick. Nick solucionaba todos mis problemas. Si el auto se averiaba, él lo arreglaba, si se me rompía la plancha él la arreglaba, si no andaba un enchufe él lo solucionaba. Tengo que volver a cambiarme. Me encuentro en la puerta de casa esperando un Uber, por el culpa del maldito auto, el día que más lo necesito. El día que se presenta al nuevo jefe. El día que tengo que correr al jardín de niños para hablar con la maestra de mí hijo Ya llego tarde, no voy a poder resolver los pendientes que tenía, así que voy a quedar como una empleada deficiente, con todo lo que trabajé. Menos mal que Candela se llevó a los chicos al jardín. Llega el auto, le doy la dirección y nos dirigimos a destino. ¿Qué a todos se les ocurrió salir hoy? No puede haber tanto embotellamiento. Después de cuarenta minutos pude llegar. Veinte minutos tarde justo hoy. Entro lo más rápido que puedo saludando con la mano a los de recepción. Y cuando estoy llegando al ascensor justo se va. Así que no lo pienso y empiezo a subir las escaleras a toda prisa, y cuando voy abrir la puerta siento que le pegó a alguien. Espero no haberlo matado. Abro despacio y encuentro a un hombre joven de más o menos mí edad tocándose la frente. —Disculpe, disculpe por favor. Es que estoy apurada —digo lamentándome, con cara de pena. Ese hombre está furioso y quién no lo estaría, acabo de golpearlo. Me mira con el ceño fruncido. —Debería tener más cuidado, podría matar a alguien —espeta irritado levantando la voz, sobandose la frente. Que exagerado. Tampoco abrí tan fuerte.. —Disculpe —es lo único que me sale, después de todo sí es mí culpa. —No resuelve nada con solo pedir disculpas —me grita exasperando, y este quién se cree que es para hablarme así, otra cosa no puedo hacer, más se pedir disculpas no puedo. —No sé qué más decirle señor, además de disculparme —levanto el tono de mí voz. —¡Tener más cuidado! —articula molesto elevando más el tono de su voz. —Ya le pedí disculpas, como le dije, ahora sí me disculpas tengo que trabajar —le digo molesta, me alejo de él, maldito arrogante. Saludos a mis compañeros, y empiezo a trabajar son las ocho y cuarenta de la mañana, a las nueve y media nos presentan al nuevo jefe, espero llevarme bien, como con don Carlos, el hasta hoy, dueño de la empresa. Pasa el tiempo y es la hora de la reunión. En el correo me dice que es en la sala mayor, esto sería en el cuarto piso. Me dirijo hacía allá. Mí oficina queda en el segundo piso, espero al elevador, unos minutos. Llega y presiono el cuarto. Llego al piso indicado, camino hasta llegar a la sala de juntas. Ya está don Carlos, su secretaria y otros publicistas. Yo saludo a todos, me devuelven el saludo cordialmente y me siento. Don Carlos explica el porqué de su retiro, nos ánima, e insta a trabajar con el nuevo jefe de la misma manera como lo hacíamos con él. Qué su nieto es un buen muchacho, y muy trabajador. Le pide a su secretaria que busque al susodicho. Entra Dora, la secretaria, y atrás el nuevo jefe, y aquí es donde quiero que la tierra me trague y me escupa en el espacio. j***r, mil veces j***r. Sí es lo que piensan es el mismo sujeto al que le pegue un portazo, y le eleve la voz. Será mejor que busque otro trabajo. El día no puede ir mejor. —Él es mí nieto Ethan, el nuevo, dueño de la empresa —su abuelo lo mira orgulloso, asoma una sonrisa en sus labios —. ¿Qué te pasó en la frente? —pregunta preocupado tocándole el lugar afectado. ¡j***r!. —Nada abuelo, una maleducada abrió la puerta de las escaleras y me la dio en la frente cuando justo pasaba —cuenta indignado. Don Carlos presenta a sus empleados uno por uno, por nombre, hasta que llega a mí. —Ella es Zoe Coronel, también publicista —me presenta. —Hola —frunce el ceño mirándome fijo y escucho que entre dientes susurra —, la mal educada. —¿Qué? - pregunta don Carlos sin haber entendido. —Que es un gusto —estrecha mí mano y yo imito su acción. —Hola —repito apenada. Ruego que no tome represalias por lo ocurrido. De todas las personas que se podían haber atravesado. ¿Tenía que ser justo él? Hay ciento cincuenta empleados trabajando para esta empresa tenía que cruzarse justamente el nuevo jefe. Necesito el trabajo, tengo un hijo y una casa que mantener, bueno a mí hijo lo mantiene el padre. Pero a mí, ¿quien me mantiene? Tengo que terminar de pagar la casa. Tengo cuentas que pagar, comer. Terminada la reunión, saludamos a todos amablemente y nos vamos a nuestras respectivas oficinas. Me pongo a trabajar. Tengo que presentar un proyecto. Para el miércoles. Miro la hora