Celeste abrió apresuradamente la puerta del apartamento de Daniela. Vio a su amiga en la cocina, preparándose una taza de café helado. Daniela se dio la vuelta cuando escuchó que se abría la puerta y le sonrió a Celeste mientras entraba. —Oye, has vuelto. Zeus está durmiendo la siesta, así que puedes quedarte aquí un rato —dijo Daniela—. ¿Quieres algo? —preguntó, señalando su café helado. Celeste negó con la cabeza y se sentó en el sofá, jugueteando nerviosamente con los dedos. Daniela se sentó justo a su lado y se inclinó de vuelta en el sofá. —Oh —dijo Daniela, aplaudiendo—. Algo interesante sucedió este día. Celeste se mordió los labios y se volvió hacia Daniela. —¿Tal vez conociste a un par de gemelos esta mañana? Los ojos de Daniela se abrieron con sorpresa. —¿Eres un psíquico

