La habitación estaba cubierta de neblina y calor. Los dos individuos atractivos se miraron con ojos empañados, intoxicados tanto por el alcohol como por la belleza del otro.
Zeth no está borracho. Él no puede ser. Sólo bebió dos copas de vino, una de Celeste y otra de Alicia. Sin embargo, el cosquilleo cálido y difuso extendiéndose por su cuerpo, junto con el indescriptible calor que sintió al ver a Celeste demostrar lo contrario. Esto solo significaba una cosa, una de las bebidas debe haber sido enriquecida. Y mirando a la mujer coqueta debajo de él en este momento, sabía de quién sospechar.
—Oh —dijo Celeste con voz emocionada—. ¡Es el Sr. Guapo! Estaba pensando en ti.
Se levantó de la cama y empujó a Zeth hacia abajo, haciendo que se acostara encima de ella.
Zeth gimió ante el conta
