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1203 Words
Hannah no tuvo tiempo de abrir el sobre porque Gabe ya caminaba hacia ella. Rápidamente lo volvió a guardar en su bolso y le dio una sonrisa relajada mientras él se acomodaba en su silla con un suspiro de alivio. - Lo siento, un pequeño detalle para zanjar a última hora. - Oh, eso no importa. Hannah apoyó la mano en su muslo para no despertar la menor sospecha. En lo más profundo de ella, una oleada de pánico se apoderó de ella. Se moría por abrir este sobre para descubrir su contenido. - Donde estábamos ? Preguntó desplegando su maletín. - Me preguntaba de dónde venías este repentino interés en mí. Se quedó en silencio durante unos segundos antes de responder: - Eres diferente Hannah. Asombrada, abrió la boca y luego la volvió a cerrar cuando él se rio nerviosamente, frotándose la mejilla. - Me gusta mucho tu forma de pensar y ver el mundo tal como viene. Hannah sintió que estaba retrocediendo años cuando su exjefe le propinó un golpe fatal antes de despedirla. "¡Sal de tu mundo, pequeña! ¡Eres solo una babosa!" ¡Y hoy, aquí estaba Gabe Sander que le acababa de decir que le gustaba su forma de pensar! - ¡Parece que te acabo de sorprender! Gabe exclamó, riendo brevemente. - Un poco para ser honesto. Respondió ella, volviendo la cabeza hacia las otras mesas. Una mujer lo miró durante unos segundos antes de apartar la mirada. No, no eran celos lo que ella había percibido en sus ojos, sino cierta animosidad. - Soy realmente sincero Hannah, dijo, tratando de captar su mirada, de lo contrario, ¿por qué te invitaría al restaurante? Anotó un punto. Solo Hannah estaba a años luz del típico perfil de la joven que se corta para aparecer en las portadas de las revistas.3 - Sabes que ? Preguntó de nuevo cuando vio que ella se mostraba escéptica. - No. - Comamos, tomemos nuestra colaboración como vendrá y veremos a dónde nos lleva, ¿de acuerdo? Ofreció con una leve sonrisa. ¿Qué tenía que perder? Nada. Hannah luego asintió y comenzó a comer. Solo algo le ardía en el estómago. El intenso aroma que emanaba de su cuerpo estaba constantemente en contacto con el deseo que sentía en su compañía. Y luego estaba este sobre en su bolso que se moría por abrir. Con la mente en otra parte, ella solo respondió brevemente a sus preguntas basadas en el trabajo. Evidentemente, contaba con que ella estaría allí durante las negociaciones y la firma del contrato. Una vez que terminó la comida, dejaron el restaurante todavía ocupado y se dirigieron a la plaza del tiempo. Entre la multitud que acudía en masa a los bares nocturnos, discotecas y espectáculos callejeros, Hannah pensó que estaba perdida antes de que él la tomara de la mano para guiarla. Su corazón comenzó a latir de nuevo. Más fuerte. Hannah se pellizcó el interior de la mejilla y reprimió el impulso de estrecharle la mano con más fuerza. Cuando se reincorporaron al coche, la calma poco a poco fue tomando forma en el habitáculo. Ella puso cierta distancia entre ellos durante el viaje, incapaz de saber si esta noche había significado tanto para él como para ella. - Aquí estamos, Srta. Stewart. Dijo tomando su mano para ayudarla a salir del auto. - Gracias por esta noche, Sr. Sander. - El placer fue mío. Susurró, mirándola. A punto de devolverle la chaqueta que amablemente le había ofrecido, suspendió el gesto levantando la mano. - No, quédatelo, te queda mucho mejor. Hannah no pudo evitar reír mientras se tocaba la mejilla. - Buenas noches entonces, dijo, subiendo el primer escalón de su edificio. - Buenas noches Hannah. Suspendida a tiempo, Hannah se volvió para entrar en su edificio de apartamentos. Ella giró levemente la cabeza y se acercó para ver que él ya estaba en el auto. Sin mostrar ninguna decepción, subió las escaleras de dos en dos para llegar al tercer piso. - Entonces ? Preguntó su amiga apenas con la puerta cerrada. - Fue … extrañamente bueno. Con una amplia sonrisa, Hannah cruzó el pasillo hasta la entrada y se quitó la chaqueta de Gabe. - ¿Intentó coquetear contigo? Loanes preguntó con cautela. - Me hizo algunos cumplidos y fue agradable escucharlos. Se derrumbó en el sofá, sonriendo. - Me alegro que hayas tenido una buena noche, Hannah. Hannah no se dejó engañar. Detrás de esta frase había otra mucho menos agradable. - Maíz ? Estoy seguro de que hay un "pero" detrás. Loanes suspiró. - Pero aún cuídate. Hannah no había necesitado que ella le dijera que estuviera en guardia. - Estoy prestando atención Loanes, no te preocupes.3 Ella tomó su mano. - Te adoro Loanes. - Yo también te adoro. Después de eso, Hannah volvió rápidamente a la realidad y se enderezó. - Dios mío ! Casi lo olvido ! - Qué ? - Cuando estaba en el restaurante, un camarero me trajo esto durante la cena. Hannah sacó el sobre de su bolso y se lo dio. Loanes se sentó, alertada por este sobre blanco. - ¿No lo abriste? - No tuve tiempo, Gabe volvería entonces. Explicó con voz tensa. Y luego prefiero que seas tú quien lo abra. Loanes la abrió de inmediato. Dentro había una simple tarjeta roja bordada con diseños dorados. - ¿No hay una palabra marcada? - No, es extraño. Su estómago se contrajo. - ¿Crees que está comenzando de nuevo? Preguntó tomando la tarjeta roja. - Una rosa roja, una Amarilis roja, una tarjeta roja … Hannah se levantó de un salto y se quitó las gafas para frotarse los ojos. - No es Gabe. - ¿Cómo puedes estar seguro? - Porque estaba al otro lado de la habitación hablando por teléfono.4 Loanes se encogió de hombros. - No significa que no sea él, replicó ella con calma, ¿imaginas que quiere enviarte mensajes? - ¿Por qué no me lo dices en persona? - No lo sé … ¿quieres que llamen a la policía? Hannah se rio nerviosamente. - ¿Y qué les voy a decir? Disculpe señor, pero recibí una rosa, una amarilis roja y una tarjeta roja. Estoy en peligro?8 Loanes entrecerró los ojos y arrugó la nariz. - Muy divertido ! Hannah echó la cabeza hacia atrás y cerró los ojos. - De todos modos, cuando le pregunté si era él por la rosa me hizo entender muy claramente que no era él. - ¿No mostró signos de debilidad? ¿Cómo si fuera a traicionarse a sí mismo? Hannah recordó la escena. - No, un poco impasible pero nada que pudiera darme la impresión de que fuera él.2 Sacudió la cabeza y se recostó en el sofá. - De todos modos en una semana tenemos que volar a Roma, veré si continúa.3 - Sí, es una buena prueba para saber si es él. Loanes dijo, levantándose. Hannah frunció el labio mientras recogía el sobre y la caja de cartón. Un sentimiento misterioso se apoderó de su corazón. Este viaje podría ser su única oportunidad de averiguar si Gabe Sander era el misterioso remitente.
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