Capítulo 50. Sabía que mi hermanita no me defraudaría. Maximiliano sentía como la sangre le hervía. La furia se iba apoderando de él, pero, por fuera, continuaba manteniendo una fachada controlada. El CEO estaba a punto de echar a la doctora de su oficina a patadas, de gritarle que se fuera para siempre de su presencia y de su vida, pero sabía que necesitaba todas las pruebas posibles para acabar con ella, y con su reputación y la doctora se las estaba facilitando con facilidad. Pues, Lourdes no dejaba de hablar, -- No necesitas decidirlo ahora – de pronto su tono de voz cambio una vez que sus labios quedaron expuestos y liberados, ahora era frío y calculador, al igual que su rostro mientras continuaba mirándolo a los ojos, -- Puedes pagarme “aquello” cuando finalmente logres subir a

