Malek La levanté suave por la cintura sin dejar de besarla, nuestros labios se mezclaron con mis lágrimas y su saliva. Ella me apretó fuerte y se aferró a mí. Le di media vuelta y la deslicé hasta mi cama. Su olor era exquisito y su piel era suave al tacto. Me recosté levemente sobre ella, y le comencé a besar la mejilla, para luego terminar en su cuello, su delicioso cuello. Ella llevó su cabeza para atrás cuando mordí su piel. De su boca se escapó un gemido sensual. ¡Diablos, me tenía loco! Ella era todo lo que yo deseaba, y en ese momento me convencí que había nacido para ella. Me dejé llevar y la toqué sin conciencia, solo por instinto. Ella de pronto frenó mis besos y levantó levemente su cabeza. Me miró directo a los ojos, como buscando algo que le resultara familiar. Y