y son las diez y treinta, pedí un Uber para las diez y cuarenta y cinco porque tengo solo quince minutos para llegar al jardín, y la reunión es a las once. Estoy preparando mí cartera para retirarme. Escucho unos golpes en la puerta de mí oficina, doy el pase y entra mí jefe, mí nuevo jefe. Observa mis acciones. Y me mira con el ceño fruncido. Parece que el enojo no se le fue. —¿Usted va a salir? - pregunta confundido —Sí señor, yo ya había pedido permiso a su abuelo, tengo que ir a una reunión en la escuela de mí hijo. —explico terminado de colocar la última cosa en mí cartera. —Espero que su ausencia no sea reiterativa. Ni costumbre —amenaza demostrando que no le agrada el que me retire. Que tipo tan insoportable, tratándose de mí hijo, si tengo que retirarme lo voy hacer cuántas veces sean necesarias. Aunque pierda mí trabajo. —No señor, no es costumbre que me retire de mí trabajo, pero tratándose de mí hijo. Lo siento. Si tengo que pedir permiso mil veces tendré que hacerlo —le digo con respeto pero firme. Él me mira fijo de arriba abajo, que le pasa, menea la cabeza carraspea. —Cuando regrese hablaremos - espeta y se va. Carajo. Que se vaya a lavar los platos. ¿Qué se cree, qué porque es el jefe me va a tratar así? Tengo una vida y una familia fuera del trabajo. Me avisaron que el Uber ya está en la entrada. Tomo el elevador, bajo y subo al auto y le doy la dirección. Estoy con la cabeza en la ventanilla, con el corazón agitado, y mis nervios a full. Y de pronto presto atención a lo que suena en la radio. Esa melodía que me hizo llorar noches enteras. ¿Justo ahora tiene que sonar? ¡Justo ahora que estoy por verlo!. Como duele el amor a veces ya lo ves Que uno a veces tiene mala suerte, sin querer Yo esperaba te quedarás Dentro de mí corazón Pero el destino es cruel Y me equivoque Que te fuiste hace ocho meses, ya lo sé Pero sigues siempre aquí en mí mente, Como ayer Como un fantasma aquí en la casa Sigues en mi habitación Y no sé bien que hacer, Para estar en pie Todavía no puedo olvidarte, Ni dejarte de pensar Todavía no sé cómo borrarte Duele tanto recordar Que estuviste aquí, que eras para mí Todavía no dejo de extrañarte Y no lo puedo ocultar Solamente puedo imaginarme Que un día vas a regresar Pero no es así Al final de todo ahora te perdí Me pregunto, Si esto algún pasará Que yo pueda pronunciar tú nombre sin llorar Mientras tanto esta noche Todo seguirá igual Era tan feliz Sólo junto a ti (...…..) Al final ahora te perdí. Y escuchando esa canción, lucho tratando de controlar mí corazón para que no salga de mí pecho y que no salgan lágrimas de mis ojos. Aunque tanto recordar hace que se deslice unas cuantas, que limpio rápidamente. Termina esa maldita canción, que removió todo dentro de mí, suena una más movida que no es triste, y hace que pueda calmarme. Y pensar en otra cosa. Haciendo así que llegando a destino y me encuentre más calmada. Media cuadra antes veo a Nick parado en la entrada del establecimiento. Oh mí Dios me había olvidado lo sexy y guapo que es, definitivamente voy a necesitar dos horas de ejercicio hoy. Tiene puesto un traje n***o con camisa blanca y corbatín n***o. El traje le queda ajustado, haciendo notar sus músculos. ¿No sabía que existían tantos? Que bien le queda esa ropa. ¿Está haciendo ejercicio?. Este hombre está cada vez más bueno. Dios ayúdame a quitarme estas ganas de tirarme encima. Aunque pensándolo bien sigue siendo mí esposo, puedo acostarme con él. No, quítame estos pensamientos Dios. Ponte detrás de mí Satanás. Piensa cosas feas....... piensa en la polenta que fea que es, piensa vómitos, en tus padres besándose. Inhala exhala. Ya logré controlarme. Calmé mis hormonas. Pago el Uber. Acomodo mí ropa al bajar. Y me paro a su lado. Su aroma inunda mis fosas nasales, transportándome a dónde no quiero. Aprieto mis uñas en las palmas de las manos, hago eso así logro concentrarme. —Hola —saludo con una sonrisa, él se percata de mí presencia —no entraste —dudo. —Hola, quería que entráramos juntos —afirma. Entonces hago sonar el timbre y esperamos a que nos atiendan, con un sepulcral silencio. Muy incómodo silencio. — Viniste en auto —pregunta rompiendo el silencio. —No, se rompió antes de salir de casa. Vine en Uber —explico sin saber más que decir. Se abre la puerta y nos hacen pasar, una señora mayor nos atiende. Nos invitan a entrar, y a seguirla. Nos guían hasta un salón, donde nos pide que nos sentemos a esperar que venga la maestra de nuestro niño. _______
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