Celeste estaba sin aliento cuando llegó a la casa de Daniela. Rápidamente llamó a la puerta y esperó a que se abriera. Ya eran las 8:00 de la noche, lo que significa que ya tenía dos horas de retraso desde el momento en que se suponía que debía recoger a Zeus.
La puerta se abrió y la primera persona que la saludó fue Daniela.
—¿Dónde está-
—Shh —Daniela colocó su dedo índice frente a sus labios.
—¿Por qué? —Celeste preguntó en una voz mucho más tranquila.
Daniela le hizo un gesto para que entrara y allí vio el motivo de las acciones de Daniela. Zeus estaba acostado en el sofá, durmiendo cómodamente mientras abrazaba a su zorro de peluche.
Celeste se arrodilló hasta su nivel y acarició suavemente su cabello. Ella sonrió mientras miraba lo tranquilo que estaba su hijo.
—Se durmió mien
