Enzo había demorado unos minutos más en salir. Él nunca había sido así, no se escabullía en armarios para tener sexo, no pasaba sus días pensando en una sola mujer. Su vida había dado un vuelco en apenas dos años. De ser un adicto al trabajo, solitario e introvertido, había pasado a ser un padre con mil planes y un novio enardecido que sólo deseaba verla a toda hora.
Lamentaba que el lugar en el que estaban sus carreras no pudiera sincronizarse. Recordaba sus días como residente, sabía muy bien lo ajetreado y demandante que era, pero también era consciente de lo necesario de esa etapa para formarse.
Respetaba los tiempos de Emma, no deseaba apurarla, aunque se moría de ganas de invitarla a vivir junto a él y León. No era fácil coincidir y sin embargo ambos estaban dispuestos a dejarlo todo para lograrlo. Se disfrutaban, se querían y eso era todo lo que importaba. Al menos eso era lo que pensaba hasta ahora.
Salió de aquel cuarto agradeciendo el hecho de que nadie lo hubiera notado y tomó el ascensor hacia la planta baja. Su turno había terminado hacía rato, lo que le permitiría ir por su hijo al colegio.
-Se rumorea que te cambiaste a pediatría.- oyó antes de salir y no dudó en girar con una sonrisa.
-Ojo que yo también escuché rumores de cierta cirujana.- le respondió a Cloe, quien imitó su sonrisa para darle un beso en la mejilla después. Ambos continuaban con su amistad, mucho más fuerte ahora que también su grupo de amigos coincidía.
-No voy a preguntarte por ellos, bastante tengo con las fanáticas buscando mi peor perfil en las fotos para manifestar su envidia.- le dijo acostumbrada a la difícil tarea de ser la prometida de un sexy cantante como Liam.
-No les des importancia. Sos la mejor prometida que pudo haber elegido.- le dijo con cariño.
En verdad tenía un afecto especial por su amiga, habían compartido la universidad y casi toda su carrera hospitalaria, se conocían muy bien y se alegraban de los logros del otro como si fueran propios.
-si te soy sincera, a veces lo dudo,,,- respondió ella sincerandose con su verdadero amigo.
-No deberías, Clo, llevas muchos años dedicada únicamente a este hospital, ya era hora de que te pongas en primer lugar y disfrutes de lo que te da la vida. Aparte ¿A dónde va a encontrar un par de ojos rasgados tan amenazantes como los tuyos?- le dijo divertido intentado borrar aquel pesar de sus ojos.
-No soy tan amenazante.- respondió ella recuperando su sonrisa.
Enzo puso los ojos en blanco y ella le dio un suave empujón en el brazo.
-Me dijo Emma que le estás organizando una fiesta. Ya me imagino lo que nos espera. - le dijo Enzo en un tono menos jocoso.
-En realidad se me fue un poco de las manos. Luego del último show me habló su manager y me sugirió la idea, pensé que sería algo íntimo. Llamé a Milo, que siempre fue su único amigo, y él me sugirió un lugar, pero de repente había una enorme lista de invitados, de los cuales muy pocos son conocidos para mí. Sólo espero que le guste, no es muy de las sorpresas, pero también me cuesta un poco que se abra conmigo, no sé qué es lo que disfruta en realidad.- volvió a sincerarse mientras salían juntos del hospital.
-A veces es más simple de lo que pensas. Estoy seguro de que lo único que quiere es volver a verte.- le dijo con una sonrisa de lado mientras pasaba su brazo por su hombro para darle ánimo.
-No me digas eso que entonces se va a morir. Creo que hay 80 invitados.- le respondió aún con más dudas.
-Va a salir muy bien. Sos muy buena para organizar y siempre tendrás el post evento para hacerle saber cuánto lo extrañaste.- le dijo logrando su objetivo de volver a hacerla sonreír.
-No pienso discutir eso con vos.- le respondió volviendo a su habitual gesto de seriedad, que escondía su verdadera alma dulce y empática.
Cloe se mostraba como una cirujana fría y estricta pero cuando alguien llegaba a conocerla realmente descubría que todo formaba parte de un disfraz, el único que había encontrado para abrirse camino en un mundo de hombres que monopolizaban la cirugía.
-Ok, ok. Tampoco necesito saberlo, pero vas a tener que ayudarme en algo.- le dijo cuando casi llegaba al estacionamiento en el que estaba su auto.
-¿Qué necesitas?- le preguntó curiosa, era raro que el Dr Enzo pidiera ayuda, pero también era cierto que desde hacía dos años, casi nada quedaba del autosuficiente cardiólogo que recordaba y eso era algo que agradecía. Emma y Léon le habían devuelto mucho más de lo que creía.
-No tengo con quien dejar a León, lamentablemente creo que ya es hora de buscar una niñera.- le dijo con gesto resignado.
Enzo había hecho malabares para cuidar de su hijo, había modificado todos sus horarios para estar junto a él. Si bien sus padres lo ayudaban, no quería dejarlo con nadie más y sin embargo a veces aunque uno quiera la vida demuestra que todo no se puede.
-Mmm. Déjame pensar, creo que mi secretaria me comentó que su hija buscaba trabajo, voy a preguntarle y te paso su contacto.- le respondió Cloe buscando su teléfono para anotar el pendiente en su prolija agenda.
-¡Gracias! Ves, siempre resuelves todo. La fiesta va a estar genial.- le dijo para luego darle un beso en la mejilla y finalmente abrir la puerta de su auto.
-Gracias, si que me levantas el ánimo. Los espero el viernes. - le dijo para luego despedirse y continuar el camino hasta su propio auto, uno algo llamativo que el propio Liam le había regalado. No terminaba de creer el cambio que su propia vida había sufrido desde que estaban juntos. Se sentó tras el volante y aquella enorme piedra en su dedo la llevó a tomarse unos minutos.
En verdad deseaba que aquello funcionara, llevaban dos años comprometidos y por distintos motivos no habían logrado ponerse de acuerdo en una fecha para la boda. Lo había acompañado a muchos de sus shows en la gira incluso había relegando su trabajo, pero los había disfrutado y no se arrepentía. Sin embargo era consciente de lo que representaban aquellos viajes. Conocía a las fanáticas y su devoción por acercarse a su novio, y aunque sabía que era parte de su trabajo, algunas inseguridades intentaban ganar la pulseada a veces.
Alzó su dedo y una sonrisa apretada se dibujó en sus labios. Sin pensarlo demasiado alzó su teléfono y se tomó una fotografía para luego enviarse a Liam.
¿QUÉ PENSAS DE UNA BODA EN NAVIDAD?
Escribió y ni bien presionó “enviar” una electricidad atravesó todo su cuerpo. En verdad amaba a Liam y no había nada que pudiera hacerla tan feliz como casarse con él, pero la idea de presionarlo nunca había estado en su mente.
Y sin embargo, con aquellos tildes en color azul, anunciando que el mensaje había sido leído, no le quedaba más que desear que se sintiera igual.